La capacidad de asombro que pueden tener los niños, es casi irrepetible en otra etapa de nuestras vidas. Y es precisamente por ese motivo, que ciertas experiencias de la infancia, son recordadas por siempre. Según los expertos, para que ese momento sea memorable, la actividad debe incluir ciertas variantes como diversión y alegría, despertar la curiosidad y que tenga un significado.

Por otro lado, el solo hecho de que el cerebro aprenda y adquiera experiencias influye la capacidad de los niños para relacionarse con el mundo. En otras palabras, los prepara para el futuro. Además, los psicólogos coinciden en que con el paso de los años son estos recuerdos los que forman e carácter y las de las herramientas para adaptarse de mejor manera a situaciones y, por otro lado, eliminar ciertas manías.

Desde la National Association for the Education of Young Children (NAEYC) confirman que los recuerdos de experiencias alegres y significativas generan una mayor conexión emocional en las familias, incluso una vez que los niños dejan de serlo. De ahí la importancia de las primeras experiencias y la fuerza con que se graban en la memoria. Más adelante, un olor, color o textura podrá evocar ese recuerdo.

Por lo mismo, los expertos recomiendan incentivar experiencias memorables como las que sugieren a continuación:

Plantar un huerto

Meter las manos en la tierra tiene beneficios terapéuticos. Además, en el caso de los niños, tierra y agua es éxito asegurado. Por lo tanto, la respuesta emocional será positiva en todos los aspectos. Y si bien no es un juego, los niños disfrutarán de la actividad y al mismo tiempo aprenderán de especies, construcción del espacio y su mantenimiento. Fomenta la responsabilidad, la ciencia, el trabajo en equipo y el cuidado de la naturaleza. Y, por último, que aquella cosecha será un plato exquisito y saludable.

Construir un ‘club’

Quien tuvo un ‘club’ en su niñez de seguro lo recuerda, y es que construir una cabaña, tienda de campaña o algo por el estilo, es una experiencia para recordar. No solo ayuda a los niños a valorar le trabajo en equipo, sino que además fomenta el equilibrio, la coordinación y flexibilidad. Por otra parte, los niños deberán tomar desiciones respecto al lugar, los materiales, su aspecto, etc.

Diseñar un juguete

A través de esta actividad se puede enseñar el valor del reciclaje de materiales, la creatividad y todos los beneficios de trabajar con las manos. En el mundo tecnológico de hoy, es muy importante darles espacio para experimentar, probar y hacer. Desde una caja para guardar sus juguetes a un volantín o un muñeco de trapo. Y, además del lado emocional, desarrollan la capacidad de coordinación, músculos y sincronización.

Cuidar animales

Es definitivamente una de las actividades más valiosas. El contacto con los animales o mascotas mejora considerablemente la calidad de vida, según afirman los expertos. Y que los niños disfruten ayudando en un refugio de animales, por ejemplo, no solo mejorará su autoestima y empatía, también aprenden a contribuir con la sociedad.

Disfrutar de la naturaleza

En este caso la experiencia resulta beneficiosa para toda la familia. Promueven el ejercicio y un estilo de vida saludable. Una caminata, andar en bicicleta o cualquier tipo de excursión, genera en el cerebro del niño mayor liberación de endorfinas, lo que disminuye el estrés.

Entrevistas familiares

Conocer la historia familiar, fomentar los vínculo y descubrir el legado no es tarea fácil. Por lo mismo, los expertos sugieren plantearlo como un juego para los más pequeños y motivarlos a convertirse en investigadores o periodistas. Esto, porque las relaciones afectivas que se marcan a través de este tipo de situaciones ayuda al desarrollo emocional.

Guerra de almohadas

Una excelente forma de liberar tensiones es precisamente una guerra de almohadas. Y ver a toda la familia involucrada, de una forma diferente en la que se ven a diario, es algo que les quedará grabado en la memoria para siempre. Asimismo, ayuda a tener conciencia corporal y mejora el vínculo entre todos.