Revista Velvet | Generación Z: Una ruta #childfree
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Generación Z: Una ruta #childfree

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Generación Z: Una ruta #childfree

POR Rommy Buchholz | 21 noviembre 2021

Durante los últimos años, ser madre o padre ha dejado de encabezar la lista de proyectos y anhelos de los jóvenes. Actualmente muchos de ellos, y sobre todo aquellos que conforman la Generación Z, han decidido optar por el camino del #childfree, una realidad que surge como resultado de múltiples factores que van desde la fuerza del feminismo y los nuevos paradigmas de la sociedad hasta la crisis del cambio climático.

Aunque es un fenómeno que se ha extendido por todo el mundo y se ha intensificado en los últimos cinco años, en Chile es algo que viene ocurriendo desde los 60. “Estamos en un punto bastante crítico. La tasa de reproducción se encuentra en 1,6, siendo el ideal sobre 2”, asegura el doctor Ricardo Pommer, ginecólogo, subespecialista en medicina reproductiva y Past President de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología.

A pesar de que la disminución de la natalidad se ha visto afectada en todos los grupos etarios, hay tres en particular que han mostrado una baja considerable: el grupo de 20 a 24 años, el de 25 a 29 años y el de 30 a 34 años. Un dato que corrobora un nuevo estilo de vida y del que parece no haber vuelta atrás.

“Las generaciones actuales nacieron en un contexto muy distinto a una o dos anteriores. Creo que Internet marca una diferencia gigantesca en el mundo en el que ellos se han desarrollado”, explica la psicóloga Nicole Wild. “Ha habido un cambio tremendo en el desarrollo del mundo. Las últimas generaciones nacieron con tecnología, con Internet, con  computador y con celulares, lo que hace que ellos hayan nacido simbólicamente ‘con el mundo en las manos’”, agrega.

Una posición que los ha mantenido en la comodidad prácticamente desde que nacieron, donde se acostumbraron a tener acceso a todo desde un teléfono celular. “Es muy importante la cantidad de estímulos que hay, lo que hace que la mente esté muy puesta en el aquí y el ahora, y eso deja poco espacio mental para pensar en el proyecto (de tener hijos). Son personas que son más ambiciosas porque tienen más posibilidades”, asegura Wild.

Si bien los jóvenes se cuestionan si tener hijos es una buena opción, sobre todo cuando todavía tienen por delante varias metas profesionales y personales que cumplir –y vivir bajo la misma libertad que han tenido siempre–, hay quienes realmente se preguntan si está bien traer hijos a un planeta como en el que vivimos. En esta mirada, a muchos les preocupa traer un niño a un mundo en el que podría sufrir –por las crisis económicas, políticas y sobre todo climáticas–, por lo que consideran que quizás su mayor contribución en la vida es no tener hijos.

CALIDAD DE VIDA

Otro punto relevante es el rol que han jugado las políticas públicas. El declive de la natalidad en Chile se inició en los años 60, al mismo tiempo en que el expresidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) impulsara políticas de planificación familiar con métodos anticonceptivos, como la píldora, y que se han ido perfeccionando en el tiempo.

En la actualidad, según la mirada del doctor Pommer, “ya no hay tanta diferencia entre un método anticonceptivo que pueda tener una señora de una ciudad remota en relación con lo que sería Santiago. Ya no es solo una pastilla para todas y un dispositivo de cobre para todas, la mujer y su matrona pueden elegir lo mejor para ella”.

El doctor agrega que “hay grandes y buenas políticas públicas en anticoncepción, que a medida que las das, abres paso a poder expresar la sexualidad en forma plena sin el riesgo de un embarazo no planificado o no deseado. Eso implica mejor calidad de vida y también disminuye la opción de las personas que tengan que tomar una decisión muy dolorosa como la interrupción de un embarazo, lo que implica tener menos pacientes con abortos sépticos o abortos clandestinos, situaciones que cuestan vidas de mujeres chilenas”.

“LOS HOMBRES SE CONVIRTIERON EN PAREJAS CÓMODAS”

La independencia nunca ha venido asegurada ni ha sido un camino fácil. Hasta hace unas décadas, los jóvenes emprendían la aventura de irse a vivir juntos recién casados, para tener hijos y buscar estabilidad económica; todo al mismo tiempo. Hoy, las nuevas generaciones no están dispuestas a dejar el nido familiar sin antes tener la seguridad y la certeza de que encontrarán estabilidad al otro lado.

“Hay un cambio de paradigma”, considera el doctor Pommer. “Un cambio que es propio de las nuevas generaciones, pero que, si uno lo lee bien, en realidad viene inculcado de la mamá y la abuela. O sea, son las últimas tres generaciones las que se preocuparon de promover el desarrollo de la mujer en el plano intelectual, económico, cultural o social, por sobre la expresión temprana de la fecundidad”, sostiene.

“Llegó un momento en que nuestra sociedad ha ido evolucionando en muchas áreas y la mujer no necesariamente tiene que realizarse a través de la maternidad. Hay muchas maneras de realizarse en la vida: profesionalmente, socialmente, o teniendo una excelente relación de pareja”, señala Javiera de la Plaza, psicóloga clínica y especialista en asertividad.

“Otra cosa que parece ir en contra de lo que hemos escuchado por años es que la maternidad es un instinto. La maternidad en realidad se va aprendiendo. No hace a una mujer, ni siquiera la completa; es un área de la vida que podría tomar o no tomar”, afirma.

Ahora, el doctor Pommer considera que la actual toma de decisión de no tener hijos no recae solo en la mujer: para él “los hombres se convirtieron en parejas cómodas”, sobre todo a raíz de las grandes modificaciones que ha tenido el modelo de familia, donde la responsabilidad de crianza y las labores de hogar ya no recaen únicamente en las mujeres.

Un escenario que además se potencia con una sociedad que exige a los hombres hacerse cargo de una responsabilidad que desde siempre debió ser compartida, cambio del que cada vez más jóvenes son conscientes y que también significa un punto crucial a la hora de decidir convertirse en padres.

Esta nueva generación no sólo empieza a quebrar el clásico paradigma de lo que una familia –chilena, en nuestro caso– debería ser, sino que también se abre a espacios y proyectos que siente que son más posibles de alcanzar –y sobre todo disfrutar– en una ruta en la que no tener hijos pareciera ser la mejor opción.

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