En una semana, este argentino tuvo que sumar dos shows extras en Santiago de su espectáculo de stand up “Unipersonal”. Su figura y humor explotaron por el impacto de sus espectáculos en Comedy Central, Netflix y redes sociales. Aquí, nos habla en una pausa de su imparable vida en gira.
En un suspiro volaron las entradas para su show a fin de mes en Santiago. Por eso, rápidamente, se levantó una segunda función de “Unipersonal” repitiendo la euforia y días después, una tercera. Para sus fanáticos no es sorpresa, ya que el exitoso comediante argentino Luciano Mellera (40) ha extendido su humor –y fama– a un público masivo gracias a su especial de Netflix (“Infatiloide”) y clips de sus presentaciones de stand up que atraen virtualmente a sus más de 6 millones de seguidores en redes sociales (TikTok, Instagram, Facebook) –además de otros cientos de miles que lo encuentran gracias al caprichoso algoritmo– con un humor fresco, rápido e interactivo con la audiencia.
Un estilo que, aparte de llenar miles de butacas, como pasó en el legendario Luna Park, también lo ha hecho referente gracias a una charla TED y diversos conversatorios que lo ponen de figura central, aunque, como pasa en sus shows, transmutan a un confesionario de los asistentes.
En una agenda marcada por los viajes dentro del continente y cruzando el Atlántico, Mellera llega en una penúltima parada latina antes de emprender nuevamente a varios compromisos en España.
–Generalmente cuando hablamos de tour lo asociamos con lo rockero. ¿Cómo es la vida de un comediante en gira?
–Mucho más aburrida que lo que se imaginan (definitivamente mucho más tranquila que la de un rockero). Pero es tal como yo la necesito. Para empezar, no tengo mucho tiempo libre ya que llego a una ciudad, hago check in en el hotel, como algo, me baño, me preparo y voy hacia el teatro a probar sonido y luces. Luego aguardo en el camarín mientras ingresa el público, hago el show, me quedo a la salida saludando a quienes me esperen, voy a cenar y a dormir al hotel. Al otro día temprano, al aeropuerto hacia la próxima ciudad; y así se repite todo el año. Pocas veces tengo tiempo de recorrer ciudades. Tal vez podría estirar mis estadías, pero no estaría nunca en mi casa. Y nos veríamos muy poco con mi perrita Casimira y mi novia Poli. Sé que esta descripción de gira va a decepcionar a más de uno, que esperaba locuras de comediante, pero, aunque no lo parezca, lo que hago es un trabajo.
–¿Cómo cambia tu mirada y humor (las cosas que te dan risa) al cumplir 40 años?
–Por ahora no me cambió en nada. Siento que sigo teniendo la misma mirada hacia el humor que cuando era chico y me enorgullezco de eso. Creo que no hay que dejar de maravillarse con la vida, con el universo, con las pequeñas cosas, con la gente, con uno mismo porque, si no, ¿para qué seguir cumpliendo años?
–En tiempos de lo políticamente correcto, ¿es más difícil armar un stand up? ¿Cómo te manejas con las funas y las redes sociales?
–Es lo mismo que siempre. Simplemente, en los últimos años aprendimos varias cosas como sociedad y si a alguien le cuesta adaptarse a los tiempos actuales, va a estar muy complicado para vivir rodeado de gente; la dificultad en hacer humor no será el mayor de sus problemas. Quien diga que hoy ya no se puede hacer chistes con nada, simplemente es porque no se le ocurre cómo hacerlos. Si la intención es claramente noble y la búsqueda, el fin, es el humor sin lastimar a nadie, la gente siempre lo entenderá y, si el chiste es bueno, reirá.
“El problema de las redes es que la humanidad no está preparada para que todo el mundo esté permanentemente opinando sobre absolutamente todo. Sin filtro, ni información, de manera anónima, sobre temas sensibles y sobre uno mismo. Hay gente que tiene vidas miserables y por no querer o no poder resolverlo, elige hacer miserable la vida de los demás. Habría que ignorarlos. A veces es difícil, pero se intenta”.
–Cuando has venido a Chile interactúas mucho con el público, ¿qué te llama la atención de nuestro humor y la forma de usarlo para ver (y entender) la sociedad local?
–En todo el mundo interactúo con el público. En Chile, particularmente, me llama la atención el nivel de buena onda, amabilidad y respeto que manejan. Además, son muy divertidos participando en el show. Me encanta ir a Santiago y siempre lo incluiré en mi gira. Tengo muchas ganas de sumar más ciudades porque tengo clarísimo que Chile no es solo Santiago. Ojalá pronto pueda hacerlo.
–Cuando aterrices en Santiago se estará realizando el Festival de Viña, ¿te han ofrecido participar?, ¿qué piensas del humor en ese escenario? ¿Lo has visto?, ¿alguna rutina que te sacara carcajadas?
–Me encantaría ir a Viña, pero no al festival. Siento que saca lo peor del público. Se transforman en todo lo contrario a lo que describí en la pregunta anterior. Además, no me interesa pararme frente a gente que no está eligiendo verme a mí. Lo hice durante muchos años, al comienzo de mi carrera y, mientras pueda evitarlo, así será. No tengo ganas de exponerme frente a una masa de gente que ostenta de un poder efímero sobre los artistas que están intentando entretenerlos con buena onda. Y es que no hay nada más lejano a lo que yo pretendo de un show que esa actitud. No está en mi agenda participar de un evento donde, si digo algo que no le guste a un grupo, me pifien casi por deporte. La comedia no se trata de eso. Ambas partes tienen que estar predispuestas a pasar un grato momento. Si me quieren ver, vengan a mi show. Yo no voy a imponer mi presencia frente a nadie que no pretenda escucharme. Estoy infinitamente agradecido porque mi público me elige y yo, definitivamente, los elijo a ellos.