Tras las triunfos y polémicas de los Panamericanos, la velocista se asume como líder de una nueva generación de corredoras que “juntas rinden mejor”. Empoderada porque a sus 30 años sigue batiendo récords, quiere acallar a cualquiera que cuestione la edad, belleza o raza de una deportista nacional. “Los números lo dicen todo”, asegura.
Una y otra vez, a lo largo de esta entrevista, Isidora Jiménez repetirá que el atletismo es un deporte individual. Así lo aprendió y ha vivido a lo largo de su carrera de 15 años como velocista. Sin embargo, tras los últimos Juegos Panamericanos, donde integró el cuarteto de Las Pumas que obtuvieron medalla de plata en la posta 4×100 en una vibrante jornada de lluvia, su visión empezó a cambiar.
Habían pasado horas desde que un micrófono abierto en medio de la transmisión televisiva permitió escuchar a dos comentaristas que opinaron que ella “ya no da”. Que nunca dio. Ese día, justo antes de la carrera que las llevaría al podio, Isidora se sinceró con sus compañeras de posta Anaís Hernández, Martina Weil y María Ignacia ‘Ina’ Montt.
“Decidí ser súper transparente, más allá de las buenas o malas ondas que haya. Aunque este sea un deporte individual, cuando hacemos algo en equipo tenemos que estar todas bien. Les dije que, efectivamente, el comentario me afectó. Y que lo más maduro o profesional era, antes de la carrera, decirles si estaba o no en mi 100% para correr. Porque una cosa es estar bien físicamente, pero si tengo en la cabeza en otra parte, no es bueno correr. En el fondo, lo que más afecta es ver a tu familia mal. Me dijeron ‘obvio, Isi, te apoyamos’”, recuerda. Y agrega: “Les pedí que por favor no dieran entrevistas entre la carrera de la serie y la de la final para mantener la concentración, porque obviamente iban a preguntar por lo que dijeron. Y todo salió súper bien, menos mal. Hicimos récord de Chile y salimos segundas, con plata, lo que ya fue como el broche de oro para mí”.
–¿Prepararon el gesto del dedo en la boca para el podio?
–Lo del dedo fue cero premeditado, la verdad es que me salió del alma. Entiendo que la gente puede tener opinión, buena o mala de mí, pero sentí como si hubiesen ninguneado mi carrera. O sea, puede que no sea la mejor del mundo, lo tenemos claro, pero soy una persona que sé que esta es mi pega y sé que soy buena para mi pega. Entonces, el dedo fue como para tapar bocas, porque las marcas dicen todo, los números hablan solos.
–Tus compañeras también lo hicieron. ¿Te lo esperabas?
–La verdad es que me sorprendió. Y estoy infinitamente agradecida. Fue entre un apañarme a mí y también fue como deportistas. Como un decir: “Oye, estamos en la mitad de un campeonato. Dejemos el chaqueteo. Apoyemos a los que nos representan”. También lo vi por un lado como más de sororidad. Me gustó que llegaran mensajes como “son el ejemplo para las niñas de que nadie te puede decir que no se puede”. Y eso es lo que recalca el deporte, como la frase de Massú “nada es imposible”. Entonces, claro, fue un gesto de “no me digan que no puedo”.
–En 2017 fuiste cuestionada por ser bonita: se te dijo que eso no bastaba para ser atleta.
–No sé si me afectaron mucho esos comentarios de índole como más superficial. Porque en un deporte tan objetivo como el atletismo, que es por marcas, la verdad es que no tiene nada que ver mezclar cosas.
–¿Qué puede haber detrás de esos comentarios?
–¿Envidia? No sé, no quiero meterme en eso. Pero sí creo que cuando se dicen cosas así sobre un atleta, no sobre su esfuerzo, sobre lo que ha trabajado y todo lo que hay detrás, sino que sólo te critican por bonita, me parece un comentario bajo.
–Fue Ximena Rastrepo (madre de Martina Weil) quien lo dijo.
–Sí, y lo encuentro súper penca, porque ella es una ex deportista. Creo que cuando alguien ha sido muy bueno, como ella, que fue medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona, tiene que tratar de tirar para arriba a la gente en vez de compararla con su propio éxito. Para mí es una excelente atleta, que había hecho marcas increíbles, y que yo admiraba hasta ese punto. Y te insisto, la que más se afecta siempre es mi familia.
–Ahora corres con Martina Weil. ¿Hablan de lo injusto que puede ser el medio?
–No. Como te comenté antes: somos un equipo individual. Sobre todo la velocidad está marcada por el egocentrismo, siempre cada una está queriendo ser mejor que la del lado. Es súper competitivo. Y cuando nos toca el tema de los relevos y la posta, a veces hay mejor onda con unas que con otras. Hay unas que viven fuera de Chile y se unen sólo para los eventos. Entonces es difícil congeniar, pero esta vez sí creo que lo logramos.
–¿Cómo lo lograron?
–Llevo 15 años en el atletismo y he estado en todos los récords que se han batido de 4×100 y 4×400. Nunca no he estado. Esto me hace darme cuenta de que, si bien el atletismo es un deporte individual, en los países desarrollados las velocistas ya ven que hay más posibilidades de logro en el relevo que en lo individual. Por ejemplo, tú vas a correr 100m y, por tus marcas, lo mejor que podrías hacer es pasar a semifinal; en cambio, con el relevo 4×100 podrías ser finalista y por qué no medallista. Las brasileras, por ejemplo, ya dejan de correr sus pruebas y se enfocan solamente en el relevo.
–O sea, te diste cuenta de que juntas se potencian.
–Exacto. Y juntas se rinde mejor. Mira, yo toda mi vida estuve prácticamente sin mucha competencia en Chile. Pero ahora ha habido no sé si un boom, pero hay una generación nueva que está teniendo un buen nivel. El atletismo en general ha aumentado su nivel, ya sea por la tecnología, por los suplementos, por el apoyo, por las zapatillas, por las pistas… Entonces, me he dado cuenta de que tengo un rol de líder que no pensé tener. No es casualidad que lleve 15 años corriendo y siempre haya sido partícipe de cuando nos ha ido bien en los relevos. Me gusta y me motiva mucho. Tengo el récord de Chile en 60, 100 y 200 metros, y las 4×100 y 4×400. Pero Chile nunca ha ido a un mundial de relevo 4×100, y ahora estamos dentro de las que irían. Quedamos 28 de 32 en el ránking hasta hora. Entonces, quiero dejar un legado así, sería entretenido poder hacerlo.
–Un legado de sororidad.
–O sea, el tema de ponernos Las Pumas se nos ocurrió porque ha habido mucho relevo y jamás le habíamos puesto un nombre al equipo. Entonces sería un legado porque Las Pumas no somos sólo las cuatro que corremos o las seis, contando las reservas. La idea es que quien corra el relevo sea llamada una Puma para darle un realce a una prueba en la que nos fue increíble, que al público le encanta, pero que en el atletismo no se considera mucho porque los relevos son como ‘lo que se arma’.
Encuentro la entrevista completa en la edición impresa o digital de Revista Velvet aquí.
Fotos Diego Bernales Producción Pamela Hernández Pelo Víctor Lagos para Pichara Maquillaje Jess Venegas para Pichara Vestuario Momchic / Bijou / Zapatos Azaleia Agradecimientos Renaissance Santiago Hotel