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Ser miembro de la realiza tiene ventajas: simpatizantes, heredar joyas familiares, casas, e incluso un título otorgado por la propia reina Isabel II, en el caso de la familia real británica. Entonces para muchos fue una sorpresa que Meghan Markle y el príncipe Harry estuvieran dispuestos a renunciar a todo eso cuando anunciaron su salida royal en enero de 2020.
Pero para Robert Hazell, experto constitucional del University College de Londres y coeditor de El papel de la monarquía en la democracia moderna, la decisión tenía mucho sentido.
Cuando Harry le dijo a Oprah Winfrey que su hermano, el príncipe Guillermo y su padre, el príncipe Carlos, están “atrapados” dentro de la monarquía, Hazell no se sorprendió: “Harry tenía razón cuando describió a los otros miembros de la familia real como atrapados. Están atrapados en un sistema que les permite muy, muy poca libertad”, agregando que las quejas en la entrevista de Oprah, fueron consecuencias directas de este sistema.
Todas las monarquías dependen de la sucesión hereditaria. El príncipe Harry es un buen ejemplo de ello. Cuando nació, estaba mucho más cerca en la línea de sucesión como segundo hijo del príncipe Carlos, pero él era el repuesto y lo necesitaban en caso de que algo le sucediera al heredero (Guillermo). Entonces, a medida que el heredero crecía, se casaba y tenía sus propios hijos, el lugar de Harry descendía en la línea de sucesión y ya no era necesario. Un problema latente para los miembros menores de la realeza. Y consideremos que, lamentablemente, los “entrenaron” potencialmente para convertirse en monarcas, por lo que no están cualificados para hacer una “vida normal”.
Bajo esta premisa, es como si el monarca tuviera el papel constitucional, mientras que el resto de la familia es una pequeña empresa que realiza actividades relacionadas con la solidaridad, entonces ¿Harry estaría en “problemas” si se hubiese casado con una aristócrata británica?
Quizás Meghan se unió a este matrimonio pensando, de forma ingenua, que podría mantener una voz independiente, pero no. Porque la realeza no tiene libertad de expresión, casi no tiene privacidad ni libre elección. Incluso la familia real británica no tienen libertad de religión, tienen que sí o sí ser protestantes.
Según Hazell, la respuesta es un rotundo no, ya que la monarquía británica, como las demás monarquías de Europa, es extremadamente popular, lo que ha sido demostrado por año a través de encuestas, y para que se deshiciera este poder, se necesita el consentimiento del pueblo de Reino Unido.
Por lo demás, los son miembros oficiales de la familia real, han aceptado por años e incluso décadas la pérdida de libertad en “bien” del servicio público, entonces la situación no va a cambiar.
