Diana de Gales fue la cuarta de cinco hijos, y Charles, IX conde Spencer, el único hermano de la princesa del pueblo fue su gran apoyo, pero también, su “verdugo”.
Aún cuando una de las hermanas mayores de Diana, Lady Sarah McCorquodale, estuvo saliendo con Carlos III, para la prensa británica hay solo un Spencer, y ese es Charles. Y cómo no, si de cierta forma terminaría traicionado a su hermana y convirtiéndose también en la peor pesadilla de los Windsor.
Charles Edward Maurice Spencer nació el 20 de mayo de 1964 y la reina Isabel II fue su madrina de bautizo. Y en ese momento, pocos habrían adivinado toda la polémica que podría traerle a la Familia Real.
La infancia de Charles, Diana y sus hermanas, estuvo marcada por el divorcio de sus padres. En aquel momento Charles tenía tres años y Diana seis, y sus hermanas mayores, Sarah y Jean, vivían en un internado. “Nuestra madre no estaba hecha para la maternidad. No fue su culpa, simplemente no pudo hacerlo”, explicó Charles al Sunday Times años después. “Mientras hacía las maletas para irse, le prometió a Diana que volvería para verla. Diana solía esperarla en la puerta, pero nunca regresó”.
Aquel “abandono” provocó que el vínculo entre los hijos más pequeños de John, el VIII conde Spencer, se fortaleciera con los años. Algo que no ocurrió de forma similar con sus hermanas. Pero Charles Spencer jugaría un papel crucial en la vida de Lady Di, más allá de la hermandad.
De forma involuntaria, él sería quien más tarde pondría en el camino de su hermana a Martin Bashir, el periodista detrás de la famosa «entrevista de la venganza» de 1995.
Décadas tardó Charles Spencer en demostrar que él también fue engañado con pruebas falsas para presionar a su hermana y diera la entrevista. Pero hoy, continúa siendo el verdugo involuntario ante los ojos de los medios. Más allá de las confesiones posteriores de Bashir.
A partir de entonces la relación de los hermanos cambió. Poco a poco Charles fue negando su apoyo a su hermana en medio de un escándalo que crecía. Por su parte, la princesa no pudo recuperarse de esos desprecios. Es más, aseguran que cuando la situación se volvió un problema sin vuelta, Charles le ofreció quedarse en su hacienda. Y luego de aceptar, él habría retirado la oferta porque quería periodistas cerca.
Sin embargo, no solo le quitó la propuesta de la casa familiar, también le reclamó la tiara Spencer. La misma que llevó el día de su boda en 1981 y en su último viaje oficial como princesa de Gales en 1992. Ante dichos desplantes, se rumorea que Diana escribió una carta enfurecida a su hermano, pero que él devolvió sin si quiera abrirla.
Dicen que la vida es cíclica, y en 1996 fue Charles quién escribió a su hermana. La princesa leyó a su mayordomo, Paul Barrell. El mensaje decía que su vínculo de hermanos estaba roto y la acusaba de manipuladora, mentirosa y enferma mental. “Sé que estarás decepcionada, pero estoy haciendo lo correcto por mi mujer y mis hijos. Siento no poder ayudar a mi hermana”, decía. Para luego agregar una frase que lo marcó para siempre, aunque él alegaba que lo sacaron de contexto. “Sé que la manipulación y el engaño son parte de la enfermedad… Rezo para que recibas un tratamiento adecuado y compasivo para tus problemas mentales”, escribió, precisamente un año antes de su trágica muerte.
Y en 1997 veríamos a Charles Spencer destrozado, junto a sus sobrinos como el único reflejo de la memoria de su hermana.
Charles abriría Althorp, su antiguo hogar, para acoger el féretro y enterrar en Lady Di. Desfilaría junto a sus sobrinos resguardándolo y protagonizaría el discurso del funeral de la princesa que fue interpretado por todos como una declaración de guerra contra los Windsor.
“Diana era la esencia de la compasión, el deber, el estilo y la belleza”, afirmó el conde. “En el mundo fue un símbolo del humanismo desinteresado, un estandarte de los derechos de los afligidos. Una chica eminentemente británica que trascendió las nacionalidades. Alguien con una nobleza natural imposible de clasificar que demostró en el último año que no necesitaba un título real para seguir generando su magia especial”, continuó.
Para luego, apuntar a los Windsor sobre William y Harry. “No permitiremos que sufran la angustia que regularmente te llevaba a las lágrimas y la desesperación, y más que nada, en nombre de tu madre y tus hermanas, te prometo que nosotros, tu familia carnal, hará todo lo posible para perpetuar la forma imaginativa y cariñosa en que criabas a estos dos adolescentes excepcionales para que en sus almas no solo primen los deberes y las tradiciones, sino también que puedan cantar abiertamente como tú lo planeaste”.