Fotos Bárbara San Martín
El presidente de la Cámara Chilena de la Construcción, sector más golpeado por la llamada “permisología”, cuenta que demora más tramitar autorizaciones para un edificio que construirlo y que nuevos impuestos han encarecido las propiedades al punto de tener 120 mil unidades construidas en un país con un déficit habitacional de 500 mil. “es de locos”, dice. También acusa que las obras públicas se detienen años cuando aparecen hallazgos que, por considerarse arqueológicos, suben los costos de carreteras, puertos y hospitales y llevan a las constructoras a quebrar. “Pero es basura que ningún museo quiere”, alega.
Hoy no es cualquier jueves de mayo. Esta mañana el presidente Gabriel Boric ha hecho un llamado a los bancos a no ser “coñetes” con las empresas constructoras y el líder del gremio, Juan Armando Vicuña, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción (CCHC), ha escuchado el intento de salvataje con cautela. Este día también se han conocido las cifras de paralización del sector, que hablan del peor nivel de permisos de edificación concedidos en los últimos 33 años.
Con más de 700 constructoras quebradas en el último año, 10 mil empleos menos, 120 mil viviendas disponibles para ser compradas que no se venden y un déficit habitacional a nivel país que llega a más de 500 mil familias –el compromiso de este gobierno es entregar 260 mil casas–, Vicuña tiene claro que la solución no pasa sólo por pedirle a la banca mayor generosidad. “Han quebrado empresas pequeñas, medianas y grandes. Y posiblemente sigan quebrando algunas más este año, sobre todo el sector inmobiliario, ya la venta de viviendas está muy lenta. Por eso le hemos planteamos al gobierno 25 medidas, más otras 27 medidas para reactivar el sector”, explica.
–¿Son coñetes los bancos con las constructoras?
–A ver, nadie le prestaría plata a alguien que no sabe si la va a devolver. El llamado que hemos hecho a la banca es que no meta a todas las empresas del rubro en el mismo saco, que vaya desmenuzando y vaya viendo qué empresa está bien, qué empresa está más o menos, y en base a eso vaya prestando porque a veces se toman decisiones donde dicen “se cierra el crédito al sector de la construcción”. Nuestro llamado, y el que está haciendo el Presidente, es que finalmente vayamos viendo caso a caso si es un buen negocio para los bancos o no el prestarle a esa empresa en particular por ese proyecto en particular.
Desde su oficina en el moderno edificio de la CCHC en Apoquindo, donde los cascos se mezclan con libros, carpetas y una escultura de El Quijote, este ingeniero comercial e hijo de familia de constructores entra a desagregar la serie de conversaciones que ha ido teniendo con el gobierno para mostrar las necesidades de un sector deprimido que necesita recuperar actividad. Además de la Presidencia, los titulares de las carteras de Vivienda, Obras Públicas, Hacienda y Economía han figurado dentro de la agenda de reuniones con que este líder gremial ha buscado destrabar la crisis del sector.
–¿Cómo ve el involucramiento del Gobierno con el sector?
–Siempre ha habido buena disposición por parte del Presidente respecto a la construcción. Hace unos años nos dijo que para él era importante la colaboración público-privada y que veía en el rubro de la construcción un cooperador. Dado eso, mandató el año pasado al ministro Grau para que hiciera la ley sobre la permisología que se está tramitando hoy día en el Congreso. Se ha demorado mucho. Pero esperemos que salga lo antes posible. Mientras, hemos trabajado con Vivienda para el desafío que impuso el gobierno de 260.000 viviendas con el Plan de Emergencia Habitacional y en Obras Públicas se nos acogió unos reajustes especiales dada el alza de los costos de la construcción pospandemia. Pero la implementación de este tipo de cosas es lenta, porque el Estado es muy grande, cada día más. Que hayan ingresado 90 mil funcionarios estatales en el último tiempo genera más burocracia. En vez de hacer más eficientes los procesos, se van ralentizando porque cada una de esas personas se meten en la línea de aprobación de cada papel o carpeta que pasa por su por sus manos.
–Las 120 mil viviendas construidas que no se venden, ¿es por permisos pendientes o por lo caro de los créditos hipotecarios?
–Porque no están los créditos y porque también está el tema del IVA. Hace dos años se le agregó IVA a la venta de vivienda, algo que nunca existió. Pues bien, las viviendas subieron un 13 % en promedio. Después se liquidó un crédito especial que tenían las empresas constructoras que generaba una rebaja que después se traspasaba a precio al cliente de compra. Se han ido aumentando las exigencias y los precios. Pero lo peor de todo es el tema de los plazos, eso encarece. En la gestión de los permisos de construcción tú te puedes demorar un año, un año y medio hasta dos años, y en la construcción de esa vivienda demoras un año nada más. O sea, te estás demorando más en los permisos que en la construcción propiamente tal de la estructura. Eso es de locos.
–¿El llamado a la banca también es respecto de la compra de vivienda para las personas?
–Sí, espero que sí. Por eso hemos trabajado un par de cosas con el ministro Marcel. Hemos hecho muchas propuestas pensando en las personas. Por ejemplo, además de que ahora se les cobra IVA, todos los beneficios tributarios que antes se tenían para los DFL2 ya casi no existen. Todos esos elementos han ido encareciendo y han ido desarmando una muy buena política que hubo durante muchos años, que era la del DFL2, que permitió que muchas personas alcanzaran el sueño de la casa propia. Hoy día el sueño de la casa propia ya no existe. Se desarmó que la propiedad DFL2 pueda quedar como una herencia para tus hijos sin pagar impuestos. Nuestros hijos ya no van a poder vivir donde nosotros vivimos. Van a tener que buscar otro lugar. Eso es muy, muy grave.
A la baja en la heredabilidad de las propiedades que proyecta el líder de la CCHC en este escenario de crisis, suma otro factor de impacto familiar:
“Otro elemento relevante que también ha aumentado mucho el valor de la vivienda, es el valor del suelo. Porque las municipalidades han ido restringiendo los planos reguladores. Los alcaldes dicen: ‘No, no quiero que se construya en esta comuna no se construye ningún edificio de más de tantos pisos o que no haya ninguna vivienda social’. Entonces, los pocos terrenos que quedan con buenas condiciones para construir, empiezan a subir de precio porque bienes escasos. Finalmente, las municipalidades no se hacen cargo de su propio déficit. Porque en cada municipalidad tenemos un gran déficit de viviendas. El barrio alto centro y en los barrios periféricos hay déficit. Cada alcalde se tiene que hacer cargo de su vecino que vive con su hijo, que está allegado. Si a ese hijo le sale la casa propia en Lampa, Til Til o Padre Hurtado, obviamente no se va a ir porque tiene en otra comuna su red de contención familiar”.
–¿Y por qué no lo hacen los alcaldes?
–Porque no se lo mandatan. Quizás ahora la figura del gobernador pueda hacer algo. Pero creo que esto es algo que debiera ser mandatado por ley.
–Evelyn Matthei salió en defensa de las constructoras hace unas semanas. ¿Se politizó el sector?
–Sí. Nosotros pretendemos entregarles a todos los candidatos presidenciales que vengan nuestras propuestas desde la industria. Necesitamos alguien en el Ejecutivo que entienda el problema y se dé cuenta de la pérdida de valor que tenemos como país en este tipo de cosas.
“SE HAN PARALIZADO 10 HOSPITALES”
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