Revista Velvet | Karla Constant: “Hay cosas que quiero revisar, pensar por ejemplo en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja”
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Karla Constant: “Hay cosas que quiero revisar, pensar por ejemplo en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja”

Karla Constant: “Hay cosas que quiero revisar, pensar por ejemplo en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja”
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Karla Constant: “Hay cosas que quiero revisar, pensar por ejemplo en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja”

POR equipo velvet | 11 diciembre 2025

Por Alfredo López J. Fotos Simón Pais

Después de tres décadas de televisión, la animadora –en pantalla con el reality “Mundos Opuestos” de Canal 13– dice que el ritmo acelerado de su vida profesional la hizo sentirse como una malabarista para lograr la perfección en todos los planos. Enfrentó una segunda separación y, en pleno año de la serpiente, dice: “Hay cosas que quiero revisar, pensar por ejemplo en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja”.

En Santiago llueve, mientras que en una playa casi escondida, en Papudo, el sol brilla para la sesión de fotos que tiene a Karla Constant como protagonista. La animadora de Canal 13, madre de dos hijos y que este 17 de diciembre cumple 53 años, camina descalza por las rocas, desliza su risa contagiosa y se acostumbra rápido bajo el agua fría. Se hunde y reaparece empapada sin perder nunca el contacto con la lente de la cámara. Todo fluye natural para ella. Esa misma fortaleza, que la lleva a siempre atreverse, pareciera ser lo que la mantiene firme después de más de treinta años de televisión. “¿Serán 31 o 32 años? La verdad no sé, pero creo que este es un buen momento para recordar el camino que he transitado. Sé que suena cursi, pero vivimos un ritmo tan acelerado que no nos damos tiempo para mirar hacia atrás”, dice. De eso se dio cuenta cuando, en 2024, recibió un Martín Fierro en Miami como mejor animadora. “¡Era el primer premio que me ganaba después de tantos años!”.

Ese día, cuando habló en los agradecimientos, se conectó mucho con las emociones, con sus hijos y, sobre todo, con la idea de que los sueños se cumplen. “Siempre me había sentido muy afortunada, pero nunca había tenido en mis manos una estatuilla. Eso me hizo darme cuenta de que si bien los reconocimientos son importantes, más valen los procesos”.

–¿Cree que ha logrado mantener un lugar en la televisión gracias a que nunca, por ejemplo, ha estado en la cresta de la ola en temas de farándula?

–Es algo que se ha dado solo. No soy muy bullera, se podría decir. No soy de escándalos ni de grandes noticiones. Simplemente, hago lo que me apasiona. De esta manera me gano la vida, es lo que me entretiene y soy feliz.

–¿Nunca sintió que perdiera fuerzas, que dijera ‘me cansé de este formato’, o ‘esto no es lo mío’?

–Cuando te encuentras con lo que te gusta, si no lo haces, es como que si te faltara una pierna. El único paréntesis fue cuando me fui a Buenos Aires y lo hice no porque me hubiera dejado de gustar la tele, sino porque tenía el propósito de formar familia. Soy sagitario, donde pongo la flecha, voy. Y lo cumplo a rajatabla. En estos 30 años, he hecho de todo, menos las noticias. Incluso una vez hice el tiempo y he hecho cameos en teleseries y lo pasé increíble.

“QUERÍA SER VEDETTE”

Karla se reconoce histriónica desde niña. Quiso estudiar actuación y, mucho antes, también le dijo a sus padres que quería ser vedette. “Me ponía las enaguas y las mañanitas de mi abuela para hacer el show. Se mataban de la risa. Era la época de las grandes divas, como la Maripepa Nieto. Me encantaba ese mundo del espectáculo, pero al final como que me perdí y no sabía qué hacer. Estudié relaciones públicas, que fue fantástico, porque era de todo un poco y me abrió el camino de la comunicación. Me enseñaron a respirar, a pararme, a hablar de corrido e hilar una idea. Me dio las bases”.

Trabajó en eventos y, a mediados de los años 90, se presentó a un casting en UCV Televisión, en Valparaíso. Partió en el histórico Pipiripao y luego en el programa Descolgados, donde puso de moda su original exclamación ‘cuchi-cuchi’ como una señal temprana de su familiar estilo a la hora de enfrentar la pantalla. “La vida me sor- prendió, porque la televisión no estaba en mi horizonte”, confiesa.

De ahí en adelante, en programas como “Video Loco” o en el matinal de Canal 13, se confirmó como un rostro habitual y de gran cercanía. En 2008, sin embargo, dio un giro que llamó la atención en la opinión pública: se casó con el productor argentino Juan Salvador León y dejó el país. “Soy buena para tirarme a la piscina, para dar saltos de fe. Estaba esperando a mi primer hijo y quería vivir la aventura de vivir fuera de Chile. Me parecía, además, que Buenos Aires era una ciudad cosmopolita, entretenida, con muchos parques. Sentí que era una buena oportunidad para hacer un cambio en mi vida. Dejé todo, departamento y trabajo, por un proyecto de amor y familia”.

–¿Cree que ese proyecto no funcionó, que fracasó?

–Ninguna de las dos cosas. Yo creo que duró lo que tenía que durar. En algún minuto tal vez pude haber utilizado la palabra fracaso, pero ahora con la madurez que tengo lo veo de otra manera, como una enorme experiencia. Fueron bonitos años, disfruté a concho la ciudad y los primeros años de mi hijo.

–Tuvo tiempo de verlo crecer…

–Sí. Pero tampoco fue fácil. No sabía cocinar, tenía que llamar a mi mamá para preguntarle. No tenía red de apoyo, ni familia cerca. Se me hizo muy pesado y empecé a vivir mi propio reality (lanza una carcajada). Ahí me di cuenta del peso de la decisión que había tomado y me dije: ‘¡Aquí aperro!’.

–¿Qué pasó después?

–Me di cuenta de la fortaleza que tenía, de que podía efectivamente estar sola y sin una red de apoyo. Además, estaba aprendiendo a ser mamá, la cosa más vertiginosa que he hecho en mi vida, sobre todo con el primero. Uno no sabe lo que está haciendo y te sientes perdida. Pero el amor te mueve y sigues adelante. Luego se acabó mi matrimonio, tomé mis cosas, mi perro, nos subimos a un avión y regresé. Siento que mi relación no funcionó porque éramos muy inmaduros y no supimos cómo seguir siendo pareja, básicamente. Pero nos dimos cuenta a tiempo y solucionamos las cosas con paz. Nunca pasó nada raro, solamente que vimos que no había horizonte en el cual seguir navegando.

–¿Lo sigue viendo?

–Sí. Y nos llevamos súper bien.

“HE MUDADO MUCHAS VECES DE PIEL”

Su vuelta al país fue una vorágine. Regresó de inmediato a los estelares, a programas familiares como Video Loco y, junto a figuras como Sergio Lagos, fue precursora del género reality. “Siento que me metí en los hogares, estoy en el ADN de las casas chilenas. Fueron para mí años dorados y me di cuenta de que una de las cosas que más me gustaba era el contacto con la gente, algo súper potente que sigue hasta hoy. Me apasiona terminar hablando de las cosas más íntimas que uno se puede imaginar con personas que no conocía”.

–¿Qué aspectos de su personalidad cree que llaman la atención de la gente?

–Nunca he sido un personaje. Soy lo que soy. Me quiero, gusto y acepto. En todos los formatos que he enfrentado, siempre hago un upgrade que se adecúa a cada trabajo puntual. Pero en la esencia sigo siendo la misma, no pretendo ser ni más algo ni menos.

Hace más de una década volvió a casarse. Junto al publicista Andrés Vilaseca fue madre de Rocco, su segundo hijo. En enero de este año se confirmó la separación de mutuo acuerdo. Una noticia que, inmediatamente, arrojó posibles pistas sobre el quiebre, como la apretada agenda de Karla debido a las grabaciones en Lima de la saga de realities Tierra Brava, Ganar o Servir, Palabra de Honor y ahora Mundos Opuestos.Yo vivo la vida como viene y cuando me enamoro, me enamoro completamente. Y viví apasionadamente los doce años de matrimonio”.

–¿No quedaron temas pendientes?

–No, porque sé que amé mucho y también me sentí profundamente amada.

–¿Le hubiese gustado que la relación se mantuviera por más tiempo?

–Yo soy una mujer muy romántica, pero también muy práctica. Obviamente que cuando se inicia un proyecto de pareja es a largo plazo, pero también soy consciente de que a veces los proyectos se acaban antes. Lo importante es darse cuenta a tiempo, no taparse los ojos. Toda la gente que ha vivido un proceso de separación sabe que es un momento doloroso, porque, además, hay niños y uno trata de hacerlo lo más honestamente posible.

–¿Siente que puso todo el empeño?

–Pero por supuesto. Todo el empeño porque se trata de una familia. Pero las evaluaciones quedan en el plano interno. Siento que todo todavía está muy fresco y no quiero seguir más allá. Además, este Año de la Serpiente ha sido para mí súper duro, he mudado muchas veces de piel por muchas razones.

–¿Piensa que su trabajo, obligándola a estar entre Lima y Chile, le pasó la cuenta?

–No, mi trabajo no tiene nada que ver con esto. Aunque asumo que, en estos dos años de ir y venir, me he sentido como una malabarista, en el sentido de que quería que todo funcionara bien, perfecto. Y uno, a veces, hace aguas tratando de que todos los mundos funcionen, de que todo esté cubierto. Son trabajos bastante arduos y que requieren de mucha concentración.

–¿Qué concluye ahora?

–Que ser perfecta es una pérdida de tiempo. También le agradezco a mis hijos, porque son pequeños, pero muy sabios a la vez. Yo les decía: ‘Pucha, háganme el aguante porque esto tiene un período y sabemos que va a durar tres meses’. Nos extrañábamos igual y el más chico lloraba siempre, pero yo le decía ‘mira’ y le marcaba el calendario. ‘Voy a volver tal día’, le explicaba y preparábamos un plan. También pedí asesoría de un terapeuta y juntos aprendimos a darle la cara a la pena, nunca disimularla.

–¿Cómo enfrenta el tema de las visitas a los papás? ¿Ha sido fácil?

–Sí. Es que cuando se tiene un orden y una coordinación, todo resulta bien. Claro, siempre están los imprevistos. Pero salimos adelante, porque miramos siempre las cosas con la verdad. Afortunadamente, tengo mi mano derecha que es Jacquie, y en ella deposito toda mi confianza. También tengo a mis hermanos cerca, a mi mamá, a mis vecinos de mi comunidad en El Arrayán y a mi papá que vive con nosotros.

–Sabemos que está al cuidado de su papá. ¿Cómo ha enfrentado ese proceso?

–Hace tres años tiene un diagnóstico de cáncer, una enfermedad que se llama amiloidosis. Afortunadamente, ha logrado mantenerse autónomo e independiente. Claro que ya no puede manejar y hay que hacerse cargo de los traslados y otras cosas para ayudarlo. Que esté en mi casa ha sido muy bueno, porque mis niños tienen el ejemplo del cuidado de la familia, que ahora nos toca a nosotros. Eso me gustó. También los hice partícipes de todas las dinámicas, sobre todo al principio, de llevar comida a la habitación o acompañar al tata a caminar.

–¿Se imaginó llegar a los 50 años con estas lecciones de vida?

La verdad es que soy una mujer súper valiente, fuerte y aguerrida. Me siento con el corazón llenito al tener una vida personal y profesional muy bonita. A los 50 te sacas muchas mochilas innecesarias y ahora siento que estoy viviendo mi mejor momento, mi mejor etapa.

–¿Se imagina iniciando, por ejemplo, una nueva relación?

–¿Sabes algo? Estoy sola por primera vez en mi vida. Por eso quiero tomar el tiempo necesario para estar conmigo misma. Antes le tenía mucho miedo a la soledad. ¿Sobre una nueva relación? Por el momento, no. Porque el local está en remodelación hasta nuevo aviso (se ríe). Hay cosas que quiero revisar, pensar en cómo me gustaría vivir mi próxima relación de pareja, por ejemplo.

–¿Confía en que será un tiempo beneficioso?

–Sí, porque es mi primera aventura sola y creo que la estoy disfrutando. Soy regalona, coqueta, apasionada. Llevo sola pocos meses y estoy aprendiendo. Desde los 12 años que he estado pololeando, siempre tenía un pinche por ahí. Ahora es otro momento. ¡Pero hay una cosa! Si bien el local está en remodelación, en cualquier momento se abre. ¡Y se abre con todo!

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