Revista Velvet | La moda incomoda: Cuando la ropa viene con discurso
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La moda incomoda: Cuando la ropa viene con discurso

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La moda incomoda: Cuando la ropa viene con discurso

POR equipo velvet | 18 septiembre 2023

Por Andrea Hartung

Vestir es una forma de expresión y eso lo hace ineludiblemente un acto político. Desde comprar sólo segunda mano hasta usar poleras con mensajes declaratorios, todo lo que usamos cuenta una historia y más aún en tiempos de crisis y cambios, como los que vivimos.

No basta con vender ropa. Desde hace años se puede ver cómo las marcas de moda buscan comunicarse con sus audiencias, especialmente con las más jóvenes, a través de los distintos lenguajes de las nuevas generaciones. Y una de las banderas y discursos que más importan a las nuevas consumidoras es el feminista.

Basta revisar el desfile de la colección Crucero 2024 de Dior. En él, las modelos salieron a la pasarela mostrando la obra de la artista Elina Chauvet, mientras la cantante Vivir Quintaba entonaba: “A cada minuto, a cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas, destrozan sus cuerpos, las desaparecen. No olvide sus nombres, señor presidente”. Y aunque sin duda se trató de una puesta en escena estremecedora, no es la primera vez que la casa de moda liderada por Maria Grazia Chiuri interviene de esta forma, ni menos la primera vez en que el mundo de la moda entrega un manifiesto.

Lo único que tuvo que hacer Lady Di fue ponerse un vestido negro con escote pronunciado de la diseñadora Christina Stambolian –que había comprado tres años antes, pero que no había ocupado porque era muy escandaloso– para que quedara claro lo que pensaba del anuncio público que hizo su aún marido, el hoy rey Carlos III, sobre su romance con Camilla Parker-Bowles.

El numerito pasó a llamarse “vestido de la venganza” y fue el puntapié inicial de la vida de la princesa del pueblo lejos de las censuras y costumbres anticuadas de la Corona. Si Carlos iba a seguir con su vida sin tapujos, ella también. Y si iba a arder, lo haría de forma explosiva.

Esta idea ha sido replicada infinitas veces, y más recientemente por Shakira, cuya separación de Gerard Piqué fue casi tan escandalosa como la de los royals. En mayo del año pasado, en medio de la polémica, la cantante colombiana caminó por la alfombra roja del Festival de Cannes en un ajustado vestido negro con un tajo ultra revelador y guantes semitransparentes.

Una prenda de vestir puede decir mucho, aunque no lleve nada escrito en sus telas.

Pero también puede ser más evidente. Como la archicopiada polera de Dior con el emblema “We should all be feminists” (“Todas deberíamos ser feministas”), inspirada en el discurso del mismo nombre de la autora Chimamanda Ngozi Adichie, que se estrenó en la pasarela en febrero de 2017 y que aún se puede conseguir por poco más de 900 dólares.

En febrero de este año, la primera influencer moderna, Chiara Ferragni, se asoció con Dior y su directora creativa, Maria Grazia Chiuri, para hacer una declaración a través de la ropa. Bajo el manifiesto “Pensati Libera” (“piénsate libre”), el dúo hizo una invitación “para que las mujeres de todas partes imaginen un mundo sin violencia, donde las mujeres son amadas porque son libres”.

En total fueron cuatro piezas: el vestido del odio, el vestido manifiesto, el vestido desnudo y la jaula.

Revisemos también al low cost. Sin quererlo, las capuchas de protestas y pañuelos de colores se convirtieron prácticamente en pancartas, que inmediatamente decían algo sobre quien lo llevaba. El pañuelo morado es feminismo, el verde es pro aborto y el celeste pro vida.

Y así ha sido siempre. En la Edad Media, por ejemplo, las personas se vestían de acuerdo con su estatus dentro de la sociedad, y en la Revolución Francesa los pantalones zurcidos se usaban para demostrar orgullo por ser parte de la clase trabajadora.

Ahí están las mujeres usando bikini –cuando se consideraba indecente–, pantalones o minifaldas. Nadie podría resumir esas prendas a una tendencia, separándolas de un discurso político y social.

NUEVOS DISCURSOS

Hoy, lo anterior también está marcado por los canales de consumo. En un mundo donde el calentamiento global y el cambio climático es una de las grandes discusiones, y el posible motivo de las futuras guerras, cómo se hace la ropa y cómo esta llega a nosotros importa demasiado.

El auge de la reutilización y el second hand se imponen, incluso, en personajes como Letizia de España y Kate Middleton, quienes tienden a repetir sus looks.

¿Quién hace la ropa que usas? El consumo del comercio local, del slow fashion y la revalorización de oficios, como los de los costureros y zapateros, han llevado a que ya no baste con usar materiales nobles o comprar ropa menos desechable, sino que también quedó en manos del consumidor el informarse sobre cómo se confecciona la ropa que usa y qué tan ético es todo el proceso de elaboración y distribución.

Movimientos como “Who made my clothes” (“quién hizo mi ropa”), de Fashion Revolution, invitan a tomar control sobre nuestras opciones de compra. Y esto, sin duda, es u.n acto político que a simple vista puede parecer sutil, pero que hace toda la diferencia.

No, nunca es sólo un par de pantalones. Lo que usas muchas veces muestra lo que piensas y en lo que crees.

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