Revista Velvet | Ignacio Pérez-Cotapos: “Yo le hago caso a la guata, al instinto”
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Ignacio Pérez-Cotapos: “Yo le hago caso a la guata, al instinto”

Ignacio Pérez-Cotapos: “Yo le hago caso a la guata, al instinto”
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Ignacio Pérez-Cotapos: “Yo le hago caso a la guata, al instinto”

POR equipo velvet | 16 octubre 2025

El diseñador y creador de revistas, quien vuelve a la escena como director de Casa FOA –la reconocida exposición de diseño interior, arquitectura y paisajismo, que se presenta del 6 al 30 de noviembre en Espacio Zoco– dice que no sabe si los chilenos se volvieron más refinados después de la pandemia. Lo que sí es cierto, opina, es que aprendieron a asesorarse: “A todos nos gusta vivir bien, te caiga menos o más plata”.

Por Alfredo López j. Fotos Bárbara San Martín

Admite que siempre le gustaron las revistas. Muy rápido, Ignacio Pérez-Cotapos Larraín se convenció de cambiar la carrera de arquitectura por diseño. Al tiempo, con Claudio Droguett, hizo una agencia de publicidad, “pero vino la crisis de los 80, cerramos y luego estuve en canal 7, hoy TVN”. A los años, ya estaba en el mundo editorial. Junto a mujeres como la periodista Verónica López Helfmann, le dio vida a Caras, un suceso en la escena periodística de los años 90 y los 2000.

Su pasión por el magazine, sin embargo, comenzó mucho antes, en su infancia, cuando estudiaba en el Colegio Verbo Divino. Fue Pilar Larraín, prima hermana de su mamá, quien le abrió un mundo desde que era niño: creó la revista Ritmo y llegó a ser directora internacional de revistas en el consorcio Hearst en Nueva York, con títulos como Harper’s Bazaar y Cosmopolitan.

“Me acuerdo, de sus años en Chile, que llegaba a comer a la casa con las pruebas de imprenta. Más grande, la acompañaba a la oficina, había como un tema… Mi mamá, además, también era ‘revistómana’; era un asunto de familia”, relata.

Ese legado, con los años, se convirtió en oficio. La selección de portadas, el despliegue de las producciones de moda y el buen gusto a la hora de escoger las casas más lindas del país han sido parte de su trabajo. Creó la Revista ED, que acompañó durante 17 años a una élite que tímidamente empezaba a mostrar sus casas, poniendo en relieve el trabajo de arquitectos, interioristas, paisajistas e iluminadores.

Hoy, en su casa en el barrio El Golf, nos cuenta sobre Casa FOA, la exhibición de interiorismo y decoración nacida en Argentina en 1985 que regresa a Santiago después de seis años, y se presentará en noviembre en Espacio Zoco. Un momento para conocer las propuestas de los principales interioristas de la escena nacional, junto a novedades tecnológicas y de diseño.

Como director de Casa FOA, Pérez-Cotapos adelanta que esta versión también tendrá algo de revista. “Eso de pasar de una página a otra, de un ambiente a otro, de una cocina a un bar y luego a un jardín. Algo vivo”, dice quien, desde su óptica, ha sido testigo y protagonista de la evolución de los chilenos a la hora de habitar sus espacios con identidad, arte o derechamente lujo.

–¿Cómo ha cambiado todo?

–Hubo un tiempo en que la gente estaba como tratando de descubrir nuevos mundos. Me acuerdo de esos años en que Benjamín García-Huidobro traía a las tiendas de retail el mundo de otros países, de India, de África. La magia del Oriente. Eso fue un verdadero despertar. Se podía decorar las casas con máscaras africanas, cosas chinas y hacer mezclas… No todo era contemporáneo.

–¿Se podría decir que ahí hubo como un punto y coma respecto a una élite a la que no le gustaba mostrar mucho su riqueza, con muchos signos de austeridad y religiosidad?

–Fue una evolución natural. Obviamente hay estilos. Si uno mira hacia atrás, las casas antiguas eran todas de estilo francés. Y, como dices tú, con un sentido religioso, con una influencia un poco quiteña, cusqueña, algo bastante arraigado a la sociedad y a cómo vivía la gente. Pero bueno, todo va evolucionando y yo creo que nosotros, en ED, estuvimos al frente del boom de la decoración. Comenzaron las tiendas y llegaron marcas. Además, nos preocupamos de un público más joven, que estaba con ganas de ver otras cosas porque no había mucho donde mirar tampoco. Ahora, bueno, uno tiene todo a la mano.

–Y en ese camino, ¿el chileno aprendió a asesorarse?

–Pienso que sí. Los decoradores se confirmaron en su trabajo. De hecho, hay casos como el de Anita Domínguez, quien siempre dice que comenzó su oficio luego de mostrar su casa en ED. Comenzaron a pedirle consejos, a preguntarle… Creo, en todo caso, que el chileno siempre ha sido más bien clásico, pero también ha ido abriendo una ventana hacia cosas nuevas. Había quienes me decían que en Chile no había casas ni material suficiente para una edición especializada como ED. Pero nosotros mostrábamos de todo, también propuestas más rústicas, en distintas partes. Y resultó. A la gente le encantó por la calidad de las fotos y todo escrito por grandes plumas de la época.

–¿Cuál cree que ha sido como su gran capacidad? ¿Unir equipos? ¿Identificar talento, belleza?

–Creo que todo viene de una forma un poco innata. Yo le hago caso a la guata, al instinto. Si alguien me dice que no, insisto y digo que sí. Además, me gusta mucho lo que hago y probablemente tengo buen ojo.

–En algún momento dijo en una entrevista que apreciaba componer una imagen con una nana en el cuadro y la opinión pública se le vino encima ¿Siente que lo mal interpretaron?

–Justamente estaba viendo ahora ese artículo, por el libro que se hará en torno a los 30 años de ED. Se trataba de unas páginas que se referían a las buenas recetas de cocina de las nanas chilenas. Entonces, nos pareció bonito en ese momento hacerles un homenaje. Lo que dije fue que me gustaba que hubiera movimiento en la casa, al igual que un niño corriendo, o un perro detrás de una pelota. Tampoco me gusta producir tanto los lugares para ser fotografiadas. La idea era mostrar la realidad de una casa, su verdad.

“EL CHILENO ES MEJOR CLIENTE QUE ANTES”

Como director de Casa FOA, Pérez-Cotapos quiere prolongar esa energía a Espacio Zoco, en Lo Barnechea. “Esta vez hay mucha gente joven, nueva, y me parece que son súper buenos en el sentido de que tienen mucho entusiasmo, quieren hacer las cosas bien. Veo que tienen todos mucho trabajo, que les ha ido bien, así es que me imagino que el chileno se está comportando mejor, seguramente es mejor cliente que antes”, reflexiona.

–¿Cambiamos de alguna forma con la pandemia?

–Nos marcó bastante. Estuvimos dos años prácticamente encerrados y salir era raro. Fue un periodo difícil, pero bueno, hay que salir adelante. Casa FOA de alguna forma viene a recuperar estos espacios perdidos; la última fue en 2019 (antes del estallido social). La gente en pandemia se dio cuenta de cómo vivía y le dio más importancia. Desde una renovación total a darse cuenta de que le faltaba una lámpara.

–¿Cuál será la premisa de Casa FOA este año?

Estar en una suerte de revista en vivo. Es un lugar donde está construyéndose un hotel NH, aún no terminado, claro. Estaremos en los tres primeros pisos, con cerca de treinta diseñadores. Habrá actividades, charlas, un bar, la Galería de Arte Patricia Ready y, además, estamos asociados a la AdDI, la Asociación de diseño e interiorismo de Chile. Será un concepto distinto y diverso para que sea entretenido. El último día, al cierre de la exposición, se pondrán las cosas a la venta. Será un gran montaje, con olores y sonidos. Un momento para impulsar la creatividad, donde la gente se puede inspirar, por ejemplo, para hacer una renovación en su casa o, por último, pintarla.

–¿Cree que hemos evolucionado respecto al gusto? ¿O que nos estamos relacionando más con el lujo?

–No sé si a los chilenos les habrá cambiado el gusto después de la pandemia. Lo que sí es cierto es que a todos nos gusta vivir bien, te caiga menos o más plata, porque se trata de placer, de tener estilo. Cuando dicen que sobre gustos no hay nada escrito, yo digo que hay mucho escrito. ¡Mucho! Uno puede leer, aprender y ver. La palabra lujo, por otra parte, está sobrevalorada. Para la gente que ya tiene una base, puede ser el tiempo. Pero es algo que cambia. En los 90, posiblemente, era tener un auto fabuloso… Hoy no me cabe duda de que se trata de no estar todo el tiempo pegado a la oficina.

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