Revista Velvet | “Más que la muerte, me preocupa el sufrimiento que vendrá a futuro”
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“Más que la muerte, me preocupa el sufrimiento que vendrá a futuro”

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“Más que la muerte, me preocupa el sufrimiento que vendrá a futuro”

POR Vero Marinao | 08 junio 2020

La alcaldesa de Providencia dice que debemos tener claro que, producto de la pandemia, no sólo habrá muchos muertos, sino también pobreza y cesantía. Esa es su mayor inquietud en este momento. En medio de este panorama desolador, su pasión por el jardín le ayuda a distraerse un poco. También le sirve el humor; cuenta que goza cuando Kramer la imita y que los memes en los que ella aparece corriendo le dan ataques de risa.

Cada año, en junio, Evelyn Matthei pide dos días de vacaciones y se va a su casa de playa en el condominio Las Brisas, en Santo Domingo. Pero no va a descansar; su objetivo es podar –con sus propias manos– sus rosas. Este 2020 se romperá la tradición. “Me encantaría poder ir a mi jardín apenas pueda, es tanto lo que lo gozo, lo cuido y lo quiero. Le conozco el nombre a cada planta. Me da pena no estar allá, pero hay tantas otras cosas urgentes y preocupantes que ni siquiera sé si este año voy a ir en algún minuto, porque, cuando esto pase, también habrá muchas otras cosas de qué ocuparse”, dice.

Pero en su casa en Santiago, la alcaldesa de Providencia también cuenta con un envidiable jardín. Uno con un hermoso y exótico Cornus, además de filodendros y camelias, especies que plantaron sus padres. Con los años, ella también ha sembrado rosas, azaleas, peonías y muchas plantas comestibles, hasta lechugas. Además, tiene varios maceteros, uno de ellos con un kumquat, un árbol enanito que da un fruto muy parecido a una naranja; ese se lo regaló el presidente Sebastián Piñera para una Navidad.

Me relaja muchísimo el jardín, en este último tiempo básicamente he estado sacando maleza, y poniendo hojas que caen de los árboles; las pongo como una capa de vegetal que impide que les llegue la luz y hace más difícil que broten las semillas de la maleza. Lo hago cuando he podido estar en mi casa, un sábado o un domingo”, cuenta, y dice que no ha tenido tiempo para practicar su otro hobby, que es coser su propia ropa. Ni siquiera ha hecho mascarillas. No le alcanzan las horas.

Pese a sus días agitados, se tomó un momento para hacer un video especial. En esas imágenes, ella sale corriendo frente a la Municipalidad de Providencia y dice: “Hola Kramer, ¿cómo está? Aquí estoy corriendo, en el Castillo de Grayskull. Si ‘queríh’ imitarme, ‘teníh’ que aprender a correr más… No, la verdad es que me río mucho con tus imitaciones, eres seco, gran artista”.

Es un saludo que le envió al humorista luego que él parodiara el momento en que la alcaldesa salió corriendo para arrancar de los periodistas. “Hay algunas imitaciones que las hace increíbles. Viví en Inglaterra donde había programas que se reían de la reina, del príncipe, del primer ministro, era una cosa normal, no le encuentro nada grave”, explica.

–¿Y los memes en lo que usted aparece corriendo también la divierten?

–Absolutamente, había memes tan ingeniosos que me daban ataques de risa en mi oficina. No tengo ningún problema. Es parte de la vida.

–Entonces, me imagino que no se arrepiente de haber salido corriendo.

–Me tenían chata la verdad (los periodistas). Estaba tratando de hacer algo que me importaba (dirigir el tránsito) y pasé a ser la estrellita. Yo estaba super preocupada de que la gente pudiera llegar a su pega.

–Fue un impulso ¿Usted es impulsiva?

–No. No soy muy impulsiva, pero cuando estoy chata lo demuestro nomás. Nunca me imaginé que iban a salir corriendo detrás mío los canales (de TV). Eso no lo pensé.

La excandidata presidencial dice que jamás celebra el Día de la Madre, así que el domingo 10 de mayo fue un día como todos los otros. Lo que sí le afecta –porque es “muy de piel”– es no poder abrazar a sus hijos. Y cuenta que toma las precauciones necesarias para evitar contagiarse, pero que no tiene un miedo personal a contraer Covid 19.

–Pero ha pensado que se podría enfermar…

–Nosotros somos siete hermanos y cinco han tenido cáncer. Mi hermano maravilloso murió de cáncer, mi mamá murió de cáncer y, antes de los 23 o 24 años, se murieron mis tres mejores amigos del colegio. El tema de la muerte es algo que tengo muy asumido, tengo súper claro que todos nos vamos a morir, será antes o después; será que se te caiga un avión, el coronavirus, o un cáncer, pero es así nomás. Es parte de la vida. Uno tiene que hacer lo que corresponde, que es cuidarse y cuidar a los demás. A mí me preocupa el coronavirus por los efectos largos que va a tener sobre la pobreza, el empleo, el sufrimiento psicológico, la violencia familiar, sobre los inmigrantes que quieren volver a su país y no pueden hacerlo… Esto tiene una dimensión humana muy terrible, mucho más allá de la muerte. La persona que se murió por último ya se fue, pero habrá sufrimiento y eso me tiene muy preocupada. Para mi gusto eso es lo más complejo. Muchos actúan pensando que esto va a durar dos o tres meses, pero esto fácilmente puede durar dos años. Tengo claro que puedo morir yo o un ser querido, pero también pueden morir por muchas otras cosas. No es un tema que me sea nuevo. En esta oportunidad, lo que me preocupa es el sufrimiento que pueda venir a futuro, más allá de la muerte.

–Según usted, ¿cómo se resuelve esta dicotomía entre la vida versus la economía? ¿Cómo se hace ese balance en este minuto?

–Tengamos claro que va a haber pobreza, que muchas empresas van a quebrar y habrá una tremenda pérdida de empleos. Además, habrá muchos muertos, no hay cómo evitarlo. Y es súper importante señalar que así va a ser, ni siquiera países muy ricos, ni muy ordenados, ni con tremendos sistemas de salud han logrado evitar ambas cosas, nadie lo ha hecho. Lo que nosotros tenemos que hacer es ir viendo en qué minuto el virus permite algún tipo de actividad y en qué minuto no. Por eso, creo que esta estrategia de ir cerrando partes de ciudades o ciudades enteras y volviéndolas a abrir cuando se puede es la mejor forma de ir enfrentando este tema, probablemente la única forma. Porque cuando uno ve que los hospitales están por colapsar, uno tiene que cerrar todo nomás y, cuando uno ve que hay más posibilidades y más espacios en los hospitales y más espacios en las camas críticas, entonces uno tiene que soltar un poco la mano para que la gente pueda hacer algún tipo de actividad económica. Más que eso, no hay mucho que hacer hasta que no haya una vacuna.

–¿Considera que tenemos más capacidad de endeudamiento como país, el Estado podría endeudarse más?

–Ya estamos bien al límite. Endeudarse más ahora sería una locura, porque esto puede durar uno o dos años y, si nos gastamos todas las fichas en este momento, qué va a pasar en un año más. Y qué va a pasar cuando finalmente termine el virus, con qué dinero van a estimular la economía para que las empresas vuelvan a invertir, vuelvan a contratar trabajadores, etcétera. Si alguien nos dijera ‘mira, esto del virus termina en tres meses más’ o ‘termina en nueve meses más o en un año y medio’, claro, uno podría efectivamente programarse para saber en qué minuto va a gastar qué cantidad de plata y, por lo tanto, cuándo y en cuánto puede endeudarse, pero el problema es que nadie sabe cuánto va a durar esto. Gastarse todo ahora, como pretenden muchos, significa que a lo mejor en seis meses más sencillamente no vamos a tener ni siquiera para comer.

–Entonces, usted está de acuerdo con las medidas económicas que ha tomado el gobierno.

–Creo que han sido enormes medidas. Lo que pasa es que nosotros tenemos una cantidad de irresponsables que están incitando a la violencia, son un coro de gente que lo único que dice es “más, más, más” y no se hacen responsables de nada. Así es re fácil.

 

–Desde su punto de vista, la oposición no ha estado a la altura.

–Es una forma muy suave de decirlo. Naturalmente siempre hay una que otra excepción, pero creo que han sido una tropa de ignorantes y de irresponsables.

–Pero más allá de los políticos, las personas comunes también han sido irresponsables.

–No puedo creer que necesitemos carabineros y gente del ejército para que la gente logre cuidarse a sí misma. De verdad es difícil de entender. O sea, ver fiestas en mi comuna y ver fiestas de 400 personas en no sé qué otra comuna… Realmente uno ahí ve la diferencia entre sociedades como la nuestra y otras como la alemana, donde hay una disciplina, una responsabilidad enorme de parte de los ciudadanos. Es una cultura totalmente distinta a la cultura latina, donde sencillamente la gente actúa con una irresponsabilidad que a mí me choca enormemente.

–Pero no cree que también hubo un error del gobierno, del ministro Mañalich en particular, al hablar de ‘nueva normalidad’ y proponer que la gente se tomará un café con amigos.

–A ver, mirando hacia atrás es muy fácil ser General ¿no? Cuando uno ve que durante 15 o 30 días tuvimos 500 casos (de contagiados) todos los días y no subía y no subía (esa cifra) era súper importante tratar de que la gente lograra un poco de equilibrio entre cuidar la salud y poder producir algo, para que no quiebre tanta gente. Ahora, apenas empezaron a subir los números obviamente ese discurso se cambió. Es obvio que si esto dura dos años vamos a tener momentos en que tendremos que acelerar un poco la parte económica y otros vamos a tener que frenar la parte económica y acelerar el cuidado de la salud. Esto va a ser un acelerar y un frenar continuo, porque en realidad lo que vamos a hacer es reaccionar a lo que está pasando con el virus y a lo que está pasando con nuestra realidad hospitalaria. Y, por lo tanto, obviamente que van a haber cambios de ruta a cada rato y en distintas partes (…) Eso no es un error comunicacional, es solamente que en ese minuto se podía y en otro no se va a poder. La realidad va a ir cambiando continuamente por zonas, por tiempo, por las distintas realidades, es imposible mantener un curso estable, porque si hay pocos contagios y estamos todos encerrados en las casas, entonces significa que nos estamos haciendo más pobres por las puras. Y, al contrario, si tenemos muchos contagios y hacemos que la gente salga, entonces va a haber más muertos que los estrictamente necesarias.

–¿Se ha planteado la posibilidad de reabrir el Costanera Center?

–Por lo menos de aquí a dos meses es total y absolutamente imposible. En un momento, cuando vimos que se había estancado en 500 los contagios diarios, obviamente que estábamos viendo si era posible abrir de alguna manera, pero esa realidad cambió. Lo que sí es importante es ir trabajando, desde ahora, en protocolos para que el día en que se pueda abrir, sepamos cómo nos vamos a cuidar, etcétera. Que abramos con precauciones.

–En ese sentido le pareció una mala idea que se abriera el Apumanque.

–Fue una prueba. Lo habría hecho de manera más silenciosa, porque es súper importante que las pruebas se hagan de manera muy controlada. Pero duró un día. No creo que ahí haya habido un mayor contagio que lo que hay al abrir un supermercado, que están todos abiertos.

–Pero el supermercado es primera necesidad.

–Claro, ahora uno nunca sabe qué primera necesidad tiene alguien con otras cosas.

–Pero el Apumanque vende básicamente ropa.

–(suspira) Claro.

–Usted hace un tiempo dijo que se retiraría de la política ¿Se arrepiente de esa declaración?

–No. Esa era mi intención en ese minuto y las cosas cambian y uno tiene derecho a cambiar de opinión.

–Quizás usted no puede vivir sin la política,

–No, yo puedo vivir perfectamente sin la política. Lo que yo deseaba en esa época era fundar un colegio. Y por eso quería dejar la política. Desgraciadamente, con las nuevas leyes que se dictaron durante la época de Bachelet, no tiene absolutamente ningún sentido abrir un colegio; quedó tan mala la ley que todo el proyecto que yo quería hacer es inviable (…) Yo creo que no todos los niños son iguales, y a los 14 años ya hay niños que saben lo que quieren ser. Hay niños que realmente quieren ir a la universidad y otros que no están ni ahí con la universidad. Unos que quieren ser futbolistas, otras cosmetólogas, otros mecánicos. Estuve un año completo delante de dos cursos de 45 alumnos enseñándoles matemáticas, y creo que es una estupidez que todos aprendan lo mismo, porque hay niños que son más rápidos, otros más lentos, unos más interesados y otros menos interesados en otras cosas que no sean las matemáticas. Pero esta cosa de que todos tienen que ir a los mismos tipos de colegios a aprender exactamente lo mismo hace que sea inviable tener un sistema como, por ejemplo, el alemán, que es en el que yo creo. El sueño que yo tenía es absolutamente inviable con estas leyes.

–Su proyecto tenía que ver con resaltar la diferencia entre los niños, entonces.

–Obvio. Uno puede ver lo que hace la hermana Karoline (Mayer) con Cristo Vive… Ellos se han dan dado cuenta de que si a los niños uno les enseña ma- temáticas como se enseña en los colegios, les importa un bledo. Pero si ellos están estudiando cómo ser un muy buen soldador, un soldador profesional que esté entrenado con la mejor maquinaria y con los mejores profesores y que, por lo tanto, le va a ir bien en la vida, a lo mejor va a tener que aprender matemáticas igual, pero va a ser para aplicarlo a aquello que le interesa. Ahí el niño sí va a aprender matemáticas, porque está ligado a otra cosa que le interesa y, por lo tanto, le encuentra la utilidad. Nosotros tratamos a los niños como si fueran salidos de una fábrica; todos igualitos. Y no son iguales, todas estas leyes que se dictaron en ‘Bachelet 2’ son exactamente lo contrario a las de países que han sido exitosos como, por ejemplo, Alemania (…) Hay algunos niños a los que les gusta la música y a lo mejor lo que quisieran es poder practicar un instrumento varias horas del día y tener una educación mucho menos intensiva que el que quiere ser ingeniero. Bueno, eso ya no se puede hacer. Qué sentido tiene hacer un proyecto mucho más humano, real y exitoso si la ley no te lo permite. El sistema educacional chileno es horroroso y, después de esta reforma, se puso peor.

–¿Cuál es su opinión acerca de la repartición de utilidades en Cencosud?

–Es bien complejo ese tema porque la gente cree que Cencosud es todo de un señor y muchas veces confunden distintas empresas. Uno puede tener dentro de Cencosud distintas empresas, puede estar el Easy, el Jumbo, y puede que uno haya tenido utilidades y otro que no, uno que sí esté vendiendo y otro no. Por otra parte, en las microempresas las utilidades son la forma de vivir del dueño, el dueño en general no se paga un sueldo fijo, sino que retira utilidades para poder vivir él con su familia, tiene su plata invertida. Entonces, si uno les prohíbe a todos que retiren utilidades, lo más probable es que vamos a tener más despidos que los que hubiese sido estrictamente necesario, pero eso es difícil de entender. Yo salí públicamente señalando que no me parecía lo de Cencosud y me alegré mucho de que ellos lo hayan devuelto (el dinero de las utilidades), pero también creo que la ley que salió (la que prohíbe reparto de dividen- dos a firmas que se acojan a la protección de empleo) es súper peligrosa porque mucha gente que de verdad necesita retirar utilidades, no podrá acogerse a esta ley de protección del empleo, entonces van a haber más despidos de los que hubiese sido necesario.

–Pero no se arrepiente de haber hecho esas declaraciones.

–No. Yo siempre hago las declaraciones con la información que tengo en ese momento. Pero la ley que salió me parece que es una mala ley.

–Sobre esto mismo de Cencosud, ¿no le hace ruido que el exministro de Hacienda Felipe Larraín se haya incorporado al directorio de Cencosud seis meses después de haber dejado su cargo?

–Hay un tema de estética en eso; realmente esas cosas hay que tratar de evitarlas. Cuando yo salí del ministerio y del tema presidencial, me dije ‘no voy a aceptar ningún puesto en una empresa grande’, porque es súper feo. Me fui a hacer clases y fue una experiencia maravillosa.

–Cuando usted dice estética, quiere decir ética también, las dos cosas al mismo tiempo…

–Ética no sé, porque en realidad no tengo claro que él tenga ningún tipo de información privilegiada que transmitirle a Cencosud. No creo que tenga ninguna información que no tenga el resto de los chilenos. Es más bien un tema de cómo es percibido por el público. Si, por ejemplo, uno trabaja en la superintendencia de Isapre y se va a trabajar al tiro a una isapre, ahí hay un problema ético, porque esa persona probablemente sabe cuáles son los planes y las circulares que vienen, y porque probablemente conoce mucha gente adentro y va a poder conseguir cosas ¿se fija? En el caso del Ministerio de Hacienda es una cosa tan amplia que no veo qué información privilegiada pueda tener.

–En estos momentos ve algún alcalde que sea presidenciable, de izquierda y de derecha.

–No es que lo diga yo, lo dicen las encuestas; Lavín.

–Y de la izquierda.

–No veo a nadie posicionado.

–¿Y a usted le interesaría?

–No.

–¿Definitivamente no?

–Lo que pasa es que cada vez que uno dice “definitivamente no”, después si cambian las circunstancias, me vienen a decir y “¿y usted no se arrepiente de haber dicho que no?” jajaja. Entonces, es súper complejo, no puedo contestar esa pregunta.

–En estas situaciones, como las que estamos viviendo, un político pierde o gana en imagen. ¿Usted siente que ha ganado en imagen durante este tiempo?

–Francamente, muchas veces la gente me dice “oye, te felicito por la encuesta” y yo digo “qué encuesta”. La verdad es que en general no las miro, estoy súper preocupada de tratar de hacerlo bien. Hay un equipo que está trabajando con unas ganas increíbles en Providencia. Si tengo que pelear, peleo. No me estoy guardando ningún tipo de pelea para subir en las encuestas, no estoy tratando de caerle bien a todo el mundo, estoy tratando de hacer las cosas en las que creo.

 

 

 

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