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El 15 de septiembre de 2004, Letizia Ortiz Rocasolano celebró su primer cumpleaños como princesa de Asturias, Girona y Viana, justo cuando se cumplían casi cuatro meses de su boda con Felipe de Borbón y Grecia.
Tras disfrutar de unas vacaciones veraniegas con la familia real en Mallorca, Letizia celebró sus 32 años en un ambiente muy íntimo y discreto dentro del Palacio de la Zarzuela.
El 12 de septiembre, Letizia y Felipe compartieron un almuerzo en el elegante Pabellón del Príncipe, una imponente residencia de 1.800 metros cuadrados construida por Patrimonio Nacional.
Este chalet sigue siendo el hogar no oficial del rey, y en la comida estuvieron presentes la madre de Letizia, Paloma, sus abuelos, Francisco y Enriqueta, su hermana Erika, su sobrina Carla, y algunos primos cercanos.
Felipe VI sorprendió a Letizia con un regalo muy especial: un anillo de oro amarillo con un ópalo negro redondo con talla en domo. Se rumorea que Felipe podría haberlo adquirido durante su visita a Budapest, famosa por sus ópalos.
El ópalo tiene una historia llena de leyendas. Se dice que Marco Antonio intentó obtener un ópalo para Cleopatra, y Napoleón también poseyó uno conocido como el Incendio de Troya, un regalo para su primera esposa, Josefina.
Por otro lado, Alfonso XII regaló un ópalo a su primera esposa, la reina María de las Mercedes, quien falleció a una edad temprana, lo que dio lugar a rumores de una maldición relacionada con la gema.
Después de pasar por varias manos reales, el ópalo fue ofrecido a la Virgen de la Almudena por la Reina María Cristina, tras la trágica muerte de su nieta. Desde mayo de 2007, el anillo se exhibe en el Museo de la Catedral de la Almudena en Madrid.
El anillo en exhibición no tiene un ópalo, sino una perla grisácea y diamantes. Tal vez, conociendo la historia del ópalo y sus leyendas, Letizia decidió guardarlo en un lugar seguro o donarlo a la patrona de Madrid.
