Revista Velvet | Igor: el homenaje de Néstor Cantillana a su padre
Cultura Pop

Igor: el homenaje de Néstor Cantillana a su padre

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Igor: el homenaje de Néstor Cantillana a su padre

POR Vero Marinao | 10 octubre 2021

Fotos Gentileza Néstor Cantillana y Volcánica Films Ltda.

En esta entrevista, Néstor cuenta cómo, pese a la distancia, desde niño se conectó emocionalmente con él: más que como su tío o padrino, lo reconoce como un padre. Igor reafirma esta conexión y dice que con esta película, Néstor, a quien considera su hijo, le salvó la vida.

“Cuando yo tenía ocho años, él hizo una película en Suecia. Le pagaron bien y nos pudo llevar hasta allá por tres meses a mi mamá, mi abuela y a mí”, recuerda Néstor. Habla de su tío y padrino, el actor Igor Cantillana, quien, después de ser torturado y de estar encerrado durante dos años en los campos de concentración de Tres Álamos y Ritoque, se exilió en Estocolmo.

“Allá era invierno y yo lo acompañaba todos los días al trabajo en la compañía de teatro Sandino. Él ensayaba de lunes a viernes de 11 a 4 de la tarde, una cosa así. En ese tiempo ellos todavía estaban haciendo teatro en español, porque esa compañía se había fundado con personas exiliadas de distintas partes de Latinoamérica: argentinos, uruguayos, de todas partes. Estaban montando El Abanderado, de Heiremans, y así, siendo muy chico, yo conocí el proceso de montar por dentro una obra. Las parejas de los actores y actrices que conformaban la compañía se hacían cargo de sus hijos durante los ensayos y, en algún momento, los niños podían meterse al ensayo a mirar. Me parecía muy insólito, muy extravagante, que el decir ‘me voy a trabajar’ fuera juntarse con personas, sacarse la ropa, ponerse unas mallas y hacer unos ejercicios. Fumaban mucho, tomaban mucho café y se reían mucho. Eran muy simpáticos, muy chistosos, pero muy serios cuando trabajaban”, cuenta.

Y sigue: “Eso de alguna forma me marcó porque, justo antes de volver, alcancé a ver el estreno, la magia del teatro. Porque una cosa es ensayar entre cuatro paredes, tener buenos o malos ensayos, y otra es la experiencia con el público, con el vestuario, con las luces. El Igor dirigía y, además, interpretaba al abanderado, y me acuerdo nítidamente de una parte en la que al abanderado le pegaban latigazos. Yo había visto esa escena antes en los ensayos, pero en la función, cuando el otro actor le rompió la camisa, me paré de la silla, no logré distinguir (la realidad de la actuación). Sabía lo que iba pasar, pero no había visto la escena con las luces, con la música, con el vestuario, con la magia de la cajita negra donde otro mundo es posible”.

LAS CARTAS, LA COMPLICIDAD

De vuelta en Santiago, Néstor recuerda que Igor mandaba cartas una vez al mes y que, una vez al año, enviaba un cassette donde contaba más de su vida: “Creo que yo tomé la iniciativa de escribirle una carta y la metí en el mismo sobre donde le mandaban cartas mi mamá y mi abuela. La respuesta fueron dos sobres. Y ahí empezó una cosa más privada, más chistosa. Más garabatos, más tonteras. Eso fue cuando yo tenía 13 años. Después seguimos por mail y ahora él ya está viviendo acá”.

Pero Igor tiene un recuerdo más preciso: “Yo había dejado unos libros de teatro en Curicó y Néstor me escribió sus reflexiones acerca del Tartufo, de Molière. Y luego analizó la relación de su mamá y de su abuela con la Iglesia y decidió no ir más a la iglesia. Era muy sabio siendo muy niño”.

En 1989, Igor pudo venir a Chile. “Y fuimos de la mano al estreno de La Negra Ester en Puente Alto. Él me pidió que le preguntara a Andrés Pérez dónde estudiar teatro. Y Andrés le dijo que estudiara donde Fernando González, porque ahí hacía clases Fernando, él y Alfredo Castro. Andrés dijo ‘es la mejor escuela’”, dice Igor, quien vive desde hace nueve años en Chile.

EL REGRESO

Néstor recuerda lo que pasó hace 11 años. “Igor siempre había sido positivo y buena onda, agradecido de la vida. Muchos de sus compañeros murieron, entonces ya el hecho de sobrevivir era suficiente. Pero en ese momento se había separado y le vino una depresión muy fuerte; le vinieron los traumas del encierro, se agudizó su asma, perdió la visión parcial de un ojo, bajó de peso, tuvo problemas en el hombro en el que había recibido un balazo, y lo vi más frágil y vulnerable. Y le dije que se viniera para acá”.

Esa invitación claramente fue un gesto que da cuenta de algo que para Néstor es natural: Igor es su figura paterna. A su padre biológico lo vio pocas veces. Pero Igor tardó dos años en volver a Chile. Y en ese lapso, Néstor empezó a filmar en Suecia Igor, un corto que resume la vida de su padre emocional.

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