Con la genealogía que le precede, no es raro que tantas casas de moda hayan puesto el ojo encima de Charlotte Casiraghi. Y es que la hija de Carolina de Mónaco y nieta de Grace Kelly, tiene una elegancia de cuna. A eso le sumamos sus estudios en filosofía, su amor por los deportes ecuestres y las causas filantrópicas que lidera. Una combinación perfecta para ser la favorita de los grandes diseñadores.

Son valores, gustos y afinidades las que, finalmente, van coincidiendo con estas firmas de estilo. Una afortunada alianza que, a partir de propósitos en común, ha logrado forjar vínculos de colaboración. Primero fue Gucci, luego Saint Laurent y ahora Chanel. Tres miradas distintas, pero todas afines al espíritu de las mujeres de Mónaco. Y donde además Charlotte ha sido hábil en jugar con ellos sin perder jamás su identidad.

Inolvidable fue la campaña publicitaria Forever Now de Gucci durante la época de la diseñadora Frida Giannini. En ella, la hija de Carolina de Mónaco aparecía con un pañuelo amarrado al pelo, una camisa de mezclilla, pantalones oscuros y botas de montar a caballo. Todo un emblema de su pasión por la hípica llevada a la pasarela. Y que está conectada con el cierre del último desfile primavera verano de Chanel, en donde la hoy embajadora de la casa de alta costura desfiló montando a caballo, y transformando el front row en un verdadero espectáculo. No podía coincidir más, porque el tema del desfile era el mundo de los caballos, mezclados con las perlas y el tweed tan propios de la casa de modas.

Pero antes de eso estuvo la etapa Saint Laurent, donde Charlotte se permitió ser más osada y arriesgó, aunque siempre manteniendo el estilo. Hubo un dejo de rebeldía, mezclado con su frescura innata y mucha energía. Y aunque nunca ha sido su embajadora, entre sus cercanos está Giambattista Valli, a quien le confió la importante tarea de diseñar el vestido de su matrimonio. Una idea muy bohemia, con bordados, transparencias, volantes y un largo velo. Aunque no dejó al resto de lado, porque para el civil eligió un vestido corto Saint Laurent y para la fiesta, obviamente un Chanel.

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Tres grandes nombres del mundo de la moda que la han acompañado en los momentos más importantes de su vida, desde las alfombras rojas como las de Cannes o cuando ha asistido a la Gala del MET. Pero en todas hace un guiño a piezas únicas que ha encontrado en el closet de su mamá. O, incluso, entre las cosas de su abuela, donde hay sin fin de alternativas que siguen marcando tendencia.

Ayer cumplió 37 años y resulta difícil encasillar el estilo de la sobrina del actual príncipe de Mónaco. Y es que es tan versátil, que puede pasar desde lo tradicional hasta lo más vanguardista. Un aura que viene de cuna y que le permite que en las ocasiones más informales, hasta donde necesita de protocolo, todos sus looks sean admirados y deseados.