Con una agenda que ya avanza hacia el 2026, la única mujer al mando de orquestas profesionales en Chile prepara conciertos, festivales y una obra dedicada a Gabriela Mistral, mientras reflexiona sobre la responsabilidad de liderar.
Por Ignacia Castillo Retratos Bárbara San Martín
En el luminoso living de su departamento en Santiago Centro, Alejandra Urrutia hace una pausa para repasar lo que viene. Como Directora Titular de la Orquesta de Cámara del Municipal de Santiago –y la única mujer al mando de orquestas profesionales en el país–, habla con la calma de quien lleva años en un oficio que exige disciplina, profundidad y una entrega total.
Además de su trabajo con la Orquesta de Cámara, está inmersa en la preparación de los conciertos de Navidad, el Gran Concierto por la Hermandad –dedicado este año a Gabriela Mistral– y la organización del Festival Academia Internacional de Música Portillo. Todas estas iniciativas bajo el alero de la Fundación Vibra Clásica, organización sin fines de lucro que creó junto a Caroline Ward y Angélica Fanjul.

El evento que tendrá mayor alcance será el Gran Concierto por la Hermandad 2026, programado para el 12 de enero, que celebrará los 80 años desde que Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura. Para esta ocasión se encargó una nueva obra al compositor Sebastián Errázuriz, quien la entregó a comienzos de noviembre.
“La persona encargada de la Fundación Gabriela Mistral en EE.UU., Gloria Garafulich-Grabois, me contactó porque vio el concierto pasado y quería celebrar a Gabriela Mistral. De ahí nació la idea de mandar a hacer una obra. Se llama ‘Raíces y Alas’, una sinfonía de cinco movimientos con coro de adultos, coro de niños, mezzosoprano solista, narradora y una gran orquesta. Es un tremendo proyecto. Mandar a pedir una nueva obra tiene mucho peso”, comenta Alejandra.
–¿Qué relación personal tienes con Gabriela Mistral?
–Tengo un libro de ella que se llama ‘Elogio de la naturaleza’, una oda a cómo se imagina la naturaleza y su vínculo con ella. Es hermoso. En Vibra Clásica elegimos los textos para la obra, y queremos que el concierto celebre la infancia. Ella era una gran pedagoga, así que sentimos que este era el año para que los hermanos mayores, nosotros, cuidemos a los más pequeños, en este caso los niños. La mayoría del texto tiene que ver con la infancia y la naturaleza.

–¿Cuál es el valor de este concierto?
–Es gratuito para quienes nos van a ver, y los músicos también se suman sin recibir remuneración, lo que lo hace único. Hay un sentido muy especial donde se entiende lo místico del concierto: todos están ahí por amor y por hacer música juntos.
–También se viene la séptima versión del Portillo Fest.
–Ese es el proyecto más grande que tenemos; requiere muchísima energía y trabajo. Becamos a 53 estudiantes de todo el mundo, enfocados en música de cámara. Los primeros cinco días son cuartetos de cuerda y quintetos de viento, y los últimos cinco formamos la orquesta del festival, sumando músicos de Santiago. Hay dos noches donde los estudiantes presentan las obras que trabajaron con sus maestros. Normalmente también tenemos una noche con artistas invitados. Es como un retiro musical.
–Dicen que es como la NASA de la música clásica.
–Sí, eso salió en un medio argentino. Es interesante la analogía. Es un festival y una academia muy intensos, con un enfoque absoluto en la música. El entrenamiento de los músicos es similar al de deportistas de élite o astronautas. Trabajamos con el cuerpo y con la cabeza, desarrollando altos niveles de concentración para reducir el espacio de error. Además, como son seleccionados, el nivel es altísimo. Cuando se crean estos espacios, los músicos crecen mucho, porque se forma un ecosistema con buena competencia.

Otros dos proyectos de Vibra Clásica son el HUB de directoras y las sesiones maestras. El primero nació para visibilizar y abrir oportunidades a mujeres directoras. “Es un espacio muy cuidado. No es solo lo musical: también vemos la parte humana del liderazgo, con coaching. Hasta hoy soy la única directora que dirige orquestas profesionales en Chile. Queríamos crear un espacio formativo y dar oportunidades a través de visibilidad. Si no nos dan visibilidad, no existimos”.
Las sesiones maestras son experiencias personalizadas para organizaciones, donde se trabajan temas como el liderazgo, la colaboración y la complementariedad. “La primera fue con REDMAD (Red Mujeres Alta Dirección) y fue súper especial. Sentí que el público estaba conectado con lo que hacemos, porque al final somos todos iguales, cada uno en su especialidad. Y estamos en un momento de cambios desde lo musical. Los músicos, y me incluyo, debemos hacernos responsables de la sustentabilidad de una orquesta y su futuro”.

Alejandra siente que se está abriendo un espacio para transformaciones culturales necesarias. “Debemos hacer el ejercicio de darnos cuenta de qué cosas tenemos en común, y que esas son fortalezas, porque nos estamos moviendo todos juntos”, afirma.
–¿Qué se siente ser mujer líder en tu área?
–Es una gran responsabilidad. Cuando era más joven decía que era un honor y lo veía con levedad. Ahora lo tomo con un poco más de peso y quisiera no tenerlo realmente. No sé si es porque una se pone más vieja y consciente de los obstáculos. Siento que es una responsabilidad que todas las mujeres líderes debemos asumir, queramos o no.
–¿Te has enfrentado a barreras?
–Fue muy natural e ingenuo. A veces pasaban cosas, pero nunca pensé que eran por ser mujer. Ahora lo cuestiono y creo que sí, que probablemente me pasaron por eso. Estoy más madura, así que me entreno para tener la respuesta adecuada si vuelven a ocurrir. Hoy soy más directa y menos temerosa al decir las cosas.
–¿Cómo ha sido el camino?
–Muy lindo, sobre todo con la dirección orquestal. Toqué violín desde los ocho años, hice un doctorado en la Universidad de Michigan, y cuando volví empecé a formarme y a dirigir a los 30. Cada camino es único. Mis colegas ya me respetaban musicalmente como violinista, eso fue una ventaja. Hace unos meses un músico me dijo que era una virtuosa. Yo jamás me consideré así aunque era muy estudiosa, pero veo que esa disciplina mental también es una fortaleza y es parte de ser virtuoso.