Fotos Bárbara San Mártín
Acaba de recuperarse la paridad en el gabinete y la ministra de la mujer y equidad de género levanta la alerta ante los comentarios misóginos: “Estoy impresionada de la cantidad de gente que está interesada en mi peso”, dice. En esta entrevista también habla de su relación con el presidente Boric, de por qué los niños deben dejar de ser “moneda de cambio” en los casos de violencia contra la mujer y de cómo vive la tuición compartida de su propio hijo.
Antonia Cósmica Orellana (33), hija de una profesora de historia que enviudó de un poeta y quedó a cargo de cuatro hijas, recuerda que hasta marzo de 2022 sus únicas idas al Palacio de La Moneda habían sido como visitante en los Días del Patrimonio. Nunca había sido recibida en audiencia ni citada por alguna autoridad. Ella, a diferencia del resto de los más jóvenes integrantes del también joven Presidente Boric, jamás había ejercido un cargo de elección popular como diputado ni de dirigencia estudiantil.
“Todavía me acuerdo el impacto que me causó la primera vez que un carabinero se me cuadró. Yo quedé así”, dice, y se inmoviliza con los ojos muy abiertos. “Fue un gesto muy gráfico para dimensionar el desafío que se venía”.
Miembro de la generación pingüina que en el año 2006 salió a las calles a pedir la derogación de ley secundaria LOCE, ex estudiante del Liceo Tajamar de Providencia, la ministra es una de las pocas miembros del gabinete que proviene de la educación pública: “Siempre conversamos de eso con el ministro (Mario) Marcel, que es institutano”, cuenta. Periodista de la Universidad de Chile, también es de las pocas que no tiene estudios de posgrado en el exterior: “Mi único postítulo es de corrección de texto, que era algo que hacía para pitutear, para suplementar ingresos como periodista”, explica.
Sin necesidad de aspavientos, la ministra tiene total claridad de dónde radica su capital político; el mismo que hoy la tiene instalada no sólo al frente al Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, sino que también como única miembro del Frente Amplio en el Comité Político que sesiona cada lunes en Palacio.
“Mi experiencia tiene más que ver con la militancia. Con un grupo de compañeras no definíamos como ‘militantes chasquilla’ en el sentido de los ‘maestros chasquilla’, porque nunca estábamos al centro de la foto en los grandes eventos. Siempre estábamos en la logística, en la organización, en el trabajo previo y en lo que había que hacer después. Y, por supuesto, en el trabajo directo con mujeres que sufren violencia. De hecho, yo tenía un pololo que me decía la ‘Alo Toti’, porque siempre me llamaban para saber qué tenían que hacer cuando llegaba una denuncia”, recuerda la miembro de Convergencia Social.
–¿Es verdad que su consejo fue clave para que en noviembre de 2019 Boric optara por la salida institucional al estallido social incluso contra su partido?
–(Sonríe). Es que yo tengo una visión del estallido particular. Estaba en plena lactancia, mi hijo tenía 8 meses y venía con la típica bronquitis del primer mes de jardín infantil. Nos vimos envueltos en la nube de lacrimógenas, le dio una pulmonía… A mí me parecía que era importante poder tener una salida institucional, política, a lo que se estaba viviendo. Y estoy muy orgullosa de que cuando todos los hombres estaban viendo quién era más revolucionario, las que dimos un debate muy grande respecto del acuerdo del 15 de noviembre fuimos sobre todo mujeres de todos los sectores progresistas, no solo de Convergencia Social o del Frente Amplio. Perdón, pero eso fue así. Nosotras dijimos, “oye, pero a esto le falta paridad”. Con eso abrimos la discusión respecto de que había espacio para seguir discutiendo un acuerdo. Y eso marcó un rumbo.
–A propósito de paridad, recién en el último cambio de gabinete se pudo retomar la paridad de ministras y ministros. ¿Cómo toma usted eso?
–Era algo que le había solicitado al Presidente, y fue su voluntad. Pero siempre he dicho que la paridad va más allá de los nombramientos del gabinete. Deben ser paritarios a nivel de seremi, en las empresas públicas del Estado, en todos los nombramientos di- rectos del Presidente (…) Ahora, sin duda recuperar la paridad barre con algo que es bien crítico, que es que cuando sale una mujer se cuestiona a todas las mujeres. Porque cuando sale un hombre no se cuestiona a todos los hombres. Esto muestra que todavía existe esta idea de que las mujeres somos una. Entonces, (se piensa que) porque “A se equivoca, B también se va a equivocar”. Y no, en verdad somos la mitad de la población y, por lo tanto, un grupo muy diverso y, por supuesto, con la misma propensión a cometer errores que el común de la población. Por eso el reclamo del feminismo de que somos plenamente humanas.
–¿Y no pasa lo mismo cuando llega una mujer al poder? Se lo pregunto por la reacción ante la nominación de la ministra de las Culturas Carolina Arredondo en redes sociales, con imágenes de sus roles en series de corte erótico.
–Hay una mezcla de misoginia y rasquería ahí, porque parece que no avanzáramos tanto cuando sí hemos avanzado tanto. No sé si recuerda que cuando la Presidenta Bachelet nombró a la ministra Paulina Urrutia también reflotaron videos de ella actuando. Pero cuando se nombró a Luciano Cruz–Coke, nadie salió a decir que había matado a Peyuco (en la teleserie “Rompecorazón”). Entonces, es una denostación por ser actriz que surge desde la misoginia, en que se barre con que Carolina, además de ser una actriz destacada para el Chile popular que creció viendo “Los Venegas”, es una gran gestora cultural respecto al trabajo teatral comunitario.