Maite Orsini no es una mujer de ritos. Cuenta que al iniciar este año prefirió no pedir deseos sobre lo que vendrá. No comió uvas ni dio la vuelta a manzana con una maleta. No quiso hacer nada que la hiciera cargar el 2024 ni de buenas ni malas expectativas. Eso, porque todo lo que sucedió en el año anterior jamás lo imaginó: “Espero que este sea un año más tranquilo, no sólo para mí, sino para el ambiente porque el 2023 estuvo bien controversial, hostil. En general, esperaría que fuera un año más cariñoso”, dice la diputada de Revolución Democrática sobre el ciclo pasado, un periodo en que no lo pasó bien. Nada de bien, contará en esta entrevista que da a revista Velvet en exclusiva, después de meses de guardar silencio.

Dirá que le fue muy difícil tolerar el nivel de exposición a que se vio expuesta por los trascendidos faranduleros de su –entonces– incipiente relación con el ex futbolista Jorge Valdivia o por el escándalo político que se desató tras el destape del Caso Convenios, donde fundaciones como Democracia Viva, ligada a militantes de su partido, están siendo investigadas por corrupción.

La niña que debutó en televisión a los 6 años, que luego fue rostro de programas juveniles, actriz de teleseries, abogada, electa como diputada del Frente Amplio en 2017 con la mayoría de votos del Distrito 9 –Huechuraba, Recoleta, Independencia y Renca, entre otras– y luego reelecta en 2021, optó por callar cuando todos quisieron hablar de ella. A lo largo de esta conversación que sostiene después de una larga sesión de fotografías registradas en el ex Congreso Nacional, la parlamentaria compartirá que no estuvo en soledad. Pero que sólo en los últimos meses ha podido dormir bien.

“Siento que el 2023 fue un poco perdido, así que espero que los dos años que me quedan (en la diputación) pueda recuperar el tiempo para hacer lo que a mí más me gusta. A mí me gusta mucho mi trabajo, lo disfruto de corazón. Todo lo que pasó en mi vida tiene sentido para llegar a este lugar. Siento que estoy hecha para esto”, dice, cuando ya cae la tarde en los jardines de este tradicional espacio que elige para romper el silencio, reafirmando de paso su rol de diputada con 98% de asistencia, autora de proyectos de ley como el que busca un arriendo justo y el que condena la violencia digital.

–¿Por qué fue un año perdido?

–Pasa que me tuve que replegar. Fue un principio de año con mucha exposición y, aunque suene difícil de creer, porque yo tomo mis decisiones, a mí la exposición no me hace bien, no me gusta. En este momento, por ejemplo, no estoy disfrutando de esta entrevista. Me cuesta. Si bien he vivido toda mi vida con esto, la exposición me duele. Y ese repliegue no sólo fue personal, sino que también laboral, porque presentar un proyecto de ley vistoso implica dar muchas entrevistas, tener muchas reuniones y, la verdad, es que necesitaba replegarme.