Viajar tiene múltiples beneficios, pero más allá de hacernos sentir bien, un estudio afirma que nos mantiene jóvenes.
Siempre se ha relacionado a los viajes con la salud física y mental, y es que pareciera que con solo subirse a un avión el estrés desaparece. Recientemente, una nueva investigación le suma aún más puntos a viajar, y sugiere que nos ayuda a mantenernos jóvenes.
El estudio, publicado en el Journal of Travel Research en agosto, se refiere a que ciertos aspectos de viajar son clave a la hora de reducir el envejecimiento prematuro. Esto es, por ejemplo, el contacto con nuevas personas, mejor calidad de sueño y experiencias novedosas.
La investigación se basa en la teoría de la entropía, la que hable del desorden y desgaste inevitables en cualquier sistema vivo. Al respecto, los investigadores encontraron que romper con la rutina y experimentar cosas nuevas en un viaje puede reducir los niveles de estrés y acelerar el metabolismo, lo que también refuerza el sistema inmunológico.
Así mismo, el estudio sugiere que viajar influiría en las hormonas responsables de la reparación y regeneración de tejidos, reduciendo los signos de envejecimiento. En otras palabras, explorar el mundo enriquece nuestras vidas emocionalmente, pero también afecta positivamente nuestra salud física.
Ahora bien, el estudio no comparó directamente los signos de envejecimiento entre quienes viajan y aquellos que no. Sin embargo, la teoría les resulta prometedora. Y los expertos aseguran que descubrimientos como este coinciden con los pilares de la salud cerebral: sueño, nutrición, manejo del estrés, ejercicio, socialización y estimulación cognitiva.
Y es que viajar incluye de forma natural casi todos estos elementos. Las nuevas experiencias, conocer otras culturas y la actividad física asociada al viaje, son factores esenciales para mantener la salud cognitiva y mental. Y no podemos dejar de lado el sentimiento de felicidad que nos provoca, algo que también contribuye a la longevidad.
Eso sí, el equipo de investigación destaca que si bien aún no pueden confirmar que viajar ralentice el envejecimiento de manera definitiva, sí aseguran que no hay una única forma “correcta” de viajar. Esto es, por ejemplo, que mientras algunos necesitan de varios viajes anuales, otros se toman un break anual más extenso. Por lo que también depende de cada persona.
Y tampoco es necesario ir al otro lado del mundo para disfrutar de los efectos rejuvenecedores del turismo. Basta con una escapada de fin de semana a un destino cercano para marcar la diferencia.
A partir de esta investigación, la conexión entre viajar y el envejecimiento prematuro está recién comenzando su análisis.