Por Paula Palacios Fotos Bárbara San Martín
Admira a su madre y, en honor a ella, Felipe Kast bautizó con el nombre de Casa Cecilia el hotel boutique que inauguró hace unas semanas en el barrio El Golf. Uno de los tantos emprendimientos que el parlamentario ha levantado en el último tiempo, que tienen que ver con una nueva etapa más personal, de incursionar en proyectos rentables y que lo hagan feliz.
Además del indiscutible parecido físico, madre e hijo tienen una historia que los marca a fuego. Cecilia Sommerhoff (74) tenía apenas 32 años cuando, en 1983, enviudó del economista y exministro Miguel Kast, quedando sola a cargo de sus cinco hijos (Miguel, Pablo, Felipe, Tomás y Bárbara), en momentos en que el mayor no superaba los 11 años.
Felipe Kast (47) era el tercero y tenía apenas seis años cuando perdió a su papá. El actual senador por La Araucanía y fundador de Evópoli cuenta que, lejos de ser testigo de una madre superada por la vida y las circunstancias, creció viendo a una mujer alegre, optimista, divertida y que con gran fuerza lo sacó a él y a sus hermanos adelante.
“No sé cómo lo hizo para impregnarnos esa alegría y que nunca nos faltara nada”, recuerda el parlamentario, mientras su mamá lo apunta como un niño alegre que jamás le dio problemas. “Siempre tuvo buen carácter, lo que me hizo muy fácil su crianza”, rememora ella.
A los seis años de quedar viuda, Cecilia, quien en la actualidad es acompañante espiritual e integrante activa de la comunidad schoenstattiana, volvió a encontrar el amor en el exministro de Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones de Ricardo Lagos, Javier Etcheberry, quien venía de un fallido matrimonio anterior y con quien tuvo a su sexta hija, Cristina. El actual director subrogante del SII no sólo hizo el rol de padre de los hermanos Kast Sommerhoff, sino que –al igual que Miguel Kast– les inculcó un profundo interés por la escena pública.
Felipe ha dedicado gran parte de su vida a la política: fue ministro, delegado presidencial en el primer gobierno de Sebastián Piñera, diputado, fundador de Evópoli y senador. Sin embargo, el parlamentario, quien hace unas semanas asumió la presidencia de la Comisión de Hacienda, comenzó este último tiempo a incursionar en otras áreas de interés, más allá del mundo partidario.
Separado y padre de cuatro hijos –Miguel (19), Emelia (18), Pedro (15) y Sebastián (12)–, además de darle riendas sueltas a su veta de Dj que cultiva de niño –por lo que se le ha visto animando las noches santiaguinas en algunos bares de moda–, junto a su hermano Pablo emprendió un proyecto agrícola de avellanos en el sur; abrió una perfumería en Casacostanera y hace unos días inauguró junto a cuatro socios un hotel boutique en pleno Presidente Errázuriz, en el barrio El Golf, donde creció junto a su familia y el cual bautizó nada menos que como Casa Cecilia, en honor a su madre.
“Es un gesto a mi mamá que quedó viuda muy joven… Un personaje que queremos mucho en la familia. Y claro, tal vez muchos conocen más a mi padre que falleció, pero ella también se merecía un pequeño homenaje”, señala.
La casona –de tres pisos, de vistosa fachada azulosa y enormes pilares rojos en la entrada– cuenta con cuatro habitaciones de lujo, dos departamentos con cocina y un restaurante abierto al público a cargo de la chef peruana Lorena Salinas, el que a semanas de abrir ya tenía casi 50 mil seguidores en Instagram (@cecilia.bistro). El diseño e interiorismo –en manos de Hugo Grisanti y Kana Cussen– es una mezcla de fantasía, juego, mucho color y diversos objetos que tienen que ver con la historia de Sommerhoff. “Este proyecto comenzó en diciembre del año pasado y varias veces me junté con los diseñadores para contarles sobre mi mamá y así pudieran hacerse una idea de cómo es ella y representarla lo más fiel posible”, cuenta el senador.
–¿Y qué les contaba de su madre? ¿Cómo la describió?
–Que es una mujer gozadora, que le gusta conocer gente distinta. A pesar de ser conservadora en su vida interior –va a misa y es muy religiosa–, es desprejuiciada en un Chile donde nos marca el prejuicio y el estatus. Es curiosa, le encanta la diversidad, descubrir mundos distintos, viajar. Mi mamá siempre ha sido muy elegante, pero, a la vez, sencilla, acogedora, dulce. Tiene habilidades blandas y una personalidad fuerte.
–Lindo homenaje de su hijo, Cecilia.
–Me lo tomo como un cariño; un guiño para decirme: “Mamá te tengo presente”. Y lo increíble que cada cosa de este hotel tiene mucho de mí. En ese cuadro ponte tú (dice apuntando a un mural) aparece un tren que nos caracteriza como familia. Mi abuela vivía en Concepción, murió cuando yo tenía nueve años, y me encantaba viajar de noche a visitarla… El tema de los trenes nos gusta, ¿cierto Felipe?
–Felipe: Y fue muy importante porque cuando chicos viajábamos mucho a Parral, al campo que tenemos en Chanco, donde mi mamá trabajaba con mi papá; primero en abejas y después en el tema forestal. Entonces, partíamos en tren los viernes y allá nos recogían en unos jeeps para llevarnos al campo.
–¿Cómo recuerda esos años, Cecilia?
–Con Miguel estuve 12 años solamente. Murió a los 34, y yo con cinco niños de 2, 4, 6, 10 y 11 años. Barbarita, que era la menor, casi no supo de su papá…
–Felipe destaca su fortaleza y optimismo para salir adelante, ¿cómo lo hizo con cinco niños?
–Era bien religiosa, herencia de mi padre. Bueno, tengo una hermana monja y un hijo cura. Aunque suene contradictorio, cuando Miguel estuvo enfermo vivimos una especie de luna de miel espiritual; él era especial. Recuerdo cuando, de un día para otro, partimos a EE.UU. para saber qué cáncer padecía, él mantuvo intacta su espiritualidad. Tenía un cuento con la Virgen muy fuerte y creía en un Dios cercano. Fue una época linda, en que nos sentimos muy acompañados. Todos los días, a las 19 horas, se juntaba un montón de gente en la casa y rezábamos el rosario. Me afirmé en la fuerza de la oración.
–Felipe: También tuviste mucha fuerza de seguir, de no derrumbarte.
–¿Cuánto lo marcó eso, Felipe?
–Mucho. Fue, además, una mamá presente, preocupada, muy conectada con sus hijos en sus diferentes necesidades; éramos muy distintos. Después de seis años llegó mi padrastro, que fue un tremendo aporte a la familia y le dio cierta estructura. Hasta el día de hoy somos muy cercanos a ambos; fue una bonita historia. Después nace una hija en común, Cristina, que es la unión familiar. Por eso tenemos un chat que se llama: “Los tuyos, los míos y los nuestros”.
–¿La fortaleza diría que es el gran sello de su madre?
–Su sello es de una mujer que educó con cariño; su fortaleza es que le da mucha importancia a la familia. Es una mamá de piel… Nos mandamos más de una embarrada y ella siempre apañando, pero educando a la vez; ternura con principios claros. Otro concepto que la define es que siempre fue austera; cuidadosa, de no botar las cosas.
–¿Y qué tienen en común con su hijo, Cecilia?
–En lo gozadores; de chico fue alegre, con buen carácter. Y, aunque no lo demuestro tanto, al igual que él, me importa mucho la política. También nos une la preocupación social, la familia, los hijos. Felipe está separado, pero la relación que mantiene con sus cuatro niños es maravillosa. ¿Y en qué somos distintos? En que él es más…, no diría derrochador, pero no escatima en gastos. Yo, en cambio, soy calculadora. Mi mamá vivió el terremoto del 39, ¡se le cayó todo! Eso nos marcó.
–Felipe: Cuando partimos este proyecto del hotel en diciembre, la llamé para contarle y que iba a ponerle su nombre, ¿tú crees que se puso feliz? Lo primero que me dijo fue: “Felipe, por favor, no quiero que pierdas plata, ¡no lo hagas!”… Ella no vino a conocer el hotel hasta que estuvo listo.
–Cecilia: ¡Me dio susto! No quería conectarme… Después, claro, ya las cosas hechas, ¡hechas están! Y apoyar al hijo nomás.
–Felipe: Se preocupó. A veces se imagina unos escenarios terribles, en lo económico sobre todo… Es miedosa, aprensiva, qué por qué invento cosas…
–¿Y por qué se le ocurrió incursionar en el rubro hotelero?
–Llevo muchos años en política; hoy estoy moviéndome en emprendimientos que me permitan tener más tranquilidad financiera. En el último tiempo me he dedicado a proyectos que sean rentables y que también me hagan feliz. Como ingeniero comercial, hay una parte de mí postergada en el mundo de los negocios, y creo tener la edad y capacidad para hacerlo.
–También se le ha visto como Dj tocando en fiestas electrónicas.
–Eso es más una terapia. Desde chico ponía música; mi primer trabajo remunerado fue ser Dj a los 12 años y seguí hasta los 18. Me gusta la música, tengo mi mesa de sonido y disfruto mezclar. Mi estilo es el house y transformar en electrónica los clásicos que escuchamos en los años 80 y 90.
–Se le ha visto tocando en reconocidos bares de Providencia.
–Toqué hace poco en un bar (Santo Remedio) porque era mi examen final de un curso que tomé. No pretendo dedicarme ni hacer algo más público.
–¿Cuánto ha influido su separación matrimonial en esta reinvención personal? Da la impresión que estuviera volviendo a las pistas.
–Tiene que ver más con una primera etapa laboral muy enfocada en lo político y, de un tiempo a esta parte, me he abierto a explorar otras cosas que había dejado postergadas. No creo que tenga que ver con mi separación.
–¿En qué etapa del proceso de su separación se encuentra hoy?
–En una en que veo a mis hijos más grandes; estoy muy conectado con ellos. Tengo un régimen de fin de semana por medio y todos los domingos hasta los martes. Estoy en un momento lindo, pleno, de calma, en que nada es tan grave. Y explorar otras áreas también tiene que ver con darse tiempo para uno. Mi primera etapa fue muy hacia afuera; ahora me toca cultivar hacia adentro. Dicen que la vida no tiene que ver con cuántos años tienes, sino con cuántas historias has vivido.
–Esto de diversificarse, ¿será también una manera de allanar el camino por si decide no presentarse a la reelección senatorial?
–Es una decisión que tomaré el próximo año.
–Y usted Cecilia, ¿es partidaria de que su hijo repostule al Senado?
–Tanto tiempo en política es muy desgastador; lo admiro. En Chile y el mundo las redes sociales han tenido un impacto muy fuerte con descalificaciones, opiniones. Hoy con la globalización, las migraciones y otras variables, ser político es mucho más complejo; es otra la dinámica.
–¿Prefiere que no entonces?
–Es una decisión personal. Imagínate mi marido, a los 77 años volvió al Servicio de Impuestos Internos. O sea, lo impensable ¡es posible! Pero estuve de acuerdo.
–¿Suelen hablar de política?
–Felipe: Yo trato de no hacerlo, pero es imposible. No sé si mi madre tuvo la buena o mala suerte de tener dos maridos y un hijo ministro; otro hijo diputado y una hija concejala. Seguimos la historia de nuestro papá Miguel y también de nuestro padrastro, ellos –uno más de derecha y el otro más de izquierda– le dieron gran valor a la trascendencia del servicio público.
–¿En qué coinciden en lo político?
–Cecilia: Ambos creemos que el Estado no es muy eficiente, por tanto, no debe crecer mucho y fortalecer políticas públicas que incentiven el emprendimiento. También que los funcionarios estatales sean seleccionados por la Alta Dirección Pública, para que queden las personas más idóneas y no sólo por pituto.
–A su hijo le ha tocado estar en el ojo del huracán y expuesto a críticas. Cecilia, ¿cuánto le afecta o ya está ‘curada de espanto’?
–Por supuesto que me duele y también le doy consejos que él los tomará o no, pero le doy mi punto de vista. Felipe ya es adulto; además, es su proyecto, no el mío.
–Felipe, hace poco asumió la presidencia de la Comisión de Hacienda. ¿Ha visto un cambio en la mirada del Presidente en materia económica?
–La virtud que tuvo el Presidente Boric fue nombrar a Mario Marcel en Hacienda. No sé si él ha cambiado la mirada, probablemente sí, aunque ha tenido muchas contradicciones y evoluciones curiosas. Finalmente, el que conduce la política económica no es el Presidente, sino el ministro Marcel, con quien podemos discrepar, pero ambos como economistas tenemos un lenguaje común.
–¿Le cree al gobierno cuando dice que sí le importa el crecimiento, como aseguró hace poco en defensa de las críticas?
–No han hecho lo suficiente para demostrar que les importa, pero por lo menos veo a un ministro en un tono que ojalá lo hubiese tenido desde un comienzo.
–Usted Cecilia, ¿es de las que está atenta el desempeño del gobierno?
–Para ser sincera, he estado alejada de la política, de la contingencia. Se habla de quién será candidato en las próximas elecciones. Por lo que he vivido, sólo puedo decir que las cosas cambian de un momento a otro. Entonces, no estoy opinando mucho, más bien escuchando… En cuanto al Presidente Boric, a él le llegó este cargo, no lo tenía pensado. No estaba tan preparado para esa función; ninguno del Frente Amplio. Pero bueno, se aprende a dolores, tropezones y caídas.
–¿Cerró la puerta a una futura carrera presidencial, Felipe?
–Sí, ya no es tema. Hoy mi prioridad es ser senador por la Araucanía. Fui candidato presidencial, en parte, para levantar a Evópoli y mostrar nuestro proyecto. Además, en política la soberbia es la peor compañera. Cuando ves a una Evelyn Matthei tan bien aspectada, mi rol hoy es apoyarla más que preocuparme de ser candidato o no.
–Cecilia: Para mí, ser Presidente ¡es lo peor! A través de mis maridos capté lo que es esta cosa. Imagínate que al expresidente Piñera le haya costado; un hombre que era 24/7, con toda su fuerza e inteligencia… Yo siempre digo: otra cosa es con guitarra.
–¿Esta de acuerdo, entonces, con que su hijo cierre ese capítulo?
–Como mamá, sí… Quizá tener un recreo, o sea, que se tome un tiempecito y después vea, si Felipe es jovencito. Puede volver en unos años más, que se relaje un poco, si lo pasan muy remal. Aunque él, fíjate, tiene una habilidad de que la cosas no le afectan. Nunca te he visto como achacado-achacado por algo, ¿cierto Felipe?
–Felipe: No, nunca. He disfrutado mucho mi vida profesional. Es difícil, pero siempre le busco el lado bueno a las cosas.