Revista Velvet | Jorge López: “La fama es lo más anti sexy del mundo”
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Jorge López: “La fama es lo más anti sexy del mundo”

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Jorge López: “La fama es lo más anti sexy del mundo”

POR equipo velvet | 03 septiembre 2025

El streaming ama a este hijo ilustre de Llay-Llay que Disney Channel Latinoamérica lanzó a la fama y que acaba de estrenar una miniserie junto a Tini Stoessel. De paso por Chile, habla sobre la fama, la soledad, el amor y el costo de ser “de provincia”.

Por Sofía Beuchat Fotos gentileza equipo Adolfo Domínguez

El tiempo para hablar es poco, como suele pasar cuando se entrevista a un actor que goza ya de cierta fama internacional como Jorge López. Pero el bailarín, modelo, actor y hoy también rostro del perfume ADN de Adolfo Domínguez –razón que lo trae ahora desde Madrid, donde vive, a Chile, donde nació– exprime cada segundo. Responde rápido y sin pensar demasiado en sus respuestas, pero precisándolas y corrigiéndose cuando siente que lo necesita. También gesticula mucho y abre los ojos para acentuar un punto. Su cuerpo, claramente entrenado como herramienta de comunicación, habla y transmite entusiasmo a la par con las palabras que salen de su boca.

En una suite del Hotel Mandarin Oriental Santiago, pide retoque de maquillaje y se sienta con las piernas cruzadas, como si estuviera en el living de su casa. Relajado. Pero, al mismo tiempo, da la sensación de que no tiene un minuto que perder.

No hay asomos del cansancio que, según nos advirtieron, tenía ese día porque había salido hasta tarde en la noche, tal como podría esperarse de un joven de 33 años en una visita flash a su país.

Se le ve contento. Y tiene razones para estarlo, porque este ha sido un año movido para él. Acaba de estrenar en Disney+ la miniserie “Quebranto”, un thriller dramático de seis episodios donde comparte el rol protagónico con Tini Stoessel y el mexicano Martín Barba. Continúa así la senda que lo hizo conocido internacionalmente como actor, primero en el rol de Ramiro Ponce en la serie juvenil Soy Luna, de Disney Channel Latinoamérica, y después como Valerio Montecinos, en la exitosa serie española Élite (Netflix). “Recomiendo mucho ver Quebranto porque es algo nuevo, que me lleva a mí a un lugar diferente. No me gusta repetirme, y aquí lo que el público recibe de mi como actor es diferente a lo que ha visto hasta ahora”, dice con entusiasmo.

Este 2025 ha sido, además, un año especial en su vínculo con su país. Luego de sus estudios en la academia de Fernando González y en la Uniacc, Chile lo vio nacer como actor en la película “Violeta se fue a los cielos” (Andrés Wood, 2011), en la serie juvenil “Decibel 110” del canal Mega (2011 y 2012) y en la sexta temporada de la popular serie “Los 80” (2013). Pero esta vez lo que ha recibido por parte del público es, principalmente, cariño.

En febrero, su paso por la alfombra roja de la Gala del Festival de Viña (donde participó como jurado en la Competencia Folclórica e Internacional) quedó grabado como uno de los más cool del certamen en años. Y el 3 de marzo, fue nombrado hijo ilustre de Llay-Llay, el lugar donde nació y que dejó, contra la voluntad de sus padres, para irse a Santiago a intentar una carrera como bailarín.

–Para tus padres debe haber sido complejo aceptar esa decisión; querían que siguieras el camino más tradicional de la odontología, donde la danza y el teatro no encajaban. ¿Cómo es hoy tu relación con ellos?

–Está en armonía, gracias a Dios. También porque entendí que no tengo nada que reprocharle a mis papás. Yo soy responsable de lo que quiero hacer en mi vida, entonces me hago cargo desde ese punto. Y desde ahí, todo lo que pasa en mi vida es responsabilidad mía. Mis papás me dieron la vida y eso ya es un acto mágico que tengo que agradecer.

–¿Qué fue lo más difícil de dar ese paso siendo tan joven?

–Cargar con tu mochila. Es un poco rudo. Ahora que estoy más grande ya no lo veo como algo malo, porque creo que la soledad no existe, sino que uno se abandona. Entonces cuando uno está bien con eso, entiendes que el principal equipo es el que yo construyo conmigo mismo. Entonces está todo bien. No estoy para nada arrepentido de haber tomado esa decisión.

–Hace poco posteaste que tu camino fue complejo, porque tuviste que enfrentarte a “una estructura social que me lo puso todo en contra siempre”. ¿A qué te referías? ¿Qué cosas viviste al comienzo de tu carrera hicieron que fuera cuesta arriba?

–Lo más fuerte fue el factor de ser de provincia. No es una crítica ni una queja. Es algo muy de este país y de muchos países, porque he vivido en siete y en todos se repite el modelo de la centralización. Es súper claro el hecho de que las oportunidades siempre están en la capital y que la gente que no vive en ellas ya juega en desventaja.

–¿Su recorrido es más complicado?

–Un poquito más duro. Pero no por eso una persona de la capital tiene menos mérito. Su recorrido es más largo no más.

–¿Qué cualidades personales crees que te han permitido alcanzar el lugar en el que estás hoy?

–La perseverancia, la autenticidad y un sueño permanente. Creo que eso es clave. El no bajar los brazos frente a los obstáculos que, creo, son parte del contexto que uno vive también. No verlos como una dificultad, sino pensar en la posibilidad de atravesarlos.

ADIÓS AL CHICO DISNEY

Sin duda, el paso de López por los estudios Disney es un punto de inflexión en su carrera como actor, porque marcó su internalización. Con ese rol, Chile dejó de ser su casa y se convirtió en el lugar al que se vuelve, pero en el que no se vive. También fue ahí cuando comenzó su fama y el mundo de oportunidades que hoy abraza. Pero ésos tiempos le dejan un sabor agridulce en la boca.

–En algún minuto dijiste que eso de ser “chico Disney” era un estigma que te tenías que sacar. ¿Por qué?

–Es un titular que ya no me representa. Si lo dije fue porque cuando en esta industria llegas a ciertos lugares tan poderosos y tan fuertes, te pueden jugar en contra, porque generan etiquetas. Es algo que te abre muchas puertas, pero también te sentencia, porque te deja solo en un lugar, un lugar un poco inmóvil. Te encasillan en él. Y a mí obviamente me gusta también desafiarme y romper. En el momento en que dije eso, tenía la necesidad de demostrar que podía salir de ahí; que soy un actor 360, que puedo estar en miles de cosas más que esa una cosa que fue un fenómeno mundial. Y después vino otro fenómeno mundial, porque la serie Elite también lo fue, y ahora viene una película nueva… y siguen los desafíos.

–¿Hacia dónde quieres ir, profesionalmente hablando?

–No lo tengo claro. No tengo expectativas. Solo me da tranquilidad pensar que mi presente es claro, honesto y real, y que es lo único que tengo. Lo atesoro y eso me da mucha paz.

–¿Vas viendo en el camino?

–Sí, sí, sí. Pienso que cuando es coherente en el presente, el futuro se resuelve, porque va todo encaminado.

–¿Y cómo llega, en ese camino, esto de ser rostro del perfume ADN de Adolfo Domínguez?

–Es una simbiosis de esto mismo que hablábamos. Como que estaba todo pasando y llega Adolfo Domínguez a mi vida como a poner la guinda al pastel. Porque llevo, no sé, 15 años fuera, reinventándome, pasando por procesos, rompiendo estigmas, designios, y de repente llega esto, y me emociona, porque es muy real. No lo esperaba, pero siento que cuadra muy bien. Es un match perfecto.

–¿Qué aprendiste con esta experiencia, a diferencia de lo que te deja el trabajo como actor?

–Una liberación suprema, más aún de la que ya venía.

¿Por qué?

–Es como exacerbar tu autenticidad, tu libertad. El rodaje de esta campaña fue poderoso para mí, porque reunió tres aristas de mi vida, de mi carrera, por las cuales lo he dado todo: la danza, que fue por lo que partí; la moda, porque yo primero empecé a trabajar como modelo, y también profundizar en la actuación. Elijo ser yo, de ADN, combinó estas tres y fue como reunir al Jorge de antes con el Jorge del presente y el Jorge del futuro. Es como guau. Un paraíso.

LOS BEMOLES DE LA FAMA

Su reciente visita a Chile incluyó un encuentro con fans, que se realizó en el mismo hotel luego de esta entrevista. Nunca imaginó experimentar algo así, aunque sabe –y entiende– que ser un rostro que otros puedan conocer o incluso admirar, sin tener mucha idea de lo que pasa dentro suyo, es parte del juego de ser actor.

–La fama, ¿te seduce? ¿Te asusta un poco? ¿Cómo te llevas con ella?

–Me seduce cero. Me parece lo más anti sexy del mundo. Porque en algún punto te desconecta de lo real. Nunca fue una expectativa ni un sueño ser famoso. Lo entiendo como una consecuencia de mi trabajo que gracias a Dios, ha dado fruto. Me ha ido muy bien, lo cual lo agradezco. Pero la fama no es algo en lo que yo me detenga a pensar.

–¿Y cómo has aprendido a vivirla?

–Soy cordial. La gente que se me acerca es porque le gusta de mi trabajo. Cuando tengo la posibilidad de conocer a alguien, trato de que siempre sea una experiencia grata, porque es el recuerdo que se van a llevar de mí. Pero sí, trato de cultivar mis momentos íntimos y a eso darle mucha fuerza.

–¿Ha tenido costos para ti?

–Sí, quizás, sí. Es un tema lo de la confianza en el otro. Siento que a veces tengo que ser un poquito más agudo, evaluar bien la conexión, porque no sé si lo que me está diciendo esa persona es real del todo o no, si tal vez hay algún interés por detrás. Pero no es algo mío, de lo que yo me tenga que hacer cargo, entonces tampoco le voy a dar tanto.

Quizás por lo mismo, de su vida amorosa se sabe poco. Las redes sociales y los medios recogieron, en tiempos de la serie Élite, un romance con una compañera de elenco que terminó con un ghosting de su parte. No permiten hacer preguntas al respecto. Y cuando las hay, responde siempre de manera evasiva. Pero da a entender que vive el presente. Y que su visión con respecto al amor es muy abierta.

–En un programa de televisión dijiste que tenías un amor en cada puerto.

–Eso lo sigo porque lo único que tengo es mi presente. De momento no me muevo tanto porque estoy casado con mis sueños, con mi oficio; esa es mi principal relación hoy. No hay tiempo para todo, entonces no quiero reducirlo a un vínculo emocional con una persona. Y soy de la filosofía de Pedro Lemebel: yo no tengo amigos, tengo amores. Mis amigos son mi familia, mis amores. En ese sentido, siento que no me falta nada.

–En ese programa se relacionó lo que decías con el concepto del poliamor…

–Esa es una etiqueta cliché que tampoco me representa. Lo que yo planteo es amor propio y amor con el resto; como que el amor no se puede reducir a un solo vínculo. Así lo veo, no es una verdad que esté profesando, es mi humilde visión.

–Cuenta algo que no se sepa de ti.

–Es que si no se sabe, por algo no se sabe.

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