El nombre es la primera marca que se imprime sobre cualquier ser humano. También es, probablemente, la palabra que más escuchará a lo largo de su vida. Para algunos autores está íntimamente ligado al destino, así como también define nuestra misión en la vida. Los nombres están cargados de significados y sentimientos, y en el caso de la recién nacida Lilibet Diana Mountbatten-Windsor, hay un pasado que definitivamente definirá su futuro.
La hija de los duques de Sussex –y hasta el momento la única hermana del pequeño Archie Harrison–, nació el viernes 4 de junio, a las 11.40 am, en el Hospital Santa Barbara Cottage, en California. No tendrá título de princesa al no ser descendiente directa del heredero al trono, pero es octava en la línea de sucesión a la Corona Británica. Y tal como sus padres, el príncipe Harry y Meghan Markle, anunciaron a través de un comunicado en la web de su Fundación Archewell, será conocida como Lili (o por lo menos es lo que ellas esperan).
Así, cuando los duques de Sussex anunciaron el nacimiento de su hija revelaron el gran misterio. Por primera vez, los nombres Diana y Elizabeth aparecían como favoritos y, como si hubiesen estado al tanto del resultado de las encuestas británicas, decidieron combinar el nombre de la reina de Inglaterra con el de la princesa de Gales. Una opción natural y prácticamente obvia, pero que también resalta dos enfoques diferentes de la monarquía. “Un nombre que representa una ruptura real y una esperanza audaz”, escribió Zoe Williams en The Guardian. Y desde esa grieta o ilusión, la pregunta es cuál de ellos definirá su futuro.
UNA RAMA DE OLIVO
El nacimiento de la pequeña Lilibet Diana dio la vuelta al mundo en tan solo segundos. Pero de alguna u otra forma, el trascendental anuncio de sus padres quedó marcado por el nombre y, sobre todo, por Lilibet.
Y es que el nombre de la undécima bisnieta de la reina Isabel II corresponde al ya reconocido apodo de Su Majestad. Sin embargo, no obedece a una contracción del nombre Elizabeth, sino más bien a cómo se llamaba a sí misma cuando era pequeña. Y fue su abuelo, el rey Jorge V quien le puso ese apodo originalmente. Y solo su padre, el rey Jorge VI, la Reina Madre y su marido, el duque de Edimburgo, le decían así.
“Lilibet es mi orgullo. Margarita mi alegría”, solía decir Jorge VI, sin filtro alguno. Después de la boda real, el príncipe Felipe le escribió a su suegra: “Lilibet es la única ‘cosa’ en el mundo que es absolutamente real para mí”. Cuando el duque murió, aquel íntimo y cariñoso apodo se fue con él.
Ahora, y desde el otro lado del océano, la decisión de su nieto Harry se vuelve una encrucijada. ¿Fue apropiado de parte del hijo menor del príncipe Carlos y Lady Di, nombrar a su hija Lilibet?
Los expertos se dividen sobre la sensibilidad detrás de la elección y la polémica que llegó a las puertas de Buckingham, cuando la nueva Lilibet cumplía cuatro días de vida y su nombre ya protagonizaba los tabloides británicos. Según la BBC, una fuente de palacio aseguró que los duques de Sussex no le comentaron el nombre a Isabel II, y muchos menos pidieron su permiso. De forma casi espontánea, las reacciones no se hicieron esperar. El príncipe Harry emitió un comunicado desmintiendo el rumor y anunció una demanda. Y un portavoz de la pareja comunicó que ellos no hubieran elegido ese nombre para la pequeña si la monarca no hubiese estado de acuerdo.
Para Dickie Arbiter, asistente personal de Isabel II entre 1988 y 2000, el nombre podría ser una “rama de olivo” para la familia real británica, con el fin de reducir la grieta que hoy los separa. “Se mudó a California para distanciarse, pero elegir este nombre es un cambio radical”, escribió Arbiter en The Mirror.
Por lo demás, no cualquier nombre puede formar parte de la realeza, y eso es algo que no merece discusión. Pero la motivación de Harry sí atrae a los biógrafos y expertos. ¿Es una rama de olivo o es una afirmación? “Tal vez sea una declaración de independencia más de Harry y Meghan, al igual que Archie, otro nombre no real”, comentó Arbiter en el mismo medio. Sin embargo, sólo el príncipe tiene la respuesta.
UN PASADO MUY PRESENTE
Pero hay otro nombre en esta historia, y es el de la princesa del pueblo: Diana. Uno que no sorprende a los británicos ni a los comentaristas de realeza, ya que la cercanía de Harry con su madre fue tal que su pérdida le ha causado problemas mentales incluso 24 años después, según él mismo ha confesado en reiteradas ocasiones. Y fue elegido bajo la simple razón de “honrar a su amada difunta abuela, la princesa de Gales”, como revelaron los duques de Sussex al anuncio del nacimiento de Lilibet Diana.
Un nombre que no merece la duda en su elección, pero quizás sí en el lugar donde ha sido puesto. Sobre lo mismo, Dickie Arbiter se cuestiona “qué habría pensado Diana de que su hija tuviera su nombre en segundo lugar y no como nombre principal”. Además, la hija del príncipe William, Charlotte, lleva Elizabeth como segundo nombre y Diana como tercero, por lo que podrían haberlo elegido como primero. Esa es otra pregunta que no tendrá respuesta, y solo el tiempo dirá si los nombres pueden ser ramas de olivo.
Lilibet “Lili” Diana representa a dos mujeres muy diferentes, que vivieron y sintieron la vida de formas completamente opuestas: Isabel II, quien simboliza el deber por excelencia, faltando solo a tres compromisos en sus más de 70 años de reinado, y Diana, el constante recordatorio para los royals de lo que una persona puede vivir cuando se encuentra en un mundo all que siente que no pertenece.