Revista Velvet | Las vueltas de la vida y del deseo sexual
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Las vueltas de la vida y del deseo sexual

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Las vueltas de la vida y del deseo sexual

POR Japi Jane | 28 septiembre 2020

La verdad, es que los medios constantemente nos dicen qué se supone es lo adecuado en esta materia. Nos suelen bombardear de estadísticas sobre cómo se vive o hay que vivir la sexualidad en una medida más o menos estándar. Y toda esta información inevitablemente nos hará cuestionarnos. ¿Pertenezco a tal porcentaje, estaré mal? ¿Padeceré de algún tipo de disfunción?

Para todo esto es importante reflexionar y detenernos en ciertos puntos.

No existe un ideal en el nivel de deseo sexual. Además, este no opera de la misma manera en todas las personas ni en todas las parejas. Y, más importante aún, el deseo sexual alto y espontáneo no siempre es aplicable a todos los momentos y etapas de nuestra vida.

El deseo sexual cambia de acuerdo a cómo cambian nuestros cuerpos, intereses, el escenario o la etapa en la que se encuentre nuestra relación. No es el mismo deseo loco y burbujeante que tenemos cuando recién estamos pololeando, al que tenemos cuando llevamos 10 años casados o nos acercamos a la tercera edad. Y esto tiene una base científica. entre otros aspectos.

Natalia Guerrero, quien es directora de la ETSEX (Escuela Transdisciplinaria de Sexualidad) lo explica muy bien.

“Existe un mecanismo bioquímico en nuestro cerebro que regula el deseo sexual. Mi cerebro está en dopamina cuando siento excitación/deseo sexual espontáneo por alguien. La dopamina es un neurotransmisor que funciona como una droga muy ondera, pero muy costosa. Entonces, no se puede sostener por tanto tiempo pues es muy cara para nuestro sistema: nos hace no querer comer, no querer dormir….estamos en función de esta excitación constante. Un súper buen ejemplo son los primeros momentos de una pareja. Cuando recién estás conociendo a alguien que te gusta. Cuando esta relación prospera en el tiempo y ya estoy por mucho tiempo con esa persona, se me apaga la dopamina y se enciende la oxitocina, que es una hormona de amor, de complicidad, de cuidado y de incondicionalidad. Es la que nos ayuda a mantener un clan, a cuidar a alguien que lo necesita, a comprender a quien tiene una dificultad. Entonces, cuando estoy en una relación de largo plazo, mi cerebro considera que esa persona no es mi amante, sino que es parte de mi familia. El deseo espontáneo no ocurre en esos vínculos, entonces se requiere de un trabajo racional y motivacional interno para intencionarlo”.

Por otra parte, es fundamental entender que el deseo sexual siempre está atravesado por nuestras emociones. No son sólo las hormonas, no es solo la lubricación. También es cómo andamos por casa. Algunas tensiones de la vida cotidiana nos pueden afectar en nuestro deseo sexual.

La llegada de un hijo(a), por ejemplo, es una de ellas. Las que somos mamás sabemos que son muchas las cosas de nuestra vida que cuesta recuperar después del embarazo: el sueño, las duchas largas, la calma y también la vida sexual. También puede pasar que la atención de ambos esté centrada principalmente en el rol de padres y no de pareja, y debido a ello exista una disminución del deseo sexual.

¿Cómo está el reparto de tareas domésticas? La división del trabajo y obligaciones en la pareja  es uno de los espacios en los que más conflictos se suelen producir, porque es el que más genera falta de deseo por parte de las mujeres. Aunque cada vez más los hombres se involucran más, es muy común que sean ellas quienes se encuentren más agotadas y exigidas.

Cada pareja tiene sus momentos y es únicamente la pareja quien determina lo cómoda que se siente encontrándose todos los días, una vez por semana o una vez por mes.

Si bien a todos nos resulta difícil escapar de estas circunstancias de la vida cotidiana que afectan nuestro deseo sexual, hay pequeñas acciones que podemos tomar, lo primero y lo más importante es:

No esperar a  que el deseo nos llegue de manera mágica.

– Agendemos encuentros con nuestra pareja.

– Intentemos no poner las expectativas en que los encuentros que tengamos hoy sean idénticos a los del inicio de nuestra relación

– Compartamos tiempo de calidad y generemos momentos de intimidad.

– Organicemos las tareas de la casa de manera equitativa

– Respetemos los pequeños espacios individuales de cada uno.

– Trabajemos la empatía y la paciencia.

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