Si todo hubiera resultado como final de comedia romántica, Jennifer Aniston y Brad Pitt estarían celebrando hoy 22 años de matrimonio. Si bien el destino les tenía preparado otro final, independiente de los hechos posteriores, aquel matrimonio fue uno de los más aclamados del momento.
Jen y Brad se conocieron en 1994, pero en ese tiempo el actor mantenía una relación con Gwyneth Paltrow (y en sus propias palabras sería ella quien provocaría el quiebre). Y hay que tener en cuenta que en septiembre de ese año se estrenó Friends, por lo que Jennifer era todavía semi desconocida. Sobre Brad, ella dijo “Era simplemente ese chico dulce de Missouri, ¿sabes? Un chico normal”. Sin embargo, el estrenaba ese año Entrevista con un vampiro y Leyendas de pasión.
Sería cuatro años después cuando tendrían su primera cita, el saliendo de su relación con Paltrow y ella terminando la suya con Tate Donovan. “Fue raro. Fue una noche muy fácil y muy divertida”, dijo ella en una entrevista a Diane Sawyer. Y agregó, “mis amigos me apoyaron mucho, especialmente cuando descubrieron el increíble ser humano que es Brad. Al principio ellos estaban en plan ‘espero que no sea un cabrón, un engreído de mierda o algo así’. Pero te olvidas de eso a los cinco minutos de conocerlo. Lo que es una muestra de quién es él. Te desarma de forma inmediata“.
Y, en 1999, en la alfombra roja de los Emmy fue el escenario elegido para hacer su primera aparición pública. Y es que de cierta forma, casi todo fue “de película” durante su relación. Meses después, anunciaron su compromiso durante un concierto de Sting, subieron al escenario y Aniston mostró su anillo.
La boda fue agendada para el 29 de julio de 2000, en una celebración que costó 1 millón de dólares, según señalaron fuentes cercanas. Ambos querían un evento íntimo y mantener la privacidad de ellos como de sus invitados, sin prensa alrededor. Y para conseguir aquella boda secreta, los costos evidentemente se elevaron, gastando 100 mil dólares solo en seguridad. Además, cercaron la propiedad, restringieron el tráfico aéreo de la zona e instalaron una carpa. Por lo mismo, es difícil que encontrar imágenes de aquel icónico día. Quizás el destino lo intuía.
El evento estuvo lleno de lujos y excentricidades. Arrendaron una propiedad de dos hectáreas en un acantilado en Malibú. El lugar fue decorado con un total de 50.000 flores, incluyendo rosas, tulipanes y glicinias. El ramo de Jennifer era un bouquet de rosas Vendela holandesas. Un coro de gospel cantó las canciones del último álbum de Blur, durante el cóctel se sirvió caviar, pizza gourmet y champán Dom Pérignon.
El menú incluía cangrejo, langosta y carne a la pimienta. El postre lo componía una tarta de seis pisos, se construyó una fuente para la ocasión y la carpa la adornaban miles de velas importadas de Tailandia. La fiesta culminó con 13 minutos de fuegos artificiales. Un boda de película.
Entre los invitados, estuvieron algunos de los compañeros de Jennifer Aniston en Friends, como Courtney Cox y Matthew Perry, así como algunas estrellas de Hollywood. Entre ellas, Cameron Diaz, Salma Hayek y Ed Norton.
El vestido de novia era de satén de seda blanco con aplicaciones de cristales, creado por la diseñadora italiana Lawrence Steele. Complementó el vestido con unos zapatos hechos a medida por Manolo Blahnik y un velo con una corona de cristales Swarovski. Por su parte, el novio llevaba un esmoquin negro diseñado por Hedi Slimane y los padrinos de la boda se vistieron de Prada.
Sin embargo, el cuento de hadas terminaría cinco años después. El 7 de enero de 2005 todo quedó zanjado cuando Pitt y Aniston comunicaron de forma oficial: “Nos gustaría anunciar que después de siete años juntos hemos decidido separarnos formalmente. Para aquellos que siguen este tipo de cosas, nos gustaría explicar que nuestra separación no es el resultado de ninguna de las especulaciones reportadas por los medios sensacionalistas. Esta decisión es el resultado de mucha consideración”. Pero las “especulaciones” tenían un nombre claro: Angelina Jolie.
Ahora bien, más allá de los hecho y la historia con Jolie, que finalmente tampoco resultó bien para Brad, todo indica que el afecto entre ambos sigue intacto. Y así lo confirmó la misma Jennifer Aniston a Vanity Fair después de su separación: “Me sigo sintiendo afortunada por haber vivido ese matrimonio. No sabría lo que sé ahora si no me hubiera casado con Brad. Amo a Brad y lo amaré el resto de mi vida. Es un hombre fantástico y no me arrepiento de nada”.
Y es que en los últimos años ha sido evidente que ambos han dejado el pasado atrás. Inolvidable serán las imágenes de ambos en los SAG Awards 2020, premios que serán recordados por uno de los reencuentros más esperados desde los 2000.
Sobre su relación, Jennifer también comentó a Vanity Fair: “Pasamos siete años muy intensos juntos y aprendimos muchas cosas el uno del otro. Fue una bonita y complicada relación. Lo que me pareció triste fue la forma en que se redujo a un cliché de Hollywood. Nos pusieron en un pedestal pero éramos una pareja normal. Pensábamos diferente, y no puedes forzar una relación, ni siquiera cuando la gente la tiene idealizada. No sabría lo que sé ahora si no me hubiese casado con Brad. Le quiero y lo haré durante toda mi vida. Es un hombre fantástico. No me arrepiento de nada”.