Revista Velvet | Viviana Nunes y la invitación para ser informante de la CNI
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Viviana Nunes y la invitación para ser informante de la CNI

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Viviana Nunes y la invitación para ser informante de la CNI

POR equipo velvet | 20 febrero 2024

Se lo ofrecieron en los 80, recién ingresada a Televisión Nacional. Su nombre de chapa sería “estrella” y el objetivo: delatar a sus compañeros que estaban en contra del régimen militar. Así lo confesó la animadora en el libro “Mucha tele: Una historia coral de la tv en dictadura”, que relata cómo funcionaba esa industria por dentro durante los 17 años de Augusto Pinochet.

Por Paula Palacios M. Fotos Diego Bernales

Mucha tele: Una historia coral de la tv en dictadura” es el reciente libro de los periodistas Marcelo Contreras y Rafael Valle, quienes, a través de un centenar de entrevistas a animadores, conductores de noticiarios, productores, reporteros, artistas y directores, entre otros, entregan un inédito relato de cómo funcionaba la televisión chilena durante los 17 años de la dictadura de Augusto Pinochet.

Entre anécdotas y datos duros, sus propios protagonistas dan cuenta, entre otras cosas, “de las imposiciones grotescas de quienes detentaban el poder; de zancadillas al control militar ejecutadas con tanta astucia como osadía; de la profesionalización obligada y acelerada del medio; del auge y caída de efímeras figuras televisivas, y el rol fundamental de varios nombres más allá del omnipresente Mario Kreutzberger; entre ellos, Gonzalo Bertrán, Jorge Pedreros, Sonia Fuchs y Eleodoro Rodríguez”.

Pero, sin duda, uno de los pasajes que llama poderosamente la atención de “Mucha tele” es el relato desconocido de la animadora Viviana Nunes quien, al poco andar en Televisión Nacional, confesó que un día la llamaron a una reunión con agentes de la Central Nacional de Informaciones, CNI, –en la oficina de la directora de continuidad–, con el objetivo de que colaborara como informante.

“Me manifiestan interés en que trabajara para ellos; iba a tener un nombre ficticio, debía seguir las órdenes que me diesen en cualquier momento, las 24 horas, para juntarse y transmitir información… Si tenía disposición para trabajar con ellos, me iban a dar ciertos privilegios dentro de TVN… Me sentí completamente intimidada, asustada, y tenía que delatar a mis compañeros que no estaban con el régimen. Esa era mi misión. Mi nombre era ‘Estrella’, me acuerdo”, se detalla en este libro lanzado hace un par de semanas.

Cuatro décadas después, la otrora animadora del mítico estelar “Martes 13” intenta reconstruir este episodio que tenía en parte bloqueado, y que ocurrió en 1980, en tiempos en que se desempeñaba como locutora de continuidad del canal estatal y había asumido hace poco la conducción del programa “Súper hockey” con Paulina Nin, que seguía el mundial de este deporte en Chile.

–¿Recuerda bajo qué contexto se dio ese encuentro con agentes de la CNI?

–Me llamó el director de turno de continuidad para avisarme que tenía una reunión en una oficina del primer piso. Fui sin saber de qué se trataba; pensé que era para ofrecerme un programa nuevo. Cuando entré, vi a tres señores de traje, y de inmediato me sentí intimidada. Sentí muy seria la situación.

–¿Cómo se presentaron, qué le dijeron?

–Se presentaron con sus nombres –que no recuerdo–, luego me señalaron que sabían perfectamente todo de mí y de mi familia. A continuación sacaron una carpeta y comenzaron a nombrar a cada integrante ella: mis padres y hermanos, con sus respectivos nombres, edades, trabajos, estudios… Y después me dijeron directamente que estaba invitada a colaborar con información que requerían dentro del canal.

–¿Usted entendió de inmediato de qué se trataba?

–Tenía 19 años, no contaba con la madurez suficiente para entender. Además, provenía de una familia que no era política. Agregaron que tendría muchos beneficios laborales si accedía con esta colaboración. Y si algún día me citaban a las 3, 4 de la mañana en el Cerro San Cristóbal, por ejemplo, para encontrarme con ellos y traspasar datos, que lo hiciera con toda confianza y tranquilidad. Todo en un tono muy amable, pero firme y serio a la vez.

“MI NOMBRE DE CHAPA SERÍA ESTRELLA”

–¿En qué momento comprendió que le pedían ser informante?

–Estaba como shockeada. Sin entender mucho, les contesté que lo iba a pensar. Ahí me dijeron que mi nombre de chapa sería “Estrella” y me pasaron un número de teléfono. Dieron por hecho que trabajaría con ellos. A las horas fui entendiendo un poco más y concluí que se trataba de una misión política: querían que delatara a compañeros que estuvieran en contra del régimen militar. Y cuando esa noche le conté a mi mamá, muy claro me dijo: “Mijita, yo le recomiendo que no se meta en nada. No haga caso”. Y así lo hice.

–Difícil debió resultar “no hacer caso” cuando se trataba de agentes de la CNI, ¿cómo sorteó la situación?

–En ese tiempo sin celulares era más fácil esconderse. Si llamaban a la casa, sencillamente, no estaba. Me fui corriendo, tuve una conducta escurridiza. Hacerme la ‘tonta’, como que no entendía, fue siempre mi estilo para enfrentar algunas situaciones. También era mi estrategia frente a insinuaciones o acoso sexual. No volví a verlos ni hablar con ellos; se entendió que yo no quería nada. Bueno, al poco andar se terminó mi contrato.

–¿Y supo de colegas suyos que sí accedieron a colaborar?

–No, nunca me enteré. Siempre fui distante, no me relacionaba con personas del medio televisivo. Sin embargo, circulaban comentarios. En maquillaje, por ejemplo, se comentaba que había gente que estaba siendo informante. Por lo mismo, hablaban en clave. Con los años concluí que quienes siguieron en el canal fue porque, de alguna manera, tenían privilegios… O sea, si a mí me lo ofrecieron, por qué a otros no, si yo más encima no me involucraba con nadie como para sacar información.

–¿Quiénes se fueron con usted?

–En realidad fui la única… Continuaron varios: Paulina Nin, Raquel Argandoña, Rodolfo Roth, Eduardo Cruz Johnson…

–En el libro se habla de un encuentro que mantuvo después con miembros del gobierno militar, esta vez en La Moneda, ¿de qué se trató?

–Ese llamado de La Moneda terminó con una reunión en las oficinas del Ministerio del Interior y fue para invitarme a participar en la campaña del Sí, del plebiscito del 88. Me hablaron de que había que fortalecer la campaña y necesitaban la imagen de rostros y figuras. Yo quedé atónita con la propuesta, no respondía. Hasta que uno de ellos me preguntó: “¡¿Pero qué opinas?!”.

–¿Y qué dijo?

–Les agradecí la invitación, pero que eran temas que no me interesaban y que tampoco participaba en campañas políticas. Por mi inconciencia e ingenuidad no sentí temor. Además, ya había recibido el sabio consejo de Don Francisco en algún momento de mi vida: “Nunca te involucres en política ni en religión, porque tú te debes al público”.

–Aun así la llamaban porque la sentían pro gobierno.

–Sí, pero nunca participé en forma activa. En los años que estuve en Televisión Nacional debí animar eventos para los militares, presentar shows, premiaciones, almuerzos, donde llegaba Augusto Pinochet. Era un trabajo no remunerado, pero debía asistir. Sentía que era parte de mi pega y, al mismo tiempo, me ayudaba para foguearme en la animación. Claro, en ese momento no se sabía de las atrocidades que se conocieron después. Cuando se comenzó a saber, yo estaba en plena crianza de mis hijos. Se produjeron remezones, pero estaba tan centrada en la maternidad, que tampoco fue tan traumático saber que trabajé en un canal dirigido por ese tipo de gente.

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