No quieres ver gente, todo te molesta, la tolerancia social no existe y qué decir de la empatía. Es de conocimiento popular que la pandemia ha afectado la salud mental de forma negativa. El confinamiento, el distanciamiento social y el teletrabajo, han traído consigo cuadros psicológicos como la reconocida ansiedad y depresión, pero también, hay otro tipo de cuadro como el peligroso ‘Hastío social’.
A estas alturas el contacto social y la fatiga emocional puede jugarnos en contra, y es tal el nivel de costumbre que pueden generar, que se vuelve peligrosamente normal no querer ver gente y la poca tolerancia social.
Es decir, hay un cambio en la realidad. Ahora, estar lejos del mundo se vuelve un estado cómodo, en el que no salir y no socializar es de alguna forma una nueva zona de confort.
Los especialistas lo denominan síndrome de la cabaña y corresponde al ‘acostumbramiento’ de estar en el hogar tras pasar un periodo largo de cuarentena. Sin embargo, consiste solo en quedarse dentro de casa, la definición incluye los episodios de ansiedad que general el solo hecho de pensar en salir.
Ahora bien, los expertos coinciden en que esto es algo normal. Sobre todo en una primera fase donde las restricciones eran algo nuevo. Había un factor de estrés importante como la pérdida de la rutina, problemas financieros, falta de suministros o el simple aburrimiento.
Sin embargo, esa etapa inicial es muy diferente al “hastío social”. En este caso las personas se “hartan” de socializar, llegando incluso al rechazo. Y lo curioso, para los expertos, es que la razón de este hastío está precisamente en las conversaciones y polémicas sobre el manejo y cómo abordar la pandemia, así como también en los ponderados aspectos políticos.
Juan Antonio Roche, psicólogo español, comenta en El País que “Las redes sociales han servido, por un lado, para conectar entre familias o amigos, pero también para generar fake news, un exacerbamiento de las emociones, una intensificación de los odios, el no respeto al diferente. Esta situación ha generado miedo y solidaridad, que son dos de las grandes respuestas sociales que han estado presentes en estos meses”.
Pero así como ha aumentado la tensión social debido a las diferencias de opinión, también hay una exacerbación de las emociones. Algo que se puede desencadenar en una situación tan común como estar en un lugar con personas que no cumplen las mismas normas sanitarias que tú.
Los expertos advierten que el confinamiento ha afectado la moral de las personas, y la costumbre al poco contacto social termina desencadenando la pereza de volver a relacionarse. Y si a esto se le suman las redes sociales como la forma de conectarse y expresarse, la precaria comunicación y expresión emocional se vuelve cotidiano.
¿Existe una forma de superarlo? El llamado de los especialistas es volver a las reuniones virtuales, algo que se hizo en un comienzo, pero ahora se ha olvidado. Y si se puede ser de forma presencial, respetando aforos y fases, hacerlo sí o sí. Además, en casos más profundos proponen ponerse metas diarias, partiendo por salir de la cama. Tener momentos de recreación y paz, trabajar la tolerancia, no imponer nuestra opinión y escuchar a los demás. Trabajar la empatía, respetar al prójimo y entender al otro aún cuando no estemos de acuerdo.