Revista Velvet | “Este dolor no es mío”: el libro que explica que nuestros problemas emocionales se explican por la historia familiar
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“Este dolor no es mío”: el libro que explica que nuestros problemas emocionales se explican por la historia familiar

“Este dolor no es mío”: el libro que explica que nuestros problemas emocionales se explican por la historia familiar
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“Este dolor no es mío”: el libro que explica que nuestros problemas emocionales se explican por la historia familiar

POR Carlos Loyola Lobo | 27 agosto 2022

Este dolor no es mío explica cómo nuestra historia familiar, puede ser la fuente de nuestros problemas emocionales o mentales. ¿Nos sentíamos incómodos cuando íbamos a ver a los abuelos u otros parientes? O tal vez teníamos una relación tensa con nuestros padres. Los traumas ocultos de nuestra familia son probablemente los culpables. Los eventos traumáticos pueden tener un impacto en cómo nos sentimos y nos comportamos, y cuando son graves, pueden seguir afectándonos años después. Los traumas, como los genes, pueden transmitirse de generación en generación si no se resuelven. En este libro descubrimos cómo se transmite el trauma de generación en generación y qué podemos hacer para romper el ciclo. Si tenemos problemas de depresión, ansiedad o fobias este libro puede resultarnos útil.

Muchos de nosotros sufrimos problemas emocionales. Algunos tenemos miedos irracionales, hábitos destructivos o estamos atrapados en relaciones poco saludables. Cuando nos enfrentamos a problemas como estos, podemos creer que tenemos la culpa, que somos la causa de nuestra agitación emocional. Pero este comportamiento también puede tener otras causas, en concreto, el doctor Wolynn defiende que suelen ser el resultado de algún trauma que hemos experimentado, ya sea directa o indirectamente, a través de nuestra familia.

Los eventos traumáticos, como una separación temprana de una madre o un acto de violencia, pueden tener un impacto profundo. Estos sucesos no solo causan miedo, sino que también pueden alterar nuestro comportamiento. Si una persona no puede resolver los síntomas del trauma, solo los acaba escondiendo, lo que a corto plazo puede funcionar, pero a la larga puede convertirse en un gran problema. Peor aún, si no tenemos cuidado y no nos limpiamos de nuestras malas experiencias, podemos acabar transmitiendo nuestros problemas a nuestros hijos, y estos a los suyos. Algunos ejemplos de los que se refiere el autor, sería experimentar sentimientos y comportamientos recurrentes que no están relacionados con ningún evento específico en nuestras vidas.

Uno de los pacientes del autor, por ejemplo, estaba aterrorizado de morir. Tenía claustrofobia y le preocupaba quedar atrapada en una situación de vida o muerte. “No puedo respirar, no puedo salir; me voy a morir”, expresó. La paciente estaba reaccionando a la experiencia de su madre y parientes, quienes más tarde supo que fueron asesinados en una cámara de gas durante la Segunda Guerra Mundial.

Incluso si no sabemos nada sobre la vida de nuestros padres o abuelos, las vidas que llevaron y los traumas que soportaron pueden tener un impacto en nosotros. Los traumas pasados pueden conducir a patrones de comportamiento que tienen un impacto duradero en la dinámica familiar. Sabemos que las personas frecuentemente ocultan los efectos del dolor o de los acontecimientos. Sin embargo, es fundamental que encontremos una forma de lidiar con las secuelas del trauma. Si no lo hacemos, las familias pueden quedar atrapadas en un círculo vicioso de emociones heredadas. Por ejemplo, la muerte de un hijo es una tragedia para una pareja, y si la pareja se niega a lidiar con la realidad de la situación, reprimiendo sus emociones, lo más probable es que este trauma se transmita a un segundo hijo.

Los eventos también pueden tener un impacto en nuestra biología. Los pensamientos negativos según la investigación, alteran el código genético o ADN de una persona. Una persona que ha experimentado un trauma puede transmitir genes “traumatizados” a sus hijos. Emociones como el miedo o la ira, según Bruce Lipton, biólogo celular de la Universidad de Stanford, pueden “alterar bioquímicamente la expresión genética de nuestra descendencia”. El trauma altera las hormonas del estrés y los padres transmiten estos cambios a sus hijos. Rachel Yehuda, investigadora de la Escuela de Medicina Mount Sinai de Nueva York, estudió a supervivientes del Holocausto que sufrían trastorno de estrés postraumático o PTSD.

Descubrió que la hormona cortisol estaba anormalmente baja en los cuerpos de los supervivientes del Holocausto y los veteranos de guerra. Después de un evento, el cuerpo eleva los niveles de cortisol en un intento de “normalizar” los sistemas del cuerpo. Las personas con PTSD, en cambio, con frecuencia tienen niveles de cortisol crónicamente bajos pueden transmitir este rasgo a su descendencia. En general, el trauma afecta no solo a una persona, sino a toda una familia. Entonces, para identificar y superar el trauma, también debemos examinar a la familia.

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