Los pulpos tienen el cerebro más extraño del mundo; dos tercios de sus neuronas están repartidas en sus tentáculos. Son los invertebrados más inteligentes del planeta y se han convertido en un gran misterio para los biólogos. Y, lo más maravilloso de todo, es que juegan. Sí, juegan con otras especies. Y hasta pueden entablar amistad con un humano.
El documental de Netflix “Mi maestro el pulpo” es un trabajo asombroso. Cuenta la historia de amistad entre el experimentado buzo e investigador Craig Foster y una pulpo hembra. Durante un año, el profesional registró sus visitas submarinas diarias al animal. Las tomas del documental son espectaculares; un paseo estético y fascinante por las profundidades del mar con millones de especies exóticas e impensados colores y texturas.
De a poco vemos cómo el buzo, quien también es cineasta, se va ganando la confianza de la pulpa hasta que finalmente, a su manera, se comunican.
Sin spoilear podemos decir que hay un momento que aprieta el estómago tanto al buzo como a los espectadores: cuando un tiburón pone en peligro la vida del pulpo. No sólo emociona por las imágenes en sí, sino también porque aunque Foster podría intervenir, decide no hacerlo.
Ese difícil momento es una lección desgarradora de cómo deberíamos enfrentar el problema planetario; con amor, pero respetando los ciclos de la naturaleza. Una escena muy emocionante, al igual que las imágenes que muestran cuando el pulpo hembra se aparea, protege su “embarazo” y luego coloca entre 40 mil y 200 mil huevos. De ellos muy pocos sobrevivirán.
Aunque hay momentos en que se pueden llenar de lágrimas los ojos, también hay escenas que sacan risas; por ejemplo esas donde el pulpo refleja toda su inteligencia al zafar de un peligro…
La gran pregunta que subyace en el documental es por qué si podemos comunicarnos con delfines, simios, perros y gatos, no podríamos hacerlo con otras especies más exóticas. Y, más interesante interrogante aún, ¿podemos llegar a querernos mutuamente con un pulpo? La respuesta es sí.
“Me enamoré de ella, pero también de la asombrosa naturaleza que ella representaba, de como ella me cambió”, dice Craig Foster en el documental.
Es una película imperdible, sobre todo para los amantes de los animales y la naturaleza.