Firme en su lealtad al monarca que cumple 25 años en el poder, la diplomática desclasifica su historia personal para mostrar cómo el universo femenino avanza en equidad y paridad como un ejemplo para toda la órbita árabe. La más antigua de las embajadoras en ejercicio en el país, es también la decana del cuerpo diplomático acreditado en Chile, una mujer que cambió su dote y se quedó sin fiesta de matrimonio para seguir con sus estudios.
Por Alfredo López J. Fotos Bárbara San Martín
Lleva ocho años en Chile y el dominio de su castellano, apresurado y absolutamente expresivo, marca el estilo de una mujer contemporánea y cosmopolita, pero que -al mismo tiempo- mantiene a raya su identidad y su cultura. Está orgullosa de su nombre ya que Kenza significa “tesoro’” y su apellido, El Ghali, “algo costoso, caro”, dice mientras ajusta el hiyab en su cabeza, un pañuelo de seda que marca sus gestos rápidos y elocuentes.
Con una larga carrera política, ha sido vicealcaldesa de Fez y vicepresidenta del congreso marroquí, además fue observadora en organismos legislativos como el Fofrel de Nicaragua, el parlamento de Guatemala, el parlamento Andino en Colombia y el parlamento de Panamá. Asimismo, ejerció el rol de coordinadora de las relaciones de su país con distintos organismos legislativos de América Latina.
Fue el rey Mohammed VI quien la nombró embajadora en nuestro país, donde la eficiencia de su trabajo le ha permitido extender su misión. Cumplió ocho años como la más antigua de las embajadoras en ejercicio en el país, lo cual la convierte en la Decana del Cuerpo Diplomático acreditado en Chile.
“Puedo hacerlo. Soy madre de cuatro hijos, el mayor ya tiene 39 y el menor 26 años. ¡Y tengo cuatro nietos! Es que me casé a los quince años… Me vine a Chile con mi marido, Nfissi Mohammed, quien también es profesor y fue alcalde de la ciudad de Rhafsai, en el norte de Taunat”.
–¿Y cómo se conocieron?
–Es una gran historia, casi una anécdota. Él era profesor de árabe en el Instituto Imam Chotaibi, donde yo estudiaba. En ese tiempo ya era muy activa, participaba en el teatro escolar, en todos los juegos del fútbol, del voleibol, estoy en todas las competiciones, así que era una alumna que se hacía notar, además él tenía relación lejana con mi familia. Un día, de regreso de la escuela, llovía muy fuerte. Yo iba con mi paraguas y él se me acercó y me preguntó si me podía acompañar. Le dije que sí y él respondió inmediatamente con otra pregunta: “¿Quieres casarte conmigo?”. Le contesté que sí, “con tal de que me permitiera seguir mis estudios”.
–¿Se sentía preparada? Era tan joven…
–Era la edad adecuada en aquellos tiempos. Antes ya habían pedido mi mano, pero yo rechazaba todo. Porque casarse era también dejar de estudiar, hacer una familia, tener hijos. Y este señor, a quien había conocido en clases, ¡no me lo iba a negar!
–En Chile tenemos la impresión de que los matrimonios en el mundo musulmán son siempre concertados por la familia.
–Ahora cambiaron los tiempos. Recuerdo que, a los cuatro días de la petición, Nfissi Mohamed se presentó para hablar con mi papá, quien murió hace poco, a los 97 años. Me llamó y me dijo: “El profesor dice que quiere casarse contigo”. Y yo insistí en que me dejaran estudiar. Mi padre, que siempre fue un gran amigo, un gran apoyo, lo aprobó.
Su mamá, en cambio, veía las cosas de otra manera. Sentía que tenía que casar a sus cuatro hijas y Kenza, como la mayor de todas, tenía esa responsabilidad y dar el ejemplo. Imaginaban una fiesta inmensa, para invitar a toda la familia, compuesta además por once hermanos. Una celebración que durara casi toda una semana como se estila tradicionalmente. “Lo contrario era visto como un deshonor para toda la familia. ¡Una chica que se casa sin fiesta! ¡Es porque están tapando algo muy feo!, se pensaba”.
En ese momento, la pareja también estimó que tampoco hubiera dote para la familia de la novia, sino que esos recursos fueran destinados a la continuación de los estudios de Kenza. “Finalmente, logramos convencer a mi madre. Pero se desmayó con la noticia y estuvo seis meses sin hablarme. Estaba muy enojada. Cuando firmamos el acta del matrimonio, tenía cara de funeral. Gracias a Dios, todas mis hermanas después se casaron”.
Desde su ciudad natal en Oujda, prosiguió sus estudios de secundaria en Fez hasta que se graduó en Filología Española y luego hizo un doctorado en socio Antropología para especializarse en temas de migración, en un programa dirigido por Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Rabat. En 1986 se tituló de Filología Hispánica con la primera ubicación de los departamentos de lengua hispánica de todo Marruecos y fue el entonces rey Hassan II quien la recibió, junto a los mejores estudiantes del país, en una ceremonia en la plaza del palacio real de Rabat.
“Un lugar muy importante para mí, porque fue ahí donde el rey recibió la pleitesía de las tribus saharauis. Fue el comienzo de un lindo ciclo, donde pude tener a mis hijos y hacer mi doctorado con una investigación de mujeres que cruzaban la frontera”.
–En un cuarto de siglo, ¿es posible hacer un balance de los grandes aciertos de Mohammed Vl?
–Han sido 25 años de trabajo continuo, arduo, sin parar, de grandes reformas, desde que asumió en 1999. Para él ha sido muy importante progresar en temas de equidad y reconciliación, sobre todo, con el fin de cerrar la página de la violación de los Derechos Humanos que sucedieron en el pasado. Una tarea que fue confiada a Driss Benzekri, el presidente de la Hay’at al-Inṣāf wa-l-Muṣālaḥa. Así se logró establecer un registro oficial de todas las personas que fueron víctimas de violación de Derechos Humanos. La idea fue que ellos tuvieran un espacio, contaran su verdad y también recibieran recompensas morales y económicas con el fin de sanar las heridas del pasado y dar vuelta la página.
–Y en torno a los derechos de la mujer, ¿qué destaca en lo personal?
–Lo más importante es que el actual rey, apenas subió al trono de sus gloriosos antepasados, dio instrucciones para que se hiciera una las morchidats, mujeres que participan en los Consejos de Ulemas y dan charlas en las mezquitas. En el Consejo Superior de Justicia, el rey también ha sumado mujeres. Son grandes señales.
–¿Por qué cree que en su país aún tiene peso la corona?
–Para nosotros es un orgullo. Son más de doce siglos de historia y Marruecos nunca ha dejado de ser reino. La actual Dinastía Alauita lleva cuatro siglos, siempre preocupándose del pueblo, por lo cual hay una simbiosis entre el pueblo y el soberano. La monarquía es nuestro sistema de reino y gobernanza, un factor de estabilidad, de desarrollo y de paz. El rey es un emblema, quien además actúa como Comandante de los Creyentes. Porque si bien la mayoría de nuestro pueblo es musulmán, también coexisten judíos y cristianos en nuestro territorio. Entonces, el rey es también quien garantiza la libertad de credo y sus prácticas.
–Esa modernización también se extiende a otros dominios, ¿la tecnología o la industrialización, ¿por ejemplo?
–El rey ha dicho, ante el consejo de ministros que de aquí al año 2050 vamos a alcanzar un desarrollo con un 80 por ciento de energías renovables y limpias. Lo que él impulsa es una política de estado que va más allá del gobierno de turno, ya sea de izquierda, centro o derecha.
–La prensa internacional siempre hace hincapié en la fortuna de Mohamed y lo sitúa como una de los monarcas más ricos del mundo.
–Sucede que siempre se hacen esas comparaciones. Mohammed VI no es el más rico, sino un gran rey, muy atento a su pueblo, sensible a sus quejas, demandas y aspiraciones. Apoya a través proyectos sociales a los más pobres, a las mujeres, a los más vulnerables y aspira llevar su país a un rango más adelantado y desarrollado…
Kenza, por primera vez, se detiene varios segundos en la conversación. Respira hondo y suelta lágrimas de emoción mientras continúa con el relato. “Sólo al rey Mohammed VI le han preocupado los derechos de la mujer. Si no fuera por él, las mujeres nunca hubiéramos llegado donde estamos, porque yo no veo ni políticos ni de la izquierda ni de derecha que se hayan preocupado de posicionar a las mujeres en puestos relevantes y de poder. Por ejemplo, cuando fui anunciada como embajadora en Chile, fuimos 20 mujeres que de golpe fuimos nombradas. Algo que nunca había sucedido en nuestra historia. Cada vez el cuerpo diplomático de mi país es más femenino, algo que ojalá se expanda a más instituciones, donde por ejemplo nunca hemos tenido una presidenta en el Congreso. Todos estos avances han sido gracias la Ley de Cuotas, el empuje y la voluntad de nuestro soberano”, relata.
Y continúa: “Perdona que llore, pero yo lo veo como un salvador, una persona muy justa al establecer que las mujeres siguen padeciendo problemas y que su condición tiene que mejorar, asegurándoles el respeto de sus derechos. Cuando me entregó mis cartas credenciales para venir a Chile, percibí su cordialidad al acercarme, y uno inmediatamente siente el amor que él prodiga por su patria y por su pueblo”.
–¿Por qué también le dicen el “Rey de los Pobres”?
–Porque ha estado al frente de muchas reformas. Por ejemplo, la reinserción de la gente en las cárceles, de que sus hijos crezcan en un contexto familiar. Y lo que más me conmueve fue lo que pasó en el terremoto de 2023, donde ordenó el despliegue de las Fuerzas Armadas a las zonas afectadas, en especial, en las provincias de Marrakech, El Houz y Taroudant. Fue uno de los primeros en donar sangre y dio instrucciones para que los más de 400 ni ños huérfanos víctimas del sismo quedaran protegidos y que nadie abusara de ellos; además de la ayuda financiera a las mujeres que se quedaron viudas y con hijos.
–¿En qué radica su liderazgo cree usted?
–En su política social. Somos un país que tiene sus dificultades y desafíos. Con 43 millones de habitantes no tenemos petróleo ni gas, pero tenemos igual un gran tesoro que es el recurso humano. Es lo que permite esa simbiosis entre el rey y su pueblo. Nos consideramos aventajados al tener una mejor infraestructura de carreteras, puertos, aeropuertos y también el tren de alta velocidad, el más rápido de la zona, entre otros logros. También el mega puerto en Dakhla que permitirá el transporte y la circulación de mercancías desde el Sahara marroquí hacia Africa: una gran oportunidad de desarrollo para los países de la cuenca atlántica. Además, nos estamos preparando para el Mundial de Fútbol de 2030 que se realizará conjuntamente entre España, Portugal y Marruecos, como único país del norte de África. Somos, la verdad, un país pionero en muchos sectores y áreas.
–Finalmente, ¿cuál es la posición de Marruecos y su rey en relación a lo que está pasando en la franja de Gaza y la ocupación palestina? Sobre todo, considerando que Marruecos ha sido un ejemplo en cuanto a Derechos Humanos en la zona.
–Nuestro rey es el presidente del Comité al Qods y su agencia, Bayt Mal Al-Qods, es un fondo que se dedica a restaurar Jerusalén. Marruecos está muy comprometido en ello y siempre ha empujado incansablemente un marco de paz para que ambos estados puedan vivir con fronteras marcadas y de respeto mutuo. Nuestro rey obviamente está muy comprometido con la cuestión palestina y aboga por este diálogo entre las dos partes. Lo que queremos, en conclusión, es un alto al fuego en Gaza y una paz duradera en Medio Oriente para que por fin se detenga la masacre y el dolor.