Revista Velvet | Maisa Rojas: “Tenemos que hacer un cambio radical en la estrategia de desarrollo”
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Entrevistas

Maisa Rojas: “Tenemos que hacer un cambio radical en la estrategia de desarrollo”

Maisa Rojas: “Tenemos que hacer un cambio radical en la estrategia de desarrollo”
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Maisa Rojas: “Tenemos que hacer un cambio radical en la estrategia de desarrollo”

POR Lenka Carvallo | 21 julio 2022
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Fotos por Maglio Pérez

La ministra habla del polémico cierre de la Fundición Ventanas en Quinteros. Y relata su historia como hija de exiliados en Alemania, de su relación con el feminismo y su temprana sensibilidad medioambiental que hoy la tiene con la misión de hacer el primer gobierno ecológico de nuestra historia.

María Heloísa Juana Rojas Corradi (48 años), más conocida como Maisa, anda de negro, en un estilo que se podría definir como hippie formal. “Lo compré en la ropa usada”, cuenta mientras agacha ligeramente la cabeza y observa orgullosamente su vestido, más que por el look, porque es una de sus contribuciones para reducir su huella diaria de carbono. “Cuando puedo ando en transporte público y lo mezclo con la bicicleta. En la casa nos preocupamos de no botar residuos de comida; porque un tercio del alimento que se produce, desde el agricultor hasta tu plato, se pierde… Entonces, no se trata solo de un tema moral, hoy la tercera parte de las emisiones de gas invernadero provienen de estos desechos”, asegura la ministra de Medio Ambiente. Entre otras de sus prácticas está el bajo consumo de agua y electricidad. Todos gestos fundamentales en momentos en los que, advierten los científicos, si la temperatura global supera los 1,5 grados Celsius, el planeta se expone a las mayores catástrofes climáticas de la historia y su inminente destrucción.

“Tengo harta conciencia medioambiental. Viene de mi infancia en Alemania, donde reducir el consumo lo más posible es algo cultural”, asegura Maisa Rojas, quien hasta los 14 años vivió con sus padres en Hannover, luego de que fueran exiliados en 1973. “Ellos eran bien jóvenes, militaban en el Mapu”, cuenta sobre la facción de izquierda surgida entre jóvenes universitarios escindidos de la Democracia Cristiana. “Allá vivimos en una comunidad junto a familias alemanas, la mía fue una infancia bien hippie”.

En la memoria de Maisa Rojas hay una casa muy grande, donde se compartía la cocina, el living y el baño. Había perros, gatos, loros y muchos niños… “Era una ciudad pequeña, aunque tampoco tanto; había metro y muchas áreas verdes”, recuerda. “Fue una infancia súper independiente, de mucha libertad. De chiquitita me iba en micro y metro al colegio, podía ir sola al bosque. Siempre estuve conectada con la naturaleza”.

Fue en su infancia donde sus intereses científicos empezaron a desarrollarse: “Mis padres son cientistas sociales; yo soy la única científica de la familia. Todos los libros que leía eran sobre naturaleza, experimentos. También fue una niñez de gran sensibilidad social y preocupación medioambiental: eran los tiempos de la hambruna en África, de Chernóbil, la Guerra Fría todavía. En Alemania había un fuerte movimiento antienergía nuclear”.

–¿Cómo fue el regreso a Chile?

–Al principio viví con mis abuelos. Conocí a mis primos, pero fue chocante porque la libertad que había tenido en Alemania se restringió mucho. Mis abuelos vivían con harto susto y había que tratar de pasar desapercibidos… Mi madre es asistente social y trabajó un tiempo en la Vicaría de la Solidaridad, después en un organismo internacional de migraciones que ayudaba a la reinserción de exiliados. Entonces siempre tuve presente cuando empezaron a volver los chilenos.

Hoy la ministra, si bien se define políticamente como de izquierda, no tiene afinidad por un partido. “Recuerdo de muy chica haberle comentado a mis padres que la gente de izquierda era buena porque a la izquierda se encontraba en el mismo lugar donde está el corazón, lo que ilustra muy bien mi aproximación a política hasta el día de hoy. Pero soy gregaria y me importa mucho la colaboración, la vida en comunidad, pero nunca he militado, no sé por qué”, dice y agrega que desde niña además fue una feminista convencida. “A los 10 años, pasé una etapa en que me vestía solo de morado”.

Licenciada en Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y con un doctorado en Física de Atmósfera en la Universidad de Oxford, Reino Unido, afirma: “Escogí una carrera muy masculinizada; desde que entré a la universidad he estado en un mundo de hombres. Durante muchos años traté de adaptarme, de no hacer mucho ruido, pasar piola… En Oxford no había ninguna mujer en mi área; poquitas estudiantes de doctorado y posdoctorado, pero era lo normal, así era el mundo nomás y no te lo cuestionas tanto. Pero cuando nacen tus hijos aparece el techo de cristal y tu manera de trabajar cambia…”.

–Hoy las mujeres somos consideradas agentes de cambio a nivel medioambiental. ¿Cómo lo ves?

–No es casual; las mujeres cuidamos; nos preocupamos de la salud de los demás y del planeta. Culturalmente la agenda de cuidado la han llevado desde siempre las mujeres. Ahora, lo que se necesita es que esto se transversalice y no dependa solo de nosotras, sino que el cuidado, la solidaridad, la colaboración, sean también valores en el espacio público. Esto, en contraposición con la competencia, la no colaboración, que es lo que ha caracterizado a la forma en la que se han tomado las decisiones durante los últimos 200 años. Las crisis de cambio climático, biodiversidad y contaminación se debe a una mala relación como sociedad, lo que nos ha llevado, por ejemplo, a que en el caso de Chile existan zonas de sacrificio, lugares donde hemos decidido que algunos paguen los costos de nuestro desarrollo sucio.

–¿Propio de un país neoliberal?

–Es global. Tiene que ver con una mala relación con la naturaleza, una visión muy del Siglo XIX y XX, de creer que el mundo es infinito, que los recursos están ahí para que los usemos y nos desarrollemos. Pero ahora vemos que el mundo es muy finito y que tenemos que hacer un cambio radical en nuestra estrategia de desarrollo.

Y sobre el polémico cierre de la fundición Ventanas, tras una serie de episodios críticos que incluso olvidaron a cerrar temporalmente los colegios de la zona de Quinteros, la ministra señala:

—El cese de la fundición Ventanas fue una decisión de Codelco y como gobierno lo apoyamos porque el 62% de las emisiones de dióxido de azufre en Quinteros proviene de ahí. Entonces, si la fundición deja de funcionar, el riesgo de daño a la salud por este contaminante disminuye considerablemente. Ahora, estoy convencida de que todas las empresas públicas y privadas deben mejorar sus protocolos de operación y aquí las empresas del Estado deben dar el ejemplo y apuntar a estándares ambientales con las mayores exigencias posibles.

La ministra explica que el cierre será por etapas:

—Lo primero es que tiene que aprobarse un proyecto de ley que libere a Codelco de la obligación de fundir los minerales de ENAMI exclusivamente en Ventanas. Mientras, establecimos nuevas exigencias y acciones concretas que serán fiscalizadas por la Superintendencia de Medio Ambiente, lo que ya está en marcha. Luego, Codelco debe pedir un cierre temporal al Sernageomin y de ahí ingresar al Servicio de Evaluación Ambiental para el cierre definitivo. Entonces esto va a demorar alrededor de 5 años hasta que se desmantele la fundición. En cuanto al funcionamiento con los nuevos planes de operación, la idea es que, cuando ocurran condiciones de mala ventilación, todas las industrias tendrán que tomar acciones para reducir sus emisiones en forma inmediata. La Seremi de Valparaíso está revisando en detalle un total de 19 planes mientras que el de Codelco ya está aprobado. Se trata de un enfoque preventivo y precautorio que pone el derecho a la salud y la vida por sobre el funcionamiento de las empresas.

–En la última COP 26 se advirtió de que si superamos los 1,5 grados nos expondremos a la destrucción inminente de nuestro planeta. Hoy estamos en 1,1…

–El 2015 se aprobó el Acuerdo de París, que tiene como objetivo limitar el calentamiento por debajo de los 2,2 grados y proseguir los esfuerzos para mantenerlo a 1,5. Sin embargo, en la COP 26, y dada la evidencia abrumadora que estamos teniendo, se decidió olvidarse de los 2,2 grados porque no es viable. Ya los efectos que estamos viviendo hoy son gravísimos y difíciles de enfrentar de manera exitosa. Tenemos que hacer todos los esfuerzos para limitarlos a 1,5, lo que es una ventana de oportunidad que se nos está cerrando muy rápidamente. Por eso es una muy buena noticia que ahora en Chile contemos con una Ley Marco de Cambio Climático; es una herramienta muy significativa que se hace cargo de las causas y las consecuencias de esta crisis. Lo primero lo aborda a través de la mitigación; esto es dejar de quemar combustibles fósiles para movernos, para calefaccionar, para producir energía y alimentarnos, con un compromiso de carbono neutral a más tardar para el 2050. Claro que se trata de una ruta ancha, no una línea recta, por lo que habrá avances y retrocesos, pero fija un norte. La ley también se hace cargo de las consecuencias, donde la mayor y más dolorosa es la sequía, y eso lo hacemos a través de la adaptación…

Hace una pausa y añade:

–Aquí hay un concepto que me gusta mucho: resiliencia, que es una capacidad de los sistemas (que se usa tanto en la mecánica, la psicología, la ecología) de poder enfrentar los shocks, como el de la pandemia, que justamente nos demostró que no éramos muy resilientes. La razón es que somos muy desiguales, algo que debemos resolver de manera urgente. Fíjate en los mapas de áreas verdes: las olas de calor afectan de manera distinta si yo tengo un gran patio y una piscina, si estoy cerca de un parque o en un lugar sin plazas o con muy pocos árboles. Para ser una sociedad que pueda enfrentar estos shocks es fundamental la equidad, porque las pandemias, la sequía o las olas de calor seguirán ocurriendo. Además, ahora tenemos una guerra…

–Hoy la cartera de Medio Ambiente está encargada de la coordinación interministerial para establecer una nueva gobernanza hídrica, como lo señaló el presidente Boric en su cuenta pública.

–Él dijo que la sequía es la cara más visible, aunque no la única, de las consecuencias por el cambio climático, pero que a pesar de que ya lleva varias décadas y han pasado muchos gobiernos, la crisis se ha profundizado. Tenemos que cambiar de método, no podemos seguir intentando resolver un problema con las mismas soluciones. Así, si bien hasta el gobierno anterior el tema del agua era coordinado por el MOP, tiene un punto de vista sectorial respecto del tema hídrico. Lo mismo que Agricultura y Energía, que tienen sus propios enfoques. Un problema que es complejo y sistémico no lo vamos a resolver con una mirada sectorial y por eso decidimos que será este ministerio, cuyo mandato es cuidar los recursos naturales, incluido el hídrico, el que coordine este comité. Es un cambio de timón en la manera en la que se mira el problema, para de una vez por todas comenzar a darle seguridad hídrica a los chilenos. Y para cuantificar de cuánta agua disponemos, la mejor manera es a través de la instauración de consejos de cuencas y en eso estamos trabajando. Habrá uno en cada región, algo que por lo demás está incorporado en la nueva Constitución. Lo interesante es que ahora se podrán tomar decisiones sentándose a la mesa los representantes de cada cuenca, autoridades, usuarios, los que tienen derechos de agua y los que no, con el mandato de que existe un uso prioritario para consumo humano. Así podremos dar respuesta a esta realidad que viven las regiones y zonas rurales hace décadas, pero que acá recién se le está tomando el peso, porque el peligro de racionamiento está llegando a Santiago. Esto está creando conciencia de la magnitud del problema.

–La RM se abastece de la cuenca del Maipo y del Mapocho. Si bien ambas están en una situación crítica, la del Mapocho –que abastece al sector oriente de la capitales la peor en décadas de la historia… El racionamiento es inminente para Vitacura, Las Condes, Lo Barnechea, aunque pareciera no existir un uso consciente de este recurso.

–Si bien el promedio de consumo de la población está entre 180 y 200 litros por persona al día, hay comunas que están consu- miendo entre 300 y 400. Entonces también ahí hay un tema de justicia importante que resolver aquí.

–A este ministerio también le toca hacer el primer gobierno ecologista de la historia.

–Todas nuestras actividades económicas y sociales dependen de un medioambiente sano, y el nivel de degradación en el cual estamos está poniendo en peligro la sobrevivencia de nosotros como especie y como chilenos y chilenas. No podemos seguir socavando ese sustento medioambiental, lo que significa dejar atrás esa falsa disyuntiva entre desarrollo económico y cuidado del medioambiente. El cuidado de nuestro ecosistema no puede seguir siendo visto como una traba sino como una condición para el desarrollo. Aquí la Ley Marco de Cambio Climático es una llave muy importante porque nos da una ruta para enfrentar esta grave situación; incluye varios compromisos de biodiversidad, que es nuestra otra gran crisis. Y el tratado de Escazú (aprobado por el Senado) también es una llave muy importante porque garantiza la implementación plena y efectiva de los derechos de información, participación y acceso a la justicia. Eso, más una nueva Constitución Verde, que espero se apruebe el 4 de septiembre, estoy segura marcarán un antes y un después para Chile en materia medioambiental.

–Para la cumbre de la OEA, el presidente Gabriel Boric lideró el lanzamiento de la coalición “Américas por la Protección del Océano” junto a representantes de nueve países. ¿De qué se trata concretamente?

–Va en la línea de los compromisos de ser un gobierno ecologista; hace frente a tres de las crisis que estamos enfrentando a nivel planetario: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación; no nos olvidemos que toda la polución llega a los océanos, que además es el mayor sumidero de carbono, por lo que cumple un rol muy importante en la mitigación y la adaptación al cambio climático. Entonces el acuerdo que firmó el Presidente Boric busca establecer una red de áreas marinas protegidas que estén ecológicamente interconectadas en el Océano Pacífico. Hoy el 42% de nuestra zona exclusiva está protegida, lo que es bastante alto; somos pioneros en ese sentido, aunque está aún en el papel. Mi sello en el ministerio será avanzar en una gobernanza efectiva.

 

 

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