El príncipe Felipe permaneció al lado de la reina Isabel II por 73 años, y si bien dicen que ella solo le pedía lealtad, y no fidelidad, la fama de mujeriego siempre lo persiguió.
“Siempre le ha gustado mirar vitrinas, pero nunca compra”, comentó el antiguo secretario de prensa de la reina Isabel II, Dickie Arbiter para desmentir las infidelidades del duque de Edimburgo.
Si bien la lista de amantes es larga, hay dos mujeres que fueron muy importantes. Una por ser su gran amor y otra por ser un gran rechazo.
El príncipe Felipe, antes de comenzar su historia con Isabel, se enamoró de una actriz estadounidense. Según cuenta el experto en realeza Philip Eade, en una visita a Venecia en 1938 conoció a Cobina Wright, una modelo, cantante y actriz. Cobina y Felipe se hicieron inseparables, pero la artista regresó a Estados Unidos para continuar con su carrera y eso lo dejó devastado. Hizo de todo para casarse con ella, incluso cruzar el Atlántico. Sin embargo, la actriz no compartía los mismos sentimientos, no la atraía el mundo protocolar ni las tiaras, y se casaría más tarde con un estadounidense millonario.
Con el corazón roto, no se sabe si el príncipe tenía intenciones de enamorarse nuevamente, pero un 22 de julio de 1939 su vida cambió para siempre. Isabel tenía solo 13 años y los biógrafos coinciden en que fue amor a primera vista, por lo menos por parte de ella. Felipe era un príncipe pobre, sí, pero también era alto, atlético y seductor. Y siendo cinco años mayor que ella estaba a punto de embarcarse en un viaje con la Marina Real. Según Marion Crawford, la institutriz de la princesa, fue la apariencia “vikinga” de Felipe (pelo rubio y ojos azules) lo que atrajo a Isabel. Margarita Rhodes, prima de Isabel, que escribió en su autobiografía que “Isabel estaba realmente enamorada desde el principio”.
De ahí en entonces siempre estuvieron en contacto a través de cartas, sin embargo, el compromiso llegaría ocho años después, tras la guerra, en 1947, y el matrimonio en noviembre de ese mismo año. Dicen que en privado él la llamaba Lilibet, querida o salchicha y les encantaba comer juntos frente a la televisión. Es más, con la pandemia y el confinamiento, fuentes de palacio aseguran que este último año se unieron mucho, que paseaban a diario por los jardines privados y comían juntos todos los días.
Ahora, la lista de sus amantes es tan extensa como carente de pruebas. Y es que las mismas “supuestas” han desmentido haber tenido ese tipo de relación con Felipe de Edimburgo.
Daphne Du Maurier, por ejemplo, la autora de Rebeca. Según escribe la periodista Ingrid Seward en una biografía sobre el consorte de la reina, Felipe pasó con ella un fin de semana en Cornualles cuando él estaba a punto de casarse. Y asegura que en ese momento le confesó las dudas que tenía sobre convertirse en el esposo de la heredera al trono británico. “No quiero volver, quiero quedarme contigo”, escribe Seward que fueron las palabras del duque. “No seas tonto, tu país te necesita”, le habría dicho Du Maurier. La experta también afirma que si bien su relación era muy cercana a nivel emocional, no existía una intención sexual entre ellos. Y nadie puede confirmar si realmente tuvieron una aventura o simplemente eran amigos.
Con otras “amigas” ocurre lo mismo. La actriz Pat Kirkwood también es nombrada entre las amantes de Felipe de Edimburgo y con la que el príncipe consorte habría mantenido una relación mientras reina Isabel II estaba embarazada de su primer hijo, el príncipe Carlos. Sin embargo, no hay más pruebas que publicaciones de los medios británicos en 1948.
Eso sí, Kirkwood reconoció que el duque la fue a visitar a su camarín alguna vez, pero siempre negó haber tenido algo con él. Es más, tras el hecho la actriz estaba indignada con el duque de Edimburgo. “Mi vida hubiera sido mucho más fácil si, en lugar de haber entrado en mi camarín sin ser invitado, el príncipe Felipe se hubiera ido a casa con su mujer embarazada esa noche en cuestión”, dijo la actriz a un periodista, enojada porque él nunca desmintió un rumor que fue tan perjudicial para su carrera.
Hélène Cordet, cantante francesa y amiga de la infancia del duque de Edimburgo, y la princesa Alejandra de Kent, son otras de las mujeres con las que se relacionó al príncipe Felipe. Pero una vez más, parecía tratarse solo de amistades íntimas. Tal como confesó la duquesa de Abercorn en 2004 a uno de los biógrafos de la familia real española. En dicha ocasión habló sobre su supuesto affair con el duque de Edimburgo. “Tuvimos una amistad apasionada, pero la pasión estaba en las ideas. No me fui a la cama con él”, aseguró. Felipe, agregó la duquesa, “necesita compañeros de juegos, alguien con quien compartir sus inquietudes intelectuales”. Y ante la pregunta si pensaba que esos juegos y conversaciones alguna vez terminaron en la cama con otras de sus amigas, la duquesa dijo firmemente: “Lo dudo mucho. No, estoy segura de que no”.
Estas palabras podrían explicar la amistad que existía entre el duque de Edimburgo y lady Penny Brabourne desde 1975. Y es que lady Penny encabezó todo listado existente por décadas. El príncipe Felipe la conoció en un partido de polo cuando la aristócrata era novia del conde Mountbatten de Birmania. De ahí en adelante se hicieron amigos, asistían a eventos de equitación o carreras de enganche.
En 2010 el marido de lady Penny la abandonó y se fue a Bahamas con otra mujer. En momento, el duque se convirtió en el principal apoyo de su amiga. Pero en este caso los rumores fueron más allá, y se habló incluso de su relación de amantes con el consentimiento de la reina. Esto, porque Isabel II solía invitarla a los palacios con regularidad. Sin embargo, para algunos biógrafos es una señal de que Su Majestad estaba convencida de que era solo una buena amiga de su marido.
Y es que quizás Isabel y Felipe no tenían secretos realmente, y ella creía en las palabras de su marido. Como la vez en que el duque de Edimburgo contestó, ante una pregunta sobre sus infidelidades, “Pero por el amor de Dios. ¿Alguna vez te has parado a pensar que desde hace años no voy a ninguna parte sin que un policía me acompañe? ¿Cómo demonios iba a esconder una cosa así?”. O bien, el príncipe Felipe era más de mirar que de comprar realmente.