Revista Velvet | Pablo Zalaquett: “Jamás he renunciado a la política o al ámbito social”
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Pablo Zalaquett: “Jamás he renunciado a la política o al ámbito social”

Pablo Zalaquett: “Jamás he renunciado a la política o al ámbito social”
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Pablo Zalaquett: “Jamás he renunciado a la política o al ámbito social”

POR Claudia Guzmán | 19 agosto 2024

El exalcalde y empresario ahora conduce “Con diálogo es distinto”, de Agricultura TV. Ahí, empresarios y políticos recrean a pequeña escala las más de 60 reuniones que celebró en su casa, bajo promesa de confidencialidad. Tras la resolución de contraloría que determinó que no eran lobby, explica su motivación: “En un ambiente de recelos, donde estos mundos se malinterpretan, quizás mi mayor habilidad es saber interpretarlos y generar confianza”.

Fotos Bárbara San Martín

El living es un espacio de no más de 20 metros cuadrados, separado del comedor. Los muros están decorados por piezas de arte; la más impresionante es un cuadro de gran formato pintado por su exsuegro que se relaciona con las pérdidas y el luto. Cuelga justo sobre un sofá de tres cuerpos donde –cuenta el dueño de casa– caben hasta 6 personas con comodidad. Frente a él hay una mesa de centro, también flanqueada por una banqueta de dos cuerpos y dos sitiales individuales de cuero. En ellos se instalaban el invitado de honor de turno y el anfitrión de los polémicos encuentros de cheese and wine entre personeros del Gobierno y del mundo empresarial: Pablo Zalaquett.

“La verdad es que esas noches, la mesa de centro y esa banqueta las sacaba”, dice desplazándose por el espacio que impresiona por su pequeñez. Separado, con sus 4 hijos viviendo fuera de Chile, Zalaquett habita cómodamente los dos dormitorios de este departamento de un segundo piso en Lo Barnechea. Sigue con la recreación: “Traía las sillas del comedor y las poníamos acá. Si era mucha la gente, entraba las bancas de la terraza: todo esto era espacio para conversación. ¿La comida? Poníamos los quesos, vino, cosas para picar, allá en la mesa de comedor pegada al muro para tener más espacio para circular”, señala el exalcalde de La Florida y Santiago, organizador de las reservadas reuniones que convocaron a este reducido espacio grupos de hasta 25 personas y que llegaron a ser analizadas por la Contraloría para determinar si en ellas se habían incurrido en tráfico de influencias o una falta a la Ley del Lobby. La resolución tras la indagatoria fue que no.

“Yo estaba muy tranquilo. Mis cercanos y yo siempre estuvimos tranquilos. Todos los que vinieron, incluyendo políticos y ministros, sabían que aquí nunca hubo nada indebido. Jamás hubo cocina en el sentido tradicional. Nadie pidió favores ni se crearon compromisos. Estaba tranquilo por dos razones: primero, no existía amenaza legal alguna, pues nunca hubo lobby. Segundo, aunque entendía las críticas, sabía que era fácil juzgar sin haber estado presente”, dice Zalaquett –dueño de una empresa de comunicaciones estratégicas– sobre las citas de cheese and wine que terminaron con los ministros Carolina Tohá, Ernesto Van Klaveren, Esteban Valenzuela, Nicolás Grau, Jeannette Jara y Maisa Rojas rindiendo cuentas ante el órgano fiscalizador por reunirse en este living con empresarios de rubros como las AFP o el salmón.

–¿Le dolió que se le cuestionara?

–Me entristeció que se malinterpretara algo que Chile estaba necesitando. Reivindico hasta el final lo que creo fue un gran aporte. También me apenó que algunos se hayan asustado. Espero que nadie se haya avergonzado de venir, sabiendo que cuando lo hicieron estaban felices de dialogar y conocerse. Quienes estuvieron aquí saben que jamás hubo un concepto de lobby, sino un diálogo humano sin buscar nada.

–Está inscrito en el registro de lobistas. Se rumoreaba que el empresariado le había pagado.

–Me llamaron dos directores de medios diciendo que su periodista estrella había descubierto algo. Les pedí que vinieran a mi oficina con ese periodista. Les expliqué todo y el periodista quedaba desconcertado.

–¿Por qué se interesó en este rol?

–…Es importante aclarar que nunca he trabajado para AFP, salmoneras, pesqueras o Isapres. Aparezco como lobista porque organicé reuniones con autoridades para temas positivos de mis clientes, lo cual requiere registro.

–¿Quiénes son los clientes en su empresa de comunicaciones estratégicas?

–Son empresas de diversos sectores. Por ejemplo, una empresa de telecomunicaciones me contrata para facilitar el diálogo con comunidades mapuche y autoridades, buscando los mejores lugares para implementar proyectos. Y yo organizo esas reuniones con los distintos stakeholders.

–¿El ministro de Transporte y Telecomunicaciones participó en estas reuniones?

–No, nunca.

–Dar su lista de clientes sería una prueba de transparencia.

–Comprendo mi posición. ¿Pero por qué exponerse? ¿O sea, por qué sería necesario? No hay problema de intereses con ninguno de ellos. Tengo la fortuna de que puedo elegir tener clientes como una red de clínicas ondontológicas, y mi único papel es darlas a conocer. Lo mismo que una empresa relacionada con productos higiénicos de última generación. No tengo ninguna empresa vinculada al mundo legislativo. Nada.

–Entiendo que el Presidente Boric no quedó muy contento con una entrevista donde dijo que había ayudado al Gobierno. ¿Quiso hacerlo?

–Cuando se supo de las reuniones, el Presidente salió al tiro a decir “Hay que dialogar hasta que duela”. Pero después, por la Contraloría, algunos se atemorizaron y yo salí a hablar. Si lo que dije lo entendió mal, qué pena. Me encantaría hablar con él.

–¿Qué le diría?

–Mire, a la ministra Jara le dije: “Ministra, pensamos totalmente distinto. Pero quiero el diálogo y quiero una reforma de pensiones; y usted no tiene nada que ver con el mundo de las AFP. Entonces, si mi casa sirve para que ustedes se conozcan a nivel humano y rompan mitos, y después en el Parlamento o donde corresponda, ustedes podrán explicarse sus posturas y dejar de gritarse, dejar de amenazarse. Si mi casa sirve para esa parte humana y para dialogar con respeto, para que luego se construya lo necesario donde corresponde, porque esto no sustituye nada, creo que es un aporte”.

–Entonces, ¿es un prelobby?

–No es un prelobby. Es un conocimiento humano que no es lobby. Y esto lo ilustra perfectamente: si hubiera sido el gobierno del expresidente Piñera, esto no se necesitaría porque el gobierno y el mundo empresarial se conocen y se encuentran siempre: estudiaron en los mismos colegios, universidades y lugares del máster, asisten a las mismas bodas, muchos están emparentados. No existiría el famoso living. Acá era distinto: eran dos mundos que no se conocían. Sólo había prejuicios, descalificaciones. Y, por lo tanto, no se recibían. Esto fue una instancia netamente humana, una disposición a conversar aunque no se llegara a ningún acuerdo. Entonces, cuando digo que mi deseo es ayudar al Gobierno lo hago con mucho afecto. Creo que este país necesita formas de entender donde, primero, hay que superar los prejuicios personales e ideológicos para comprender al otro para que, después, puedan llegar a acuerdos donde sea necesario. Si existen mundos tan distintos y con tantos prejuicios, en un ambiente de tanta desconfianza… ¿qué posibilidad hay de llegar a un acuerdo si pienso que el otro quiere perjudicarme todo el tiempo? En un mundo de buenos y malos, no hay ninguna posibilidad de nada. ¿Y aquí la pregunta del millón es quién asume el costo? ¿El ministro y el gobierno? ¿El empresario o el político? No, el costo lo paga el que no recibe la pensión adecuada. Y todos juegan con esa persona. La derecha es culpable, la izquierda es culpable, los empresarios son culpables, todos son culpables porque no dialogan, y así se ha perdido lo más esencial de una sociedad que es la humanidad…

Locuaz, con 61 años recién cumplidos, y abriendo sus ojos claros para marcar el énfasis de su discurso, este nativo del signo Cáncer se emociona a medida que trata de explicar su visión. De pronto calla, recuerda que dejó una pregunta sin responder. Y retoma para redondear:

“¿Por qué hago esto? Porque mi madre falleció cuando yo era muy joven. Eso marcó un antes y un después para mí. Mi camino hacia el servicio público fue casi accidental. Estaba destinado a ser empresario, pero la vida me fue llevando hacia lo social. Aprendí que estamos de paso y resulta que aquí somos seres humanos, aquí no nos definimos por los cargos (…) Estas reuniones tenían un sentido humano. Si alguien después sintió algo diferente, me entristecería, porque nunca fue así. La única persona que puede dar fe es quien presenció más de 60 reuniones desde noviembre de 2019 hasta diciembre de 2023. Pasaron muchos por aquí”.

“SI HUBIERA SIDO LOBBY HABRÍA ESTADO EVELYN MATTHEI”

Pablo Zalaquett dice que en su infancia nunca pensó en no ser empresario. Su padre era importador de marcas de raquetas de tenis Slazenger y bicicletas Caloi. “Desde pequeño me gustaba trabajar en la bodega con los empleados, jugar fútbol con ellos, ir a los boliches. Siempre tuve esa vocación social”, cuenta. Sin embargo, la quiebra de la empresa familiar en los ’80 obligó a la familia a migrar hacia Bolivia y él se quiso quedar a vivir con una tía:

“Ya sabía que quería estudiar Ingeniería Comercial, preferiblemente en la Universidad Católica porque sentía mi vida predefinida como el heredero de la empresa familiar”, agrega. A lo material se sumó otro tipo de pérdidas: “Tenía alrededor de 16 años cuando ocurrió el accidente de un amigo y me involucré con Los Legionarios. Fue un momento crucial en mi vida que me hizo replantearme muchas cosas. Me hizo darme cuenta de que, a pesar de mis privilegios, me faltaba algo más profundo en mi vida”, relata. Y agrega: “Comprendí que, a pesar de venir de un entorno privilegiado, podía tender puentes y fomentar el entendimiento entre distintos grupos sociales y políticos”.

Zalaquett recuerda esos años de juventud: “Me involucré en todas las fundaciones posibles. Comencé a liderar grupos, uno en el Grange con el hijo de Sergio Fernández, y otro donde me hice amigo de Antonio Walker, futuro ministro. Cuando mi familia se fue, yo veraneaba en Santo Domingo con los Fernández, rodeado del pinochetismo, y en Cachagua con los Boeninger, donde estaban Gabriel Valdés y Sergio Molina. Así, conocí ambos mundos”.

A los 17 años, le tocó enterarse del accidente automovilístico en Bolivia donde su madre murió. “Se volcó el auto con dos personas más, con dos amigos míos. Fue muy triste. Ese evento me impulsó definitivamente a querer hacer algo por los demás”.

La trayectoria pública de Pablo Zalaquett es más conocida: fue elegido por Los Legionarios para liderar los jóvenes de la guardia papal en el evento del Estadio Nacional en 1987, lo contactó Andrés Navarro del grupo Sonda para trabajar con él. “Me dijo que quería invitarme a hacer patria, a hacer país. Sonaba rarísimo. Mi primer trabajo sería buscar y crear empresas para generar empleo. Para eso organizaba reuniones, traía jóvenes para juntarse con empresarios. Yo venía del mundo de centroderecha y él del otro lado. Quería juntar los dos mundos para conversar cuando llegara la democracia”, describe.

Cuando llegó el momento de la transición a la democracia, la política llegó directamente a él. “Sebastián Piñera le pidió a Andrés Navarro que me presentara a Hernán Büchi, mi tarea era organizar los lanzamientos de su campaña (presidencial). Yo nunca me había metido en política, pero lo hizo por mi liderazgo en el Centro de Estudios Públicos, donde formaba un grupo de jóvenes que pensábamos que algún día teníamos que hacer algo por Chile. Estaban Marcela Cubillos, José Antonio Kast, Patricio Walker. Yo los formé”.

Fue en medio de esa campaña, cuando al candidato quiso renunciar por una contradicción vital que remeció a Zalaquett: “Nos reunimos y me explicó su situación. Me cautivó porque su dilema reflejaba un profundo amor por el país, pero sin ambición personal. Pensé: ‘Qué interesante, alguien que ama a su país sin ambición política’. Me sentí identificado. Cuando retomó la candidatura, me llamó. Me pidió que fuera el presidente de su comando juvenil. Recorrí todo Chile con él. Ahí fue cuando realmente me involucré. Conocí la pobreza y cada rincón del país. Escuchábamos cada caso, cada niño. Eso me impactó profundamente”.

Luego Zalaquett se casó, viajó a estudiar un máster de Ciencias Políticas en España y al regresar fundó una agencia de publicidad que terminó por asociarlo con Cristina Bitar (Azerta) en Hill+Knowlton Captiva en el mundo de las comunicaciones estratégicas, donde dio sus primeros pasos en el rubro que luego sería identificado como lobby.

–¿Se hablaba de lobby en esa época?

–En la agencia de comunicaciones, nunca escuché la palabra lobby. La entendí después, gracias a la capacitación en Hill Norton. En Chile, no trabajábamos el lobby. Hacíamos comunicación empresarial, no lobby legislativo. Ni Cristina ni yo lo hacíamos en ese momento. Antes de ser alcalde, nunca hice lobby legislativo. Las comunicaciones para mí eran posicionar una empresa, vincularla con sus stakeholders, no hacer lobby. Yo no estaba ni estoy metido en eso. No me gusta el Parlamento; soy inquieto y prefiero planificar y hacer cosas. Me siento bien como alcalde, haciendo cosas.

–¿Por qué decide lanzarse como alcalde?

–Cuando Joaquín Lavín perdió en segunda vuelta contra Ricardo Lagos en enero de 2000, me llamó y me ofreció ir por Las Condes. Yo no tenía experiencia ni interés en política, así que rechacé la oferta. Además, trabajar con los más ricos no me atraía. Poco después, como nadie quería postularse por La Florida, me llamaron para convencerme. En ese momento, La Florida era la comuna más poblada de Chile. Era como un Chile en miniatura, con diversidad socioeconómica. El objetivo era ser el concejal más votado, lo que me permitiría apoyar la candidatura de la UDI en 2004 y conocer mejor la comuna.

–¿Se pensaba que no iba a ganar?

–Era prácticamente imposible. Nadie me conocía, nunca había estado en política. El alcalde Duarte llevaba 10 años en el cargo. Llegué a La Florida e instalé un comando el 8 de agosto, con la elección programada para el 28 de octubre. Apenas conocía la comuna. Pero tenía experiencia en comunicación y formé un equipo muy creativo. Cambié todo el enfoque tradicional de las campañas. La gente me vio como el cambio. Enfaticé mucho esa idea. Me llamaban “El Lavincito”.

Después de dos periodos en La Florida, Pablo Zalaquett decide aventurarse en Santiago: “Soy inquieto, ocho años me parecían suficientes. Sabía que si me quedaba más tiempo, podría desmotivarme (…) Como era independiente, hablé con la UDI sobre mi interés en Santiago. Y algo inesperado ocurrió: la inscripción era un lunes, y el domingo anterior, el presidente de la UDI me citó a su casa. Estaban Juan Antonio Coloma y Víctor Pérez. Me dijeron que el Presidente Piñera quería que me bajara porque una encuesta me mostraba 11 puntos por debajo de Raúl Ravinet. Piñera había pedido que la UDI apoyara a Ravinet. Coloma me ofreció alternativas: ser diputado por La Florida o lo que quisiera. Les dije que no, que ya estaba en campaña. Me negué a retirarme. Había invertido mucho tiempo y esfuerzo en la campaña. La situación era tensa, pero estaba decidido a seguir adelante. A pesar de la presión, mantuve mi candidatura. Fue un momento crucial en mi carrera política, donde tuve que enfrentar no solo a mis oponentes, sino también a figuras importantes de mi propio sector”, recuerda.

–¿Cómo vivió ese rechazo?

–La política a veces implica decisiones difíciles y enfrentamientos inesperados. Esta experiencia me enseñó la importancia de mantener mis convicciones, incluso cuando las circunstancias parecen adversas. Aunque estaba en desventaja según las encuestas, creía en mi proyecto para Santiago y no estaba dispuesto a renunciar sin luchar. Pensé en llamar al Presidente Piñera y anunciar mi retiro de la política en una conferencia de prensa. Volvería al mundo empresarial y seguiría con mis fundaciones. Me dijeron que no podía hacer eso. Yo estaba seguro de ganar en Santiago, aunque las encuestas no me favorecían. Sabía que estaban mal hechas. Entonces Juan Antonio y Víctor Pérez decidieron apoyarme a todo evento. Me proclamaron candidato y me inscribieron. Me había comprometido a ganar, pero todos estaban nerviosos. Imagina la presión.

Zalaquett lo logró. Ganó a Ravinet en esa elección de 2008: “Aunque soy de derecha, no me veían como un alcalde tradicional, sino como alguien pragmático. Al final, gané por más de 11 puntos. Curiosamente, Piñera no apareció en mi campaña hasta la última semana. Cuando me dijeron que vendría el Presidente a una actividad, pensé que podría ganar. Pero la mejor anécdota con él fue el día de la elección. A las cinco de la tarde, ya era el ganador. Fui a mi comando, luego a la UDI, y finalmente a la Plaza de Armas, que estaba llena. Mientras iba en el auto con mis hijos y Pablo Longueira, me llamó el Presidente Piñera. Me pidió acompañarlo para celebrar en el balcón. Pablo me aconsejó rechazar, ya que Piñera no me había apoyado. Pero acepté, pensando en su futura presidencia. Y cuando llegué a la alcaldía, Piñera ya estaba allí. Me había llamado cuando ya estaba en el lugar”.

De ese paso por Santiago, Zalaquett recuerda que tuvo sus primeros contactos con los hoy líderes del Frente Amplio en las movilizaciones estudiantiles de 2011. “Tenía a (Giorgio) Jackson en la oficina casi todos los días. Él era universitario, pero lideraba las tomas de los colegios. Camila Vallejo, Giorgio Jackson, Gabriel Boric, todos ellos emergen en la vida política cuando yo era alcalde de Santiago, los conocí ahí. Se tomaban los liceos y después algunos me pedían que los desalojara porque se los retomaban los anárquicos y los sacaban a ellos”, cuenta quien fue derrotado en la campaña a la relección por Carolina Tohá y que, en una fallida campaña senatorial por Santiago Poniente en 2013, se vio envuelto el caso Penta por financiamiento ilegal de las campañas políticas; llegó a acuerdo con la fiscalía aceptando haber emitido facturas falsas y, entonces, declaró: “Todos sabemos que (boletear a empresas) no es forma de financiar gran parte del mundo político, pero muy pocos pagamos los platos rotos por el resto”.

–¿Cómo ve la próxima presidencial?

–Es probable que Evelyn Matthei, a quien aprecio mucho, sea la próxima presidenta de Chile. Sin embargo, me pregunto cómo podrá gobernar sin una reforma al sistema político, sin acuerdos en pensiones, sin crecimiento económico y sin un país más seguro. No basta con aprobar leyes, hay que implementarlas. Necesitamos reducir la polarización política.

–¿La invitó a sus encuentros?

–No, ni a ella ni a otros políticos de derecha. El mundo empresarial se pone en una posición complicada con la política de derecha, hay mucha presión. Ese punto es importante. Si fuera lobby, habría estado Evelyn Matthei. Un lobbista, para venderse como tal, debe invitar a los presidenciables. Y todos sabíamos que la primera opción para Presidente de Chile era, por lejos, ella. Entonces, insisto, esto era humano. ¿Quiénes debían conocerse? Aquellos que no se conocen, donde están los prejuicios.

“TUVE QUE REGISTRAR LA MARCA ‘EL LIVING DE ZALAQUETT’”

Fue el estallido social de 2019 el gatillante que llevó a Zalaquett a querer encontrar dos mundos desconectados. Separa los hechos delictuales del millón de personas que salió a marchar pidiendo una vida con mayor dignidad. “Si alguien dice que no le sorprendió, no lo creo. La marcha masiva que pedía mejoras sociales, mejor calidad de vida, mayor seguridad, mejores pensiones, salud y educación, me sorprendió. Lamentablemente, ocurrió esta marcha en un contexto de violencia donde no se pudo dar respuesta. Entonces, me enfoqué en entender por qué tanta gente, incluyendo amigos de mis hijos, salió a marchar. Me pregunté qué nos había pasado como sociedad. Así que decidí reunir a diferentes actores: representantes del socialismo democrático, de Chile Vamos, think tanks y el mundo empresarial”.

–Se lo daba por retirado de la política.

–Jamás he renunciado a la política o al ámbito social. Siempre he estado en contacto con estos mundos. Para que quede claro: donde se encuentra no sólo mi talento, sino mi vida entera, es en que desde muy joven me he movido entre el mundo político y empresarial. Conozco cómo perciben la realidad estos dos sectores y la desconfianza que existe entre ellos. En un ambiente de recelos, donde estos mundos se malinterpretan, quizás mi mayor habilidad es saber interpretarlos y generar confianza. Intenté usar esto para beneficiar al país.

–¿Dónde percibió más intolerancia: en el ámbito político o empresarial?

–Inicialmente, algunas personas del mundo empresarial mostraban más resistencia. El proceso atravesó tres fases: la primera en 2019, luego el período previo al plebiscito de 2022, y finalmente después del triunfo del Rechazo en septiembre de 2022. Contrario a las expectativas, el diálogo no se facilitó tras el Rechazo. El país seguía estancado, lo que motivó a continuar las conversaciones.

–¿Desde el Frente Amplio no mostraban reticencia a venir?

–Las cosas se fueron dando naturalmente. No se invitaba a muchos, eran pocas reuniones. También organizábamos encuentros de análisis político e intelectual. Recuerdo una reunión muy interesante con Daniel Mansuy y José Antonio Viera-Gallo sobre los 50 años del Golpe. No era algo tan elaborado como parece.

–¿Alguien le sorprendió?

–Los ministros más comentados han sido tres: Nicolás Grau, Maisa Rojas y Jeannette Jara. Para mí, Grau resultó ser alguien simpático, pues no lo conocía y tenía una imagen áspera de él. Aunque había estudiado en Florida cuando yo era alcalde. Aquí se le vio humanizado. La ministra Rojas compartió su historia y trayectoria profesional. Su mirada transmitía comprensión. Hablaba pausadamente, pero con claridad. Comenzó algo tensa pero terminó relajada. Me cayó muy bien. Quizás yo no le agrade ahora, pero deseaba que le fuera bien.

–¿Y del mundo empresarial alguna revelación?

–Mira, hay algo muy importante en la vida. Cuando invité a mi casa, como anfitrión, prometí confidencialidad, apertura y respeto. Nunca revelaré esa información. Si algunos nombres salieron a la luz, fue porque ellos mismos lo mencionaron.

–¿El juicio a esas reuniones lo desanimó para dejar de hacerlas acá y pasar a la radio?

–A pesar de que yo lo tenía claro desde el principio, y la Contraloría falló como falló, sabía que la prensa podría estar afuera si seguía. ¿Entonces para qué exponer a nadie? Fue cuando pensé, ‘bueno, busquemos una forma diferente de hacerlo’.

“Con diálogo es distinto” se llama el programa de Agricultura que cada domingo al mediodía se emite por sus señales de radio y TV. Zalaquett se sienta con cuatro invitados de los mundos que le gusta convocar para pedirles que se conozcan y logren conversar.

“Jamás pensé en conducir un programa. Está muy lejos de cualquier cosa que hubiera planeado. Lo de mi casa surgió espontáneamente, pero no creí que continuaría. Pensé que era sólo para el estallido, no para después. Todo se fue desarrollando naturalmente. El programa, en cambio, surgió por casualidades y convicción. Para mí, el principal mérito del programa es reunir al mundo empresarial con el político. Hay muchos espacios donde solo se juntan políticos”, describe. Y agrega: “Sólo aspiraría a que puedan dialogar públicamente, que todos escuchen los argumentos y se vea un debate respetuoso, aunque no haya acuerdo. La gente me dice que hay programas con más rating, pero donde no se entiende el problema porque nadie deja hablar al otro. Yo no busco un rating fácil, sino que la gente comprenda el problema y las propuestas. Mi programa se enfoca más en propuestas que en diagnósticos”.

–¿Por qué no llamarlo “En el living de Zalaquett?

–Tuve que registrar la marca “El living de Zalaquett” y “La casa de Zalaquett” porque alguien más los había inscrito: el hijo de (Alejandro) Guillier. No sé por qué lo hizo, así que tuve que iniciar un proceso legal para recuperarlos. Pero no quise usar mi nombre en el título del programa porque lo importante es el diálogo, no yo. No tengo ambición personal en esto. Estoy tan feliz con mi vida actual. Ya no tengo ambiciones aquí. No me interesa hacer crecer más mi empresa. Soy feliz como estoy.

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