Que no, que no fueran porfiados. Eso les dijo Elvis Presley a los directores de los estudios RCA Records cuando lo contrataron. Les aclaró que no pensaba iniciar su sociedad con ellos grabando baladas románticas.
Hasta ese momento, Elvis sólo había lanzado sencillos bajo al alero de Sun Records, pero no lograron convertirse en hits. En vivo era otra cosa eso sí; las mujeres ya se sorprendían con tanto movimiento inesperado y sugerente de caderas.
El futuro rey del rock quería grabar Heartbreak hotel (de Little Richard), un tema que ya había probado exitosamente en vivo, pero a RCA le parecía una canción muy triste y rockabilly y, como Elvis no era feo, (¡ja!, acaso era el artista más guapo de esos años, quizás del siglo dicen –decimos– sus fans), ellos querían convertirlo en un baladista romántico. Pero él no iba a pisar el palito “de la cara bonita”; era un músico extraordinario y sabía muy bien lo que quería.
Finalmente le ganó el gallito a RCA y grabó la desoladora Heartbreak hotel, un tema que, dice la leyenda, estaría basado en un suicidio. “Éste será mi primer éxito”, sentenció el intérprete de voz inigualable. El sencillo, con la ya más tierna canción I was the one como lado B, se lanzó el 27 de enero 1956. Al mes, alcanzó el primer lugar del Billboard, donde se mantuvo por ocho semanas. Tras el éxito, el sello apuró su primer álbum homónimo, un trabajo que estuvo 10 semanas en el número 1 del Billboard y que fue el punto de partida de una imparable carrera internacional. Una carrera que encuentra sus gérmenes en los coros gospel de las iglesias del barrio afroamericano de Memphis, donde él cantaba cuando era niño. El álbum incluía canciones como la frenética Blue suede shoes y Tutti frutti (de Little Richard), que vaya a saber uno cuántas calorías se pueden gastar bailándola (si los mareos permiten llegar hasta el final, claro).
Elvis, quien había trabajado un tiempo como camionero antes de iniciar su vida profesional como cantante, tenía razón cuando le ganó la pelea a RCA con su lucha rockera. Claro que igual, a lo largo de su carrera, siempre tuvo el gospel presente –es cosa de escuchar sus discos– y también abrió su corazoncito a muchísimos temas románticos como Love me tender y Always on my mind. De hecho, en su mismo disco debut hay algunos como I love because. Pero él siempre quiso ser rockero. Y fue el mejor. El rey.