Pinochetista, antiaborto, partidario de la pena de muerte y del porte de armas. Así es el líder del flamante partido Nacional Libertario. Se encumbró en las encuestas tras distanciarse de republicanos y romper con la derecha moderada de Chile Vamos. Se casó a los 46 años, no terminó ninguna carrera profesional y ahora suena para la presidencial. ¿Némesis de Boric? “Hay una diferencia esencial: no tengo los pulmones vírgenes”, dispara.
Fotografías Bárbara San Martín
Dice que tenía 33 años cuando sintió que iba a morir. Johannes Kaiser (49) llevaba 10 años viviendo fuera de Chile en el momento en que un terremoto de intensidad 8.8 causó gran destrucción. Él recuerda que por esos días estaba preocupado, que no podía contactarse con sus familiares y que su pecho le comenzó a doler:
“Estaba en mi casa y de repente empecé a sentirme mal. Cada vez peor. Pasaron un par de horas y me di cuenta de que esto no era normal. Dije: ‘Bueno, para algo pago impuestos’, así que llamé a la ambulancia. Cuando llegué al hospital, se me apagaron las luces. Justo a tiempo. Al despertar me di cuenta de que había muchas cosas que no había hecho en mi vida y que las tenía que hacer”, rememora.
–¿Qué causó el infarto?
–Fumaba mucho, tomaba demasiado café, era sedentario, bebía poca agua… Y el estrés… Esencialmente, me di cuenta de que nunca había asumido responsabilidades, por temor a cerrarme puertas. Muchas veces uno evita tomar decisiones, pero llegué a la conclusión de que la vida es justamente eso: tomar decisiones y asumir responsabilidades.
Su historia de inestabilidad es conocida. A los 33 años ya tenía dos hijos, uno en Chile y otro en Europa, pero seguía siendo soltero. Había terminado el colegio en la Escuela Militar, pero la dejó porque lo desmotivó el trato que el mundo civil daba a los uniformados –“no te dan ganas de dar la vida por quienes te gritan milico culiado”, dice– y porque comenzó a interesarse en lo que define como el “bello sexo” –“Las señoritas estaban en la universidad”, coquetea–. Kaiser resume su historial casi de memoria, con frases que buscan impacto, mezclando en una misma respuesta la rabia y la sonrisa, el ceño fruncido y la mirada ladina.
–Estuvo hasta cuarto año en Derecho, ¿Qué lo desencantó?
–El Derecho. La idea de trabajar toda la vida en una oficina, haciendo escritos… No, no, no es para mí. Y también el tener jefes. Ambas cosas me resultaban extremadamente molestas. Mi opción fue empezar a probar distintos trabajos. Luego me fui a Europa, donde trabajé de todo. Pero ya en Chile había sido guía turístico, vendedor de seguros, mesero. Mi idea era ir a Alemania, pero nunca llegué. Me quedé pegado en Austria porque me ofrecieron un trabajo en el negocio de un socio de mi padre, que tenía una empresa de rafting y canyoning. Ahí empecé lavando platos, pelando papas, como ayudante de cocina. Luego me encargué de los equipos de rafting: lavar los trajes, llevar los botes al punto de partida. Esta empresa también tenía fiestas en la noche, así que trabajé preparando hamburguesas. Hacíamos de todo, me entretenía esa parte. Luego, cuando terminó la temporada, entré a trabajar en un andarivel en un centro de esquí. Primero en el andarivel y después pasé a ser barman.
–Fue una adolescencia larga.
–Sí, bastante larga.
Sentado en la terraza del Hotel Hyatt Centric de Las Condes, el mayor de seis hermanos –entre los que se cuenta el economista Axel Kaiser–, todos descendientes de alemanes colonos del sur, recuerda su proceso de maduración. Tiene un cigarro en la mano y una bebida Cola en la otra. Está a 24 horas de partir de vacaciones al sur. Espera poder descansar de un año intenso.
En solo doce meses, el diputado renunció al Partido Republicano, comenzó a marcar posiciones incluso más a la derecha de esa ultraderecha y terminó convirtiéndose en opción presidencial. En el último trimestre logró las firmas para inscribir su propio partido –el Nacional Libertario– y apareció en varias encuestas marcando más que José Antonio Kast. Solo en diciembre, Kaiser se pronunció a favor de competir en la presidencial yendo a una primaria con los otros candidatos de los partidos de Chile Vamos, pero, tras la mayoritaria aprobación en el Congreso de la Reforma de Pensiones, terminó distanciado del conglomerado y se negó a competir con nadie que no fuera del extremo del sector. “Si José Antonio Kast y Rojo Edwards se abren a una primaria, perfecto para mí”, declara.
Johannes Kaiser militó en su adolescencia en la UDI, pero dice que se interesó en el mundo de la política cuando apenas tenía unos seis años de edad. Recuerda que en plena crisis económica del año 82 le impactó ver cómo personas con sacos al hombro llegaba a pedir pan duro a su casa:
“Ahí empecé a preguntar por qué pasaba eso. Y la respuesta era la crisis económica, inflación, deuda externa, todas esas cosas. Mi papá siempre me habló como a un adulto, explicándome en términos que pudiera comprender más o menos qué significaba todo esto. Qué era la recesión. Nunca me trataron como a un niño en esos temas. Ahora, de todas las preguntas que hice, hubo una que mi papá no pudo contestar: ‘Si los adultos saben todo esto, ¿por qué permiten que pase?’. Y hasta el día de hoy, tampoco puedo responderlo yo. Si los adultos saben que hay cosas que dañan a la gente, ¿por qué las permiten? He llegado a la conclusión de que es por nuestra naturaleza caída. Siempre habrá personas que pondrán sus intereses personales por sobre el bien común”.
–¿Naturaleza caída?
–Desde la visión de la Iglesia, sería el pecado, la soberbia… En el fondo, hacer daño a otros para beneficiarse.
Kaiser es católico ortodoxo. Defensor del derecho a la vida desde la concepción, es contrario a cualquier forma de aborto. Sin embargo, defiende la pena de muerte y el porte de armas. Tuvo dos hijos fuera del matrimonio, y se casó por primera vez en 2023 con la exconcejal de Las Condes, Ivette Avaria. Con ella tiene una hija de un año y ocho meses:
“Anda por ahí circulando por todos lados. Ya tiene su opinión propia. Está en la edad de ‘no’ y del ‘mío’. Lo que es muy bueno porque habla de que entiende el concepto de propiedad privada (bromea). Ahora, no entiende todavía el concepto de que no todo es su propiedad privada. Le vamos a explicar que hay diferencias. La propiedad privada no es absoluta y no es todo para ella”.
–¿Con sus otros hijos ha sido un padre presente, responsable económicamente?
–Económicamente responsable, sí. Lamentablemente no siempre tan presente como quisiera. El mayor tiene 28 años y no participa en política. Es técnico eléctrico y está sacando su ingeniería comercial en la Santa María. Se dedica a las energías renovables no convencionales y me está tratando de convencer de que no son tan malas como yo creo. El otro sacó un título en ingeniería aeronáutica espacial en Austria. Está trabajando ahora en Suiza, viendo si consigue trabajo allá. Hizo su servicio militar en Austria. Y bueno, espero que venga pronto a pasar sus vacaciones aquí conmigo.
–¿Por qué cree que demoró tanto en formar una familia estable?
–Porque es una toma de decisión definitiva. Y yo le hacía mucho el quite a la toma de decisiones. Tú abres puertas y cierras puertas con decisiones.
–¿Qué es lo que más le ha costado de ese mundo?
–El tener que adaptarme a lo que son las necesidades de otras personas, de mi mujer y mi hija. No estoy solo en el mundo en este momento. Y naturalmente que es difícil, sobre todo para un viejo mañoso como yo, que tengo mis mañas, pero tengo que ir limándolas. Porque al final existen dos tipos de relaciones: aquellas donde mandan las mujeres y aquellas que no funcionan. Y yo quiero que mi relación funcione.
–¿Y qué le lleva a ceder en las necesidades de otro?
–El amor. No habría otra razón para hacerlo.
–¿Por qué le es difícil hacer lo mismo en política? ¿Por qué no ceder a las necesidades de otros, a lo que otros ven como un bien común?
–¿Quién define lo que es el bien común?
–Digamos que eso se define con una conversación previa.
–No, porque si usted me está pidiendo plata para drogas, ¿usted cree que debería dárselo?
–No fue el caso de la discusión por la Reforma de Pensiones.
–Sí fue. Me estaban pidiendo plata para drogarse con la plata de la gente. Eso es lo que estaban haciendo, para poder salir a comprar votos. Porque al final trabajan con plata ajena, pero trabajan mal con la plata ajena. Y le hacen a la gente promesas que saben que no pueden cumplir. Son una manga de demagogos. Y en ese sentido yo no estoy dispuesto a entregar algo que no es mío. Yo no puedo negociar algo que no es mío. No puedo quitarle a usted para darle a otro, porque no me corresponde, porque eso es un robo. No importa si lo hago supuestamente con las mejores intenciones del mundo. Es su derecho de propiedad, y yo no puedo violentarlo para obligarla a usted a ser solidaria con un tercero.
–¿Renunció a primarias con Chile Vamos después de que aprobaron la Reforma de Pensiones?
–Sí, porque ya era una más (…) Lo que pasó con Chile Vamos fue que nos pasaron por encima en el segundo proceso constitucional. Y nos pasaron por encima ahora, con la reforma previsional. De hecho, la pasaron tan rápido que no pudimos levantar dudas sobre lo que estaba sucediendo, los expertos no pudieron elevar sus objeciones. El propio consejo fiscal autónomo dijo que apenas tuvo tiempo para ver el proyecto. ¿Entonces, qué hicieron? Se comportaron como bandidos que intentaban esconder el botín. Eso es lo que estaban haciendo, tratando de esconder el botín. Y yo no me asocio con bandidos. Me da lata, de verdad. Me da lata tener que estar todo el rato arreglando los desaguisados que arma ese conglomerado, no sé, ¿en beneficio de quién?
En la fantasía infantil de Johannes Kaiser su primer triunfo electoral fue en el plebiscito de 1988, cuando la opción por el Sí ganó en Villarrica: “Mi primera participación en política fue a los 12 años haciendo campaña por el Sí. Repartía panfletos y chapitas para las señoras. De hecho, en Villarrica el Sí ganó con el 64%. Me gustaría creer que fue por mi culpa, pero no”.
–¿Cómo veía a Pinochet a los 12 años?
–Era una figura imponente, ¿no? Y eso venía de la mano con las historias familiares. Era el que nos había salvado el pellejo. Ahora, en la adultez, tengo que decir que mis familiares tenían razón: nos salvó el pellejo.
–¿Nos salvó el pellejo de qué?
–Nos salvó del marxismo-leninismo, de las bandas de milicianos que asolaban los campos, violaban mujeres. Nos salvó de tener que abandonar Chile, como lo han hecho siete millones de venezolanos. Nos salvó de la cartilla de racionamiento, nos salvó de vivir siempre preocupados por lo que diga el burócrata de turno, nos salvó de tener comités de revolución en los barrios, que vigilaban si uno decía algo contra el gobierno o no.
–A otros les costó el pellejo.
–Sí, es cierto. Eran los que querían imponer este sistema que le estoy describiendo. No nos equivoquemos: aquí no se buscaba instalar una socialdemocracia sueca, aquí lo que se quería era el sistema cubano. Por eso estuvo Fidel un mes en Chile.
–Como partidario de la pena de muerte. ¿Estuvo bien que los opositores a Pinochet fueran ajusticiados y torturados?
–No, la tortura no estaba permitida de acuerdo con nuestro ordenamiento jurídico. En segundo lugar, me habría gustado escuchar lo mismo cuando hubo parlamentarios del Partido Nacional que fueron torturados durante el gobierno de Allende. Esto venía de mucho antes en Chile. El tema de los derechos humanos se volvió relevante a nivel internacional después de la declaración de Helsinki. Pero antes de eso, todo el mundo torturaba a todo el mundo. ¿Estoy de acuerdo con eso? No. ¿Estaba de acuerdo con nuestra legislación? No lo estaba. Por algo, la declaración de agosto de 1973 le echa en cara a Allende la tortura de sus opositores políticos.
–¿Y los ajusticiamientos sin juicio?
–Estoy completamente en contra. Todo el mundo tiene derecho a un proceso legal. Otra cosa es en Estado de Sitio. Si hay un combate, y hubo combates, no es lo mismo que una persona muera en combate a que sea ajusticiada. Son dos cosas distintas.
Después de su ataque cardíaco, Johannes Kaiser decidió tomarse la vida más en serio y volver a la universidad. Durante 12 años tomó ramos de teología, sociología, economía, derecho y ciencias políticas. “En Europa, la universidad funciona diferente. Hay malla abierta. No es como aquí, donde la universidad es una fábrica de títulos. Allá puedes tomar los cursos del área que quieras mientras estés inscrito en la universidad”, explica.
–Pero nada desembocó en un título.
–Porque tampoco tenía mayor interés. No es que no fuera necesario, es que no me veía. A ver, si tú terminas una carrera, la presunción es que vas a trabajar en lo que estudiaste, ¿no es cierto? De acuerdo. Yo no me veía trabajando en esas cosas. No era lo mío.
A medida que Johannes Kaiser tomaba ramos en la universidad trabajaba en el mundo de la hotelería, como redactor deportivo para la fanaticada de un equipo de fútbol local y como comentarista político para Chile. Cuenta que firmaba sus artículos de análisis como Ivan Czar –“la traducción eslava de mi nombre”, explica– y que cuando abrió su canal de Youtube lo cambió a El Nacional Libertario. Cuando se vino de Europa en 2021 su plataforma tenía 100 mil inscritos. Hoy llega a 140 mil.
–¿Que lo motiva a regresar a Chile después de más de 20 años?
–Pasó que de esos 100 mil suscriptores que tenía muchos me comentaban en los live: “Criticas y no haces nada. Ven a Chile y haz algo”. Así que en algún momento dije: “Bueno, me voy a Chile por un año. Tengo mis ahorros, estoy con mi papá, veo a mi hijo. Me tomo vacaciones y aprovecho a hacer campaña. Armo algún pequeño escándalo para tener más suscriptores, y después me vuelvo a Austria”.
–¿Qué escándalo?
–No, no pudimos hacerlo. Era el del lema “el que no aporta, se deporta”, con que hice campaña, pero no prendió como para que fuera suficiente escándalo. Y bueno, llegué acá y me encontré un equipo de gente espectacular que me apoyó en el tema electoral. Originalmente quería ir por el sur, pero al final terminé yendo por la Región Metropolitana, por el Distrito 10, y ganamos. No me lo creía. Tenía mi departamento en Austria, tenía todas mis cosas en stand by. El día de la elección no me lo podía creer todavía. Pasaron un par de días y aún no me lo podía creer. Y hay momentos en los cuales todavía no me lo puedo creer. Y aquí estoy.
–Lo comparan con Gabriel Boric: un aspirante a Presidente improbable, sin título profesional.
–Hay una diferencia esencial con Boric: no tengo los pulmones vírgenes. Trabajé de todo. Soy miembro de un sindicato. Me hice pedazos las manos ganándome las lucas. Gabriel Boric no sabe lo que es levantarse a las 5:00 a.m., estar a las seis abriendo un local o atendiendo público. No tiene idea. Todos estos cabros salieron directamente de la sala cuna a la sala del colegio, de ahí a la sala de la universidad y después la sala del Congreso. No han trabajado ni han hecho nada por sus semejantes, jamás a cambio de un sueldo. Lo suyo ha sido solo política. Y no puedes tener gente con tan poca experiencia vital gobernando sobre otros. Porque lo teórico no te sirve para entender cómo funciona el mundo real. Esta gente no ha tocado el mundo real nunca.
–También ha sido muy crítico del expresidente Piñera, sobre el que surgió consenso póstumo de verlo como un verdadero demócrata.
–Un demócrata es quien defiende un resultado democrático. Piñera fue elegido democráticamente por mayoría, pero lo forzaron a entregar lo que juró defender: la Constitución.
–¿Qué lo separa hoy de José Antonio Kast?
–Mucho menos. Bueno, el tema constitucional en su momento nos separó. No hubo autocrítica respecto a lo que fue el segundo proceso constitucional, donde se entregaron posiciones que nosotros creíamos que no debían entregarse. Pero hoy creo que lo que nos diferencia mayormente, si es que se puede describir esta diferencia, es la visión del rol del Estado en la sociedad. Antonio es más conservador, cree en una gestión más activa del Estado, en la promoción activa de valores o formas de vida. Nosotros no creemos en eso. Creemos, de hecho, que el Estado no debería meterse de ninguna manera a promover o destruir formas de vida o temas valóricos.
–¿Y qué lo separa de Evelyn Matthei?
–Me separa que ella quiere… Es difícil saber lo que me separa de Evelyn, porque la verdad es que ha estado en todas las posiciones: a favor de subir impuestos y a favor de bajar impuestos, a favor de Pinochet y en contra de Pinochet, en contra del matrimonio homosexual y a favor del matrimonio homosexual. Entonces, la verdad es que no sé cuáles son sus posiciones políticas, y eso es lo que me separa de ella. Yo tengo posiciones políticas. No sé cuáles son las posiciones políticas de Evelyn Matthei.
–Si no pasa de una primaria, como se proyecta. ¿En el Senado?
–No, no iría al Senado. No me interesa. Son unos aburridos. Es mucho más entretenida la Cámara de Diputados. En primer lugar, hay figuras mucho más rutilantes. Pero no solo eso. En la Cámara de Diputados se organizan operaciones políticas mucho más entretenidas que en el Senado. Ahora, en el Senado pueden hacer este tipo de chanchullos como el que hicieron con la reforma tributaria; pero la política, el enfrentamiento de ideas, es mucho más intensa en la Cámara de Diputados que en el Senado.
–¿Reelección por el distrito 10?
–Probablemente.