Lejos del retiro, este emblema de la prensa vive un momento pleno de proyectos. Ya recuperado del susto cardíaco que vivió el año pasado, disfruta de un presente plagado de reconocimientos, como el premio nacional de la Fundación IHEFútbol y la inauguración del “Salón de honor Pedro Carcuro” en el Estadio Bicentenario de La Florida. Conversador de lujo, su mirada es la de quien ya lo ha visto todo.
Por Claudia Paz González Foto John Ponce
Dicen que los verdaderos periodistas nunca se jubilan, y Pedro Carcuro es la fiel representación de esa premisa. A sus 81 años, es el mismo apasionado del deporte y de la vida que debutó en 1972 por las pantallas de TVN con el programa de boxeo Guantes de Oro. Tras una operación en 2024, donde le cambiaron la válvula que tenía en el corazón desde hace quince años, el comunicador define su estado como “mejor que nunca”. Es disciplinado con los remedios y, a la hora de los festejos, se mide; pero restarse, jamás.
Su carrera, de más de cinco décadas, está marcada por la cobertura de grandes eventos y la conducción de distintos programas. En la señal estatal, conduce Había una vez: 10 grandes relatos de Pedro Carcuro, donde, junto a Gonzalo Fouillioux, rememora momentos históricos del deporte nacional; y participa en El Medio Día, compartiendo anécdotas y reflexiones. En Radio Agricultura, lidera El Rompecabezas, un espacio de entrevistas con diversas personalidades nacionales e internacionales, además de microprogramas informativos sobre fútbol, emitidos cuatro veces al día durante la programación deportiva de la emisora.
–¿Cómo has conseguido mantenerte en primera línea durante toda tu carrera?
–Creo que, si no te adaptas a lo que está pasando, simplemente quedas fuera de la carrera. Hay que correr al ritmo de lo que se impone, de lo que está ocurriendo. Hay que aprender, corregir y cambiar todo. Todo forma parte de uno mismo, de poder seguir. En ese sentido, he tenido suerte. Me he adaptado y tengo presencia en la radio, en la televisión. Estoy haciendo algunas cosas en las plataformas virtuales. Trabajo con mucho entusiasmo, con mucha pasión, y buscando dar lo mejor porque sé que, si no lo hago bien, quedo fuera de la carrera. Y quiero retirarme bien; no quiero ser empujado.
–Pero, ¿te quieres retirar?
–No sé si ese es el término correcto, pero sé que voy por el camino y que estoy cerca de la meta. No tengo ninguna duda de eso, porque es algo natural, algo que tiene que pasar. Y eso hay que asumirlo con dignidad, con inteligencia y respeto por el calendario, pero siempre tratando de pasarlo bien, de disfrutar.
–¿Cómo te desconectas?
–A mí me gusta mucho mirar el mar. Voy a Costa Brava, cerca de Concón, y me siento mirando el mar y eso me repone de una manera que tú no te puedes imaginar. Me relajo, bajo dos cambios. Puedo estar toda la tarde hasta que caiga el sol, hasta que se hunda en el mar. Estoy ahí mirando, tranquilo.
–Cuando miras hacia atrás, ¿qué te habría gustado hacer que no hiciste?
–En las comunicaciones hice todo lo que quise y mucho más, porque me dieron cosas que no tenía presupuestadas. Por ejemplo, cuando hice El sillón presidencial, entrevisté a todos los candidatos. Ahora es probable que también repitamos la experiencia del carpool; quizás entrevistemos a los candidatos que estén ahora en primera vuelta. Así que siempre hay desafíos que uno está masticando, siempre hay cosas que uno quiere hacer.
Sin embargo, el hombre que patentó la frase “me pongo de pie” como homenaje a su padre, cuando Italia le metió el gol del triunfo a Alemania Federal en el Mundial de Fútbol de 1982, admite que hace dos años no tenía la misma motivación. “Fue un tiempo en el que sentía que estaba como planeando. Hacía las cosas que correspondían, pero me faltaba un poco esa pasión con la que yo hago las cosas, porque no me sentía cómodo. El traje me quedaba chico, las mangas muy cortas, no sé. Pero no era un momento muy feliz. Sin embargo, en los Juegos Panamericanos Santiago 2023 ocurrieron circunstancias que hicieron que recuperara mi lugar, y todo fue excepcionalmente positivo”.
MIGRACIÓN, XENOFOBIA Y RACISMO
–¿Y cómo ves los problemas del Chile de hoy?
–Lo que tú me planteas es de difícil respuesta. ¿Por qué? Porque si me lo hubieras preguntado hace 20 años, te habría respondido igual que en otros momentos: en 1970, cuando llega la Unidad Popular al poder; cuando se rompe la dictadura militar; cuando queríamos recuperar la democracia… Siempre hemos estado rodeados o inmersos en problemas graves y, de alguna manera, nos las arreglamos y nos acomodamos para salir adelante. Lo nuevo es la inseguridad, que nunca la habíamos advertido tan grave, porque las urgencias de la salud pública y la educación pública, que retrocede y de pronto se debilita frente a la educación privada, ¡son temas que hemos discutido mil veces en los últimos 50 años!
Su familia llegó a Chile desde Italia, seducida por el boom minero del fin del siglo XIX, y el tema migratorio no le es indiferente. “Hoy, la inmigración es distinta, porque está marcada por una pobreza extrema, de gente que escuchó hablar de este Chile, que aquí se vivía bien, que estaba a las puertas del primer mundo. Pero todo terminó desbordándose con la llegada de los indocumentados y el mundo de la delincuencia. Entonces, tenemos una inmigración marcada por la xenofobia y un aumento del racismo. Antes, aquí había una política de puertas abiertas de verdad para recibir. Ahora existe un rechazo muy exacerbado, muy en la piel de la gente. Un nacionalismo casi absurdo que roza con el fanatismo nacionalista”, reflexiona.
–¿Cuál fue el entrevistado más difícil de este medio siglo?
–A Mercedes Sosa la admiraba mucho y… reboté durante toda la conversación. No hubo caso, no fluyó. Y me pasó un poco lo mismo con Joaquín Sabina. Sí, tuve otras entrevistas con gente que uno no se imagina. Por ejemplo, con Sarah Ferguson tuvimos muy buena onda, sintonía de colorines (ríe). Era un personaje tan distante y tan distinto… Bueno, porque no hablaba ni una palabra de español, pero tenía sonopronter y la pasamos bomba. Hicimos una preentrevista en el Hotel Sheraton y su disposición fue fantástica. Fue como si nos conociéramos de toda la vida.
FIN DE LA ILUSIÓN
Tras años de masticar fracasos, Pedro Carcuro fue testigo privilegiado del auge de la “Generación Dorada” que le dio al fútbol chileno un nuevo y temporal estatus en un deporte donde el rendimiento siempre había sido un derrotero de mediocridades y sueños incumplidos. “Nosotros, históricamente, hemos estado en posiciones intermedias a nivel latinoamericano y sudamericano, que es donde más se ha desarrollado el fútbol. Siempre hemos sido un equipo básico y fundamentalmente de mitad de tabla, con esporádicas actuaciones destacadas. Y en un momento de crisis llegó Marcelo Bielsa”, recuerda, desde uno de los estudios de Radio Agricultura.
–Y todo cambió.
–Fue él quien creó una auténtica revolución, un cambio profundo en la actitud de los deportistas para competir, en el comportamiento que debían tener y en el sentido de equipo que debían conseguir. Todo esto se complementó después con Sampaoli, pero Bielsa es el constructor de una tabla nueva y distinta. Esa es la Generación Dorada, que llegó al Mundial de Brasil 2014, un equipo de clase mundial. O sea, si te digo que ese palo de Pinilla entra, la historia de ese Mundial no sé a dónde podría haber llegado, porque nosotros teníamos a uno de los mejores equipos del mundo. ¡Ya no un equipo intermedio a nivel sudamericano, sino un equipo que podía competir a nivel mundial!