Muchas personas hablan solas y de acuerdo a los expertos, es una manera de explorar el mundo interno. Además, trae muchos beneficios.
Cuando se pierdo algo, caminando por la calle, si estás enojado o cuando ha hecho algo que merece una felicitación, muchos se paran frente al espejo y conversan. Quienes tienen este hábito coinciden en que los ayuda a liberar energía en vez de quedarse con ella estancada. Para otros, es la forma de recordar cosas, como la agenda semanal. O bien, bajar la ansiedad, practicando conversaciones que podrían incomodar o poner nerviosa a la persona.
Soliloquio es la palabra con la que se define el hecho de conversar con uno mismo. Y se refiere a un hábito más común y saludable de lo que se cree. Y si bien podría asociarse a un comportamiento infantil o de “locura”, la verdad es que es todo lo contrario. Y así lo confirman los experto. “Es buenísimo que podamos tener la capacidad de hablar con nosotros mismos y exteriorizar lo que pasa en nuestro mundo interno. Tanto lo que sentimos como lo que pensamos. De lo contrario, si nos lo guardamos, se nos dificulta resolver conflictos y aliviar el estrés”, dice Sol Buscio, licenciada en psicología (M.N. 71610) a la La Nación Argentina.
Por su parte, el licenciado en psicología Matías Braslavsky comenta que “No podemos dejar de hablar incluso estando solos porque estamos atravesados por el lenguaje y las palabras de manera permanente. Hay algo que tiene que ver con una cuestión estructural del ser humano, las ideas nunca cesan”.
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés), define este diálogo personal como una costumbre que propicia beneficios en lo que respecta a la atención y el estado emocional. Y destacan su práctica como algo muy útil para las personas que sufren depresión y ansiedad, como también para los deportistas y académicos.
Ahora, cuando la charla se genera desde lo positivo, “puede potenciar la cognición y el ánimo; pero cuando los dichos son negativos, se lo relaciona con herirse emocionalmente”, profundiza el informe de dicha institución.
Los expertos coinciden en que cuando se trata del soliloquio, las razones pueden ser muchas. “Hablar solos es una manera de explorar nuestro mundo interno, de poder debatir con nosotros mismos lo que estamos viviendo y de construir una forma de moldear nuestros pensamientos”, dice Buscio. Y explica, “si hay algo que nos genera estrés o nos preocupa, decirlo en voz alta brinda la posibilidad de frenar un poco aquellos pensamientos negativos, reflexionar con uno mismo y dilucidar las formas de resolverlo”. De esta manera, las personas suelen hacerlo cuando necesitan “descargar” algo que tienen en la cabeza.
Por otro lado, también puede ser algo que ocurre de forma automática. En este caso, Marcos Apud, psicólogo y wellness coach explica que las personas “solemos hablar solas porque tenemos voces mentales que habitan en nuestro cerebro: diálogos y monólogos internos que muchas veces los terminamos expresando de forma inconsciente”.
Otra de las razones del soliloquio, según Apud, es que “lo hacemos para organizar una charla o algo que tenemos que decir en público y el hecho de practicarlo en voz alta nos hace sentir seguros y nos ayuda a reducir la ansiedad que esta situación nos genera”.
Desde la NIH, afirman que hablar con uno mismo está asociado a una variedad de funciones mentales superiores. Tales como el razonamiento, la resolución de problemas, la planificación, la ejecución de un plan, la atención y la motivación. Y destacan que es considerado un aspecto central de la salud mental.
Los especialistas coinciden en que dialogar con uno mismo puede ser la puerta de entrada al mundo interno de cada uno. “Este hábito nos permite desarrollar la autoescucha. Al ser uno su propio emisor y receptor, la persona puede materializar a través de las palabras aquello que no puede nombrar”, comenta Braslavsky. Así, “logra generar autoconciencia entre lo que piensa y siente. Esta situación trae calma y ayuda a encarar conflictos con otra perspectiva”, explica el psicólogo.
Para Buscio, otra de las ventajas recae en que “nos hace ser más conscientes de nosotros mismos y de lo que pasa dentro de nuestra cabeza. Es una manera de reflexionar con nosotros y no dejar pasar de largo lo que nos pasa”.
El soliloquio también ayuda a la memoria y a enfocarse mejor en un tema: “Repetir los temas en voz alta permite fijarlos y que no me los olvide. Por ejemplo, cuando estudio para un examen o para una presentación”, dice Buscio. “Se adquiere mayor seguridad y autoconfianza”, coinciden los expertos.
“Tener soliloquios también es darnos la posibilidad de saber que no estamos solos, que contamos con nosotros mismos”, sostiene Buscio.