La modelo acaba de lanzar su marca LisbyLis, su primer producto es un perfume del mismo nombre y pronto lanzará una línea de skincare. Esa es su veta como empresaria, que combina a la perfección con la maternidad y su primer hijo Noah. Profesionalmente le encantaría poder coanimar un programa de televisión, pero dice que, lamentablemente, en Chile la han encasillado como chica reality.
Lisandra Silva cuenta que su padre siempre trabajó en hoteles emblemáticos de Cuba, así que ella creció en medio de turistas y tenía permiso para meterse en la piscina los fines de semana. “Yo siempre he tenido una visión muy internacional. Al contrario de muchos cubanos a los que se les prohibía hablar o estar cerca con extranjeros, yo tuve una infancia diferente y eso me hizo tener una mentalidad diferente. Una no escoge la niñez o cómo la pasa”, dice la modelo y conductora de TV.
“Estudié economía y, como a los 16 años, hice las prácticas de economía en un hotel donde trabajaba mi papá. Pero siempre quise ser artista, no tenía otra aspiración. Estudié economía porque era una escuela que estaba cerca de mi casa, pero yo tenía aspiraciones de cantar, de bailar. Hice un disco yo misma a los 7 años con canciones escritas por mí. Ojalá lo tuviera, me encantaría escucharme”, dice.
A los 14 años, Lisandra se acercó a una casa de casting. “Y ya me creía grande. Trabajaba como extra y me pagaban como 5 dólares por toda la jornada. Eso para mí era muchísimo”, recuerda.
A los 16 años supo que, en otra agencia, los extras ganaban 100 dólares por el mismo trabajo que hacía ella. Y ofreció sus servicios, porque en ese tiempo se usaban muy delgadas, y me vestía fatal. Cero fashion. Me vestía con animal print y con hartos flecos. Y según yo, mientras más cosas me ponía, era mejor, no tenía idea del fashion ni de nada (…) Y la jefa de la agencia me miró y me dijo ‘mire mijita, usted tiene que bajar 15 libras, quitarse ese pelo rojo, tiene que dejarse crecer las cejas y no se me puede vestir con esos flecos. Tienes la piel percudida y tienes que lavarse con azúcar prieto (rubia). ¡Me destruyó! y yo tomé lo que me dijo como si fuese la Biblia, pensé ‘tengo que hacer lo que me dijo esta mujer’. Empecé a ir a castings, y en muy poco tiempo me eligieron como protagonista”, comenta. Pero le tiñeron el pelo de amarillo y se lo quemaron. “Me lo tuvieron que cortar muy cortito y yo creo que le di lástima (a la jefa de la agencia), o quizás me vio futuro, no sé, pero me acogió debajo de su ala; me creó un outfit y me hizo un lookbook. Y me empezaron a llamar y trabajé mucho. Empecé a buscar mis lucas muy joven”, continúa.
A los 18 consiguió ir a trabajar a Turquía y volvió a la Isla; luego fue a Francia, y volvió a la isla, luego fue a España, y volvió a la isla; luego a Italia… y no volvió más a la isla. Sólo de visita. Era un con- trato por cinco años con la agencia Model Plus.
“Llegué con una maletita pequeña y unas sandalias a las que se le cambiaban las tiritas de colores para que parecieran pares diferentes (…) Mi primer trabajo allá fue para las cremas Nivea y dije ‘guau’, porque eran las cremas que yo me echaba en Cuba. Y desde ahí no paré, hasta que hice un casting para un programa de televisión que se llama Ciao Darwin y estaban buscando a una chica que se llama Madre Natura. A las nueve de la noche, apagaban todas las luces del programa y encendían sólo una luz en una escalera y salía esta chica que era Madre Natura vestida como Eva. Y a la que escogían como Madre Natura se hacía famosa. Y yo eso no lo sabía. Hice el casting y quedé. Y cuando contaba a mis amistades que iba a ser madre natura, me abrían los ojos, era como si dijera ‘Dios’. Y, bueno, ahí entré en el mundo de la fama, el mundo del espectáculo”.
Le fue muy bien en Milán, ganó bastante pero, tras una decepción amorosa, decidió irse a Estados Unidos a estudiar inglés. Llegó a Nueva York pero, a los dos meses, se fue a Miami. Y ahí las cosas empezaron a ir mal. Abrió una cuenta con lo que había ganado en Italia, pero se la congelaron sin aviso. “Me bloquearon la tarjeta con todo el dinero que tenía adentro. Me frizaron la cuenta para hacer averiguaciones, porque no les pareció que una cubana llegara de Italia con toda esa plata, les pareció todo muy raro”.
Tuve que contratar abogado en un proceso que duró 11 meses. “Desde la comodidad total y perfecta, me encontré en la calle, no tenía ni un peso, y empecé a venderlo todo, mis joyas, ropa, carteras, todo lo que tenía. Empecé a trabajar por la izquierda (no legalmente) en una cafetería y luego en discotecas como bartender y, así fui sobreviviendo hasta que me dieron el Social Security. Y bueno ahí fui a Univision a buscar trabajo y me contrataron para Nuestra Belleza Latina, que me hizo muy popular en Estados Unidos. Es un concurso de belleza pero que es como reality. Quedé entre las finalistas y después me llamaron para hacer Nuestra Belleza Latina VIP, al año siguiente… y ahí ya me había recuperado emocional y económicamente, pero fue un año negro-negro”.
Luego la llamaron para hacer el reality Doble Tentación en nuestro país. “Y yo busqué a Chile en el mapa, porque no sabía bien dónde estaba. Me vine pensando en que iba a estar tres meses y que regresaría a Miami. Pero me enamoré de Chile, de la gente, del trabajo. Siempre he tenido buena acogida, y decidí quedarme un poco más y, bueno, llevo 4 años y medio, un hijo, pareja (Rául Peralta, de los Power Peralta)”.
MÁS ALLÁ DE LA MODA
“Me gusta la moda, pero yo siempre he tenido interés por la televisión, por la locución, por hablar con la gente, por espresarme. Más que una pasarela, me gusta mucho más la interacción con la gente, con las cámaras, hablar, reírme, tengo esta nota un poco cómica”, dice Lisandra asume que está orgullosa de los riesgos que ha tomado.
“Me he forjado solita”. Nunca he tenido a nadie que me diga qué hacer, ¿me entiendes?, yo siempre he estado tocando puertas y como muchos artistas, como mucha gente, he recibido muchos ‘no’. Nunca he tenido miedo a dejarlo todo por buscar un mejor camino, por ejemplo yo dejé todo en Cuba, dejé mi auto, mi familia, todo lo que tenía y me fui a buscar fortuna a Milán. Y cuando en Milán vi que no me sentía bien conmigo misma, no tuve miedo de dejar todo, apartamento, auto, trabajo. Lo dejé todo por un nuevo inicio en Estados Unidos, partí de cero, cero, cero. Y cuando me vine a Chile, fue lo mismo. Dejé la casa con todo lo que tenía adentro y empecé una nueva vida acá. No tengo miedo a partir de cero buscando una vida mejor. Esa ha sido mi vida, la búsqueda de la felicidad”.
–¿Y viajas seguido a Cuba a ver a tu familia?
–La verdad es que no. Siempre intento ir por lo menos una vez al año, pero ahora ha sido difícil por el Covid.
–¿Y extrañas Cuba?
–Sí, pero yo me fui hace mucho tiempo. Al final todo es una cosa mental, pero cada vez que voy a Cuba es hermoso regresar, hermoso ver a la familia. Poder disfrutar del país porque es un país bien lindo. Pero por otro lado es doloroso, porque lo veo siempre cada vez peor. Veo a la gente que sufre, veo a la gente que pasa hambre, veo a la gente que no avanza en la vida y eso duele muchísimo. Duele muchísimo ver que tu país no avanza, está estancado. Y me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de salir y de poder haber avanzado en la vida, poder sentirme plena, feliz, y tener ciertas cosas que en Cuba no hubiese sido posible.
Lee la entrevista completa en la edición impresa de Revista Velvet.
Fotos Javiera Eyzaguirre Producción Matías Núñez Maquillaje y pelo Humberto Moya Asistente de fotografía Patricio Miranda Post producción Dafne Carvajal