Revista Velvet | “Adoro a mi país y, por lo mismo, le tengo mucha rabia”
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“Adoro a mi país y, por lo mismo, le tengo mucha rabia”

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“Adoro a mi país y, por lo mismo, le tengo mucha rabia”

POR Vero Marinao | 16 mayo 2021

Aunque el autor de la exitosa serie de Netflix Quién mató a Sara vive hace 30 años fuera de Chile, dice que tiene un lazo muy fuerte con el país y que, por ejemplo, cuando todavía no se aprobaba el voto de chilenos en el extranjero, siempre vino a sufragar. Hoy le enfurece no poder viajar a Santiago con su hija Leonora, ya que nuestra legislación no reconoce que ella tiene dos papás y eso pondría en peligro su salida del país. Sin embargo, él tiene la certeza de que, tarde o temprano, esto va a cambiar, porque “en realidad los ciudadanos chilenos no son los conservadores”.

En el útimo capítulo de Quién mató a Sara, un personaje descubre un “objeto” totalmente inesperado. El público se queda pensando a quién pertenecerá. Pero eso se sabrá en la segunda temporada.

–Antes que nada, cuéntame de quién es “eso” que apareció al final de esta primera temporada.

–¡Sobre mi cadáver! No lo sabe ni mi marido.

–¿De verdad no lo sabe?

–En serio. No lo sabe ni él.

Al escritor y guionista José Ignacio Valenzuela (48), más conocido como Chascas, le gusta el misterio. De hecho, cuenta que su referente para la historia de la exitosa serie de Netflix no fue ningún trabajo audiovisual. Su musa, por así decirlo, fue la escritora Agatha Christie.

“La serie empieza con una cita de Agatha Christie: ‘Pocos de nosotros somos lo que parecemos’. Yo quise, desde el primer momento, dejarle ver a la audiencia que esto iba a ser una historia al más puro estilo de Agatha Christie. Ese fue mi referente más directo. No me inspiré en otras series ni en otras telenovelas”, dice.

–¿Siempre te gustó Agatha Christie?

–Siempre. Muchísimo. Empecé a leerla cuando era chico, alrededor de los 12 o 13 años. Esa transición literaria de dejar un poco de lado la literatura infantil y empezar a leer literatura más juvenil o de adultos, yo la hice a través de Agatha Christie. Me parece que es muy efectiva a la hora de escribir. No solamente la he leído como lector, sino que también como profesor, porque soy profesor de escritura. La he analizado muchísimo. Tengo bastante claro cuál es el método, cómo funciona, cómo ella arma sus estructuras, y me parece que por algo ella es la escritora más leída y más vendida en el mundo. Por lo tanto, yo sabía que, si era capaz de hacer una estructura muy a lo Agatha Christie, podía llegar a tener un buen eco en la audiencia. Porque a la gente, en general, le encantan los misterios que involucran un enigma. Y ese enigma aquí está planteado desde el título.

–¿Estuviste en las grabaciones de la serie?

–En algunas locaciones. No te olvides que vivo en Miami y esto se rodó en México. Y se empezó a rodar antes de la pandemia. Entonces, durante la preproducción y el inicio de las grabaciones viajé muchísimas veces a México a tener reuniones con los actores, con los directores; a ver las locaciones y cómo se grababa. Después vino la pandemia y no puede viajar más. Ahí mi trabajo fue remoto. Me enviaban todos los días el material que se grababa ese día, yo lo veía y comentábamos. Si había que rehacer una escena, se rehacía. Estuve muy involucrado en todas las etapas.

–¿Qué te pareció cuando ya la viste editada?

–Reconozco que quedé muy impactado por la calidad y me emocionó mucho que una serie latinoamericana tuviera ese nivel porque, de alguna manera, se va subiendo la vara y porque series pioneras en ciertos aspectos van abriéndole paso a nuevas series, a nuevos creadores y a nuevos talentos. Me emocionó mucho que Sara tuviese ese nivel y me alegré por mis colegas, porque esto va a hacer que sea más fácil que una serie latinoamericana llegue a otros mercados. Quedé muy contento y satisfecho.

–¿Siempre se pensó en una segunda temporada o se dividió en dos partes una vez que la vieron?

–Siempre se pensó en segunda temporada. El capítulo final termina tan arriba porque sabíamos que era el final de temporada.

–¿No han pensado en una tercera temporada?

–No lo sé, creo que esa conversación la vamos a tener Netflix y yo cuando haya salido al aire la segunda temporada y veamos cómo está funcionando a nivel de audiencia.

–Junto a tu pareja, Anthony, fuiste padre a través de un vientre subrogado. Y en la serie, un personaje femenino está dispuesto a prestar su vientre para llevar el hijo de una pareja homosexual. ¿Tu historia personal fue una inspiración?

–No, para nada. Lo que hicimos con mi marido fue una cosa totalmente distinta a lo que hacen los personajes. Nosotros lo hicimos a través de una agencia. Los personajes Chema y Lorenzo empiezan a hacer todo a través de una agencia, pero por presión de uno de ellos, Chema, deciden pedirle a una amiga de su pasado que ella les preste su vientre para llevar a su hijo. Le van a pagar obviamente. Pero eso no es lo que nosotros hicimos.

–Pero sí estaban las ganas de ser padres.

–Claro, por supuesto. Con mi marido queríamos ser papás hacía mucho tiempo. Tratamos incansablemente el poder adoptar. Era nuestra primera opción y sigue siendo nuestra primera alternativa. Siempre. Lo que pasa es que no pudimos, no nos dejaron, no hubo caso, no se pudo.

–Leí por ahí que mientras intentabas adoptar te dijeron que, de concretarse una adopción, solo podrías adoptar a un niño que tuviese más de 7 años para que él pudiese avisar si había abuso.

–Exactamente.

–Increíble que hoy en día ciertas personas asocien homosexualidad a pedofilia.

–Hay mucha ignorancia al respecto. Fue muy doloroso para nosotros enfrentarnos a todo eso, muy frustrante. Salimos muy dañados y heridos. Fue un proceso muy duro enfrentarse a la homofobia y al prejuicio de manera tan evidente y tan en tu cara. Y esa misma situación nos terminó empujando a hacer algo que no era nuestra alternativa: contratar una agencia de vientre de alquiler. Entonces, a raíz de eso, yo tenía mucha información sobre el proceso y aproveché esa información para crear y contar la historia de Chema y Lorenzo, pero no se parece en nada a mi experiencia ni a la de mi marido.

En más de alguna oportunidad, José Ignacio Valenzuela ha hablado del camino que tuvo que andar para convertirse en padre: “Hay algo en lo que creo profundamente: la visibilidad es la única manera de romper prejuicios y de vencer a la ignorancia, porque el origen del prejuicio es la ignorancia; se emiten juicios sobre algo de lo que no sabes. Por ejemplo, tú podrías decir ‘todos los gays son promiscuos’. Eso es un prejuicio, no sabes si realmente es así o no. O como dicen en Chile, que me parece espantoso, ‘los pobres son flojos’. Yo en mi vida he visto a trabajar alguien más que la gente más humilde de Chile. Eso es prejuicio, no es cierto. A mí me parece que mientras más visible uno sea, más puede colaborar a romper esos prejuicios”.

–Muchos argumentan que los vientres de alquiler son una forma de abuso. ¿Cómo enfrentas esas críticas?

–Comparto plenamente la queja de base, porque además es la misma opinión que yo tenía antes de hacer lo que hice. Cuando se cometen, y no solo con los vientres de alquiler, abusos contra la mujer o contra un proceso de la mujer, eso merece penas, cárceles. Lo que pasa es que aquí en Estados Unidos el proceso del vientre de alquiler es completamente distinto a lo que se sabe del proceso en Latinoamérica. Efectivamente en Latinoamérica hay mucho abuso con respecto a eso, hay mujeres a las que las tienen pariendo muchas veces contra su voluntad o forzadas a hacerlo, porque nos les quedó de otra, por tres pesos, o lo que sea. Acá en Estados Unidos es un proceso totalmente legal, se le paga a una agencia. La señora que vende los óvulos tiene un abogado y ese abogado conversa con mi abogado y con el abogado de la agencia. Después viene la selección de la mujer que va a llevar en su vientre a mi hija, y con esa mujer se establece un nuevo contrato y se fijan los pagos que se le van a hacer a través de la agencia. Por supuesto que a esa mujer se le cubren todos los gastos, no solamente el valor que tiene la gestación de este niño, sino que también se le pagan sus gastos personales, la ropa, los remedios, la comida. Y uno de los requisitos que tienen que cumplir las mujeres que quieren ser madres subrogadas es que deben tener familias e hijos de ellas. No puede ser su primer embarazo.

La mujer que llevó en su vientre a la hija del Chascas y Anthony es una tecnóloga médica que trabaja en un hospital, está casada y es madre de dos hijas.

–Tiene una vida completamente armada. Ella hace esto, por un lado, porque recibe una muy buena cantidad de dinero que ahorra para la Universidad de sus hijas y, por otro lado, porque es muy feliz de ayudar a otras personas a cumplir el sueño que ella ya cumplió: ser madre o padre. Cuando llevó a nuestra hija en su vientre, era la segunda vez que lo hacía (prestar su vientre a otra persona). Y después de nosotros, lo hizo una tercera vez. Entonces es una mujer que tiene un gesto muy noble de ayuda hacia los demás. Aquí en Estados Unidos el vientre de alquiler es algo completamente legal y difiere por completo de la realidad latinoamericana. Cuando mucha gente me hace ese comentario (sobre el abuso a la mujer) al proceso que yo viví, les aclaro que ese comentario es un prejuicio y que está totalmente equivocado, porque ese no fue mi proceso.

–Comentaste en algún medio que no podías venir a Chile con tu hija porque acá no se reconoce el tener dos papás. Eso debe ser doloroso para ti.

–Es infinitamente doloroso y, por encima de doloroso, me genera una furia enorme. Tengo rabia con eso, más que pena, porque no entiendo por qué yo tendría que estar pasando eso.

–Tendrías que venir solo y eso no tiene sentido.

–No tengo nada que ir a hacer a Chile solo.

–¿Y crees que eso pueda cambiar pronto?

–Eso va a cambiar, porque es cosa de ver las encuestas. Tengo la certeza de que la ciudadanía, los chilenos, están muchísimo más adelantados que nuestras propias leyes. Son las leyes las que están tarde, no son los ciudadanos los que están tarde. No son los ciudadanos los homofóbicos, son las leyes las homofóbicas y, particularmente, leyes que han estado amparadas y patrocinadas por un grupito conservador muy chiquitito, pero que tiene como secuestrado el tema. Sí va a terminar cambiando, por supuesto que sí, y yo espero que esto suceda antes de que mi hija Leonora cumpla 18 años.

–Más adelante ¿van a tratar de averiguar cuál de los dos es el padre biológico?

–No tenemos ninguna necesidad de hacerlo. Para nada. Es de los dos. A mí me da lo mismo, a Anthony le da lo mismo. Imagínate, nosotros estábamos dispuestos a adoptar y hacer a ese hijo nuestra o nuestro de cuerpo y de alma, de corazón, de todo. Por lo tanto no tiene ningún sentido saber cuál es el espermatozoide que ganó. Aunque tenemos nuestras sospechas ya. Pero no hay ninguna necesidad. Es nuestra hija y punto.

–¿Qué significa para ti hoy Leonora?

–Uy. Leonora me puso la vida de cabeza en el buen sentido de la palabra. Me cambió la forma de mirarme. Me obligó
a pensar en cosas que no había pensado nunca, como la muerte, por ejemplo, a hacer planes con respecto a eso. Me demostró que uno sería capaz de matarse si eso ayudara a salvar en algo a tu hija. Nunca me había puesto a pensar en eso. Y hoy en día si me dicen “mira, tu hija tiene un problema y la única solución es que tú te mueras”, no lo pienso ni dos veces, ¿me entiendes? Y al mismo tiempo le subió la vara a todo lo que hago, porque si hay algo que yo quiero, es que mi hija se sienta orgullosa de mí, y que se sienta orgullosa de Anthony, su otro papá. Que se sienta orgullosa de las decisiones que tomamos y del trabajo que hago. Es bien complicado ahora, porque siempre estoy pensando: ¿esto le irá a gustar o no a Leonora cuando tenga 18 años? ¿Este libro que estoy haciendo le gustará o no le gustará? Y solo quiero hacer cosas que le gusten a ella.

–Bueno al menos ya sabes que Quién mató a Sara le va a gustar.

–No sé. Pero por lo menos voy a tener la posibilidad de decirle “mira, le gustó a todo el mundo”.

“SOY MUCHO MÁS PATRIOTA QUE EL PRESIDENTE”

En estos momentos, el Chascas está preparando una serie de la que todavía no puede hablar porque tiene cláusula de confidencialidad; solo adelanta que no se parece ni en el tono ni en la forma a Quién mató a Sara. Además, está escribiendo Mi casi casi Mamá, un libro para niños que completará su serie Mi abuela la loca y Mi tío Pachunga, historias que hablan sobre familiares excéntricos y raros.

–En esos libros también pones en valor la diferencia. Independiente de si es un libro o una serie, es un tema que te interesa.

–Lo que pasa es que esa es mi realidad. Vivo en una sociedad donde siempre hay que estar peleando para que reconozcan tu humanidad. Te piden explicaciones por algo que tú no sabes explicar como, por ejemplo, por qué nací como nací. No tengo la más remota idea. Habría que preguntárselo a lo mejor a mis papás, que tampoco van a saber contestar. Por lo tanto cuando tú vives enfrentado a eso, es evidente que el tema de la identidad pasa a ser uno de los motores fundamentales de tu existencia. No es que me proponga escribir sobre la identidad, sino que es porque desde ahí yo miro el mundo. Súmale a eso que llevo casi 30 años viviendo fuera de Chile y el tema de la identidad juega un papel importante cuando no eres local: he sido extranjero los últimos años 30 años de mi vida, o sea que llevo más años siendo extranjero que siendo chileno. Cuando viví en México, era evidente que no era mexicano. Cuando viví en Puerto Rico, era evidente que no era puertorriqueño. Cuando viví en Nueva York, era evidente que no era neoyorkino y ahora que vivo en Miami, es evidente que no soy gringo. Entonces siempre tengo que estar explicando quién soy. Y eso también es un tema de identidad. Porque hay distintos tipos de identidades y tengo muchas identidades siempre afectadas, entonces es evidente que me sale natural.

–Siempre estás pendiente de lo que pasa en Chile y expresas tus opiniones y críticas en Twitter. ¿Extrañas al país?

–Extraño mucho a Chile, quiero mucho a Chile. Adoro mi país y, por lo mismo, le tengo mucha rabia. Me duele mucho. Si para mí Chile fuera indiferente, si me diera lo mismo lo que pasa en Chile, no perdería tiempo analizándolo, no perdería tiempo peleando, no perdería tiempo tratando de hacer cosas por Chile. Mira, llevo 30 años viviendo fuera Chile. Recién desde hace tres años o dos años y medio que se puede votar en el extranjero, ¿cierto? Esa fue una lucha que costó mucho volver a conseguir. Mucha gente de un sector particular de la política se oponía al voto en el extranjero. Yo antes de eso viajaba a Chile a votar, iba por el día a votar. Y si había segunda vuelta, iba otra vez. Y, a pesar de que no vivo en Chile, pago mis impuestos en Chile siempre. Y tengo un departamento en Chile y pago las contribuciones allá. No soy como el Presidente, no evado impuestos, no tengo fideicomisos ciegos, ni empresas fantasmas. No. Para nada. Al revés. En ese sentido soy mucho más patriota que el Presidente, porque mi dinero lo invierto en Chile. Para mí Chile es muy importante. Por lo tanto, cuando Chile me traiciona o cuando Chile traiciona a los chilenos, me da mucha rabia. Es como que me traicionara un ser querido.

–¿Tienes algún plan de escribir una teleserie para Chile? ¿Te han tratado de seducir al menos con la idea?

–Hace tiempo que no. Pero durante una buena época, seguía recibiendo llamadas. Hay una razón muy particular de por qué no he hecho telenovelas para Chile en el último tiempo: no estoy de acuerdo en cómo están administrando las telenovelas al aire. A mí me molesta muchísimo que de un capítulo que yo escribo, lo corten y hagan tres capítulos al aire. No estoy de acuerdo con eso y no lo estaré nunca. Porque además deberían pagar por capítulo emitido, no por capítulo escrito, entonces además no están pagando lo que corresponde. Aparte de eso, en Chile cambian los horarios, los días de transmisión. Las lanzan los fines de semana, después las ponen los lunes, miércoles y jueves, después a las 7 y media, después a las 8. Es un desorden espantoso. Y en Chile los canales no pagan las repeticiones. Todas esas peleas, afuera no son peleas. Eso está claro en otros países. No tengo que recordarle al canal que se paga por capítulo emitido y no por capítulo escrito: ellos solitos me pagan lo que corresponde. Entonces cuando pongo ese tipo de condiciones sobre la mesa, hasta ahí llega la negociación.

–Claro, cuando cortan un capítulo no es lo mismo para nosotros los espectadores porque, cuando tú lo escribes, el final del capítulo termina arriba.

–Por supuesto. El capítulo tiene una progresión. Tú vas construyendo, todo va avanzando en función de ese final. Entonces si tú lo cortas en la mitad, es como un coitus interruptus. Quedaste a mitad de camino y dices ‘espérate, aquí no lo pasamos bien ni tú ni yo’.

 

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