El reconocido actor encarna a Roberto Parra en la película “Me rompiste el corazón”, que revisa su bohemio romance con la Negra Ester. En la cinta, que llega a los cines el 21 de agosto, Muñoz hace gala de su picardía cuequera. “Se me dio la posibilidad de caracterizar al roto chileno”, precisa.
Por Marietta Santi Fotos Bárbara San Martín
Sombrero, pañuelo al cuello, la guitarra en una mano y un vaso de pipeño en la otra. Siempre cantando, de burdel en burdel, los ojos oscuros coqueteando a las chicas de la noche. Así es el Roberto Parra que Daniel Muñoz perfila en la película “Me rompiste el corazón”, el mismo que inmortalizó en sus décimas a una prostituta de San Antonio conocida como la negra Ester.
“Como pasa con los personajes clásicos, que para asumirlos hay que tener cierta madurez, quizás años antes no hubiese sido capaz de rendir lo que requiere el personaje del tío Roberto. Había que tener un poco más de carrete, de experiencia”, dice Muñoz, el recordado Juan Herrera de “Los 80”.
El actor y cultor de la cueca –hoy forma parte del grupo Los Marujos– agradece que Boris Quercia le diera la posibilidad de plantear una visión de Roberto Parra que homenajea al roto chileno, al que describe como “ese chileno bien vivido, maestro chasquilla, artista por esencia, poeta, músico. Orgulloso de su nacionalidad y de sus tradiciones. Ese espíritu del roto chileno es el que a mí me gusta”.
Desde que tenía 22 años e interpretó al tío Roberto en el hito teatral “La Negra Ester”, de Andrés Pérez, Quercia soñó con llevar la trágica historia de amor al cine. Durante décadas persiguió concretar el proyecto, pero el financiamiento era esquivo. Siempre, en todo caso, el protagonista era Daniel Muñoz. “No se me hubiera ocurrido ningún otro nombre. Daniel es cuequero y siempre ha estado muy cerca de la cultura popular”, dice el director.
Pero hay más: estudiaron juntos teatro en la U. de Chile, coincidieron en la obra “El Desquite”, también de Parra, y durante 5 años compartieron el proyecto de “Los 80”, Muñoz como protagonista y Quercia como director-coguionista.
Daniel recuerda que no lo pensó dos veces para aceptar la propuesta de su amigo. “Hicimos un teaser en el local El Checo, en San Antonio. Entonces confirmé que tenía dedos pal piano para hacer al tío Roberto, y que me sentía como pato en el agua”.
“Me rompiste el corazón” no solo revisa la conocida historia de amor de Roberto y Ester, sino que también visita la infancia de Parra, la relación artística con Álvaro Henríquez y su redención de la mano de Catalina Rojas, madre de sus dos hijas.
La cinta combina realidad y ficción, y parte cuando una productora le entrega a Daniel Muñoz los casetes que Álvaro Henríquez, líder de Los Tres, grabó en sus encuentros con Roberto Parra.
–¿Cómo te sumergiste en el personaje?
–Boris me pasó los casetes reales de las conversaciones entre Álvaro y el tío Roberto. Los escuché y empecé a agarrarme del timbre de voz, del fraseo. Con las cuecas del tío Roberto entendí un poco su espíritu. El resto lo venía cocinando hace muchos años, cuando entré en el mundo de la cueca. Tanto viejo cantor, el mismo Nano Núñez, el Baucha (Luis Hernán Araneda), el Perico (Raúl Lizama), el Buey (Osvaldo Cerda)… y no solo hombres, sino mujeres que participaban en el ambiente cuequero, que es el ambiente popular de la fiesta chilenera.
–¿Cuántos años llevas en la cueca?
–Siempre me gustó. Y en Santiago me reencontré con los cantores que me gustaba escuchar cuando chico. Vino lo del Festival de Viña (2001), donde hice un cuadro con Los Chileneros y conocí a Nano Núñez. Eso fue hace unos 25 años y desde entonces que integro grupos musicales de cueca, siempre aprendiendo.
–Te estabas preparando todo este tiempo para encarnar a Parra.
–Desde hace 25 años, y sin querer, me estoy preparando para hacer al tío Roberto.
–Hay una gestualidad del tío Roberto Parra que recreas en la película, ¿cómo la estudiaste?
–Eso está en las cuecas: la picardía, la mirada. Jugué con eso y creé un personaje que no es ciento por ciento el tío Roberto, pero que encarna la picardía chilena.
Daniel Muñoz nació en San Fernando y fue su abuela quien lo motivó a acercarse al folclore, que cultivó en un grupo escolar. Finalmente, su vocación la decidió el taller de teatro del liceo. Y, cuando llegó a Santiago para estudiar actuación en la U. de Chile, sus compañeros lo llamaban “el colchagüino”.
En 1995, mientras participaba en la compañía Sombrero Verde, tuvo su segundo acercamiento al quehacer de Roberto Parra (el primero había sido como público de “La Negra Ester”): fue parte del elenco de su obra “El Desquite”, bajo la dirección de Andrés Pérez. La pieza habla del abuso de poder que ejerce un dueño de fundo sobre las mujeres de su tierra, del machismo y la violencia de género.
“Andrés invitó al tío Roberto a conversar con nosotros, los actores, y ese día no pude ir a la reunión. Fue la única oportunidad que tuve de conocer en persona al tío Roberto, y me la perdí. Misterios de la vida”, recuerda Muñoz.
“El Desquite” se estrenó en la Casa Amarilla, un espacio dentro de la Estación Mapocho, en agosto de 1995. Roberto Parra había muerto en abril del mismo año, de cáncer a la próstata.
“No pude conocer al tío Roberto…”, repite el actor. Y tiene claro que, pese a eso, su recorrido vital lo acerca al personaje: “No soy muy conocedor de sus cuecas, pero conozco su espíritu. Eso me ayudó muchísimo para interpretar su toque en la guitarra, no siendo guitarrista, y para acercarme a cómo interpretaba las canciones”.
–Cuéntame cómo trabajaste la relación con la negra Ester, un verdadero mito de la cultura popular chilena.
–Boris estaba obsesionado con la Yoya (Carmen Gloria Bresky), pero ella tenía compromisos teatrales. Al final, se pudo. Con la Yoya no tengo una amistad, no nos conocemos mucho, pero la verdad es que en el set y con el guión bien aprendido, el resto era corre cámara. La química se dio inmediatamente. Siempre confié en que la Yoya era la negra Ester cinematográfica.
–¿Por qué?
–No se me ocurría otra persona, porque Carmen Gloria tiene la edad, el físico, la mirada, el timbre de voz y la intensidad de la negra Ester. Tiene todos los ingredientes. Gracias a ella, mi Roberto Parra pudo funcionar bien en la película, porque si uno tiene que mirar con picardía a alguien, necesita ser provocado.
–Hay escenas fuertes, el tío Roberto enfermo, alcohólico, botado en la calle como un indigente.
–Esas características están siempre presentes en la tragedia del Chile popular: el trago, la miseria, la pobreza. Varían de acuerdo a las épocas, pero se mantiene la esencia. El resentimiento y la alegría de la fiesta son sentimientos que cruzan transversalmente la historia de este país. Por eso, la fiesta chilena es tan intensa, es la catarsis que tiene el pueblo chileno para desahogar todas sus frustraciones.
–La negra dice en un momento de la cinta que está cansada de esta vida.
–Son personajes cansados, pero tienen que vivir como cualquier trabajador. Eso le da el carácter tragicómico que identifica la manera de ser de los chilenos, en un país con golpes militares, revueltas sociales, terremotos, tornados, inundaciones, incendios.
La conversación transcurre en el emblemático Teatro La Comedia, sede del Ictus, un jueves de función de “Primavera con una esquina rota”, obra donde participa Daniel. Piensa un poco e insiste en su reflexión: “Chile es un país trágico, delgado como un cuchillo, encerrado entre la cordillera y el mar, con océanos helados, desierto seco y hielos fríos. Somos un país muy extremo”.
Para él, esa intensidad define al roto chileno y a la rota también. “El tío Roberto y la negra Ester son casi como el cóndor y el huemul, son simbólicos”.
–Decías que la historia de Roberto y la negra Ester es una tragedia, pero él se redime. Deja el trago, arma una familia.
–Sí, el personaje trágico es la negra Ester. Para mí, ella es la protagonista de esta historia, no el tío Roberto. Ella está esperando que Roberto le diga que se vayan juntos, pero él no lo hace. Ester asume la realidad, pero el corazón se le rompe, como dice el título de la película.
Además de hablar con entusiasmo de sus colegas de elenco en “Me rompiste el corazón”, Daniel elogia a Boris Quercia. “En Valparaíso está generando una especie de industria a la chilena, que funciona bastante bien. Un equipo pequeñito, trabajando con lo que hay, optimizando los recursos con mucha creatividad. Boris tiene esa escuela teatral de cuando estudiábamos en la Chile, donde no teníamos nada, donde los recursos eran mínimos”.
Eso, comenta como una infidencia el actor, puede verse en la película. “Es una película de época y eso es caro. Boris resolvió todo con mucho ingenio, de una manera que le aporta capas a la película. No quiero adelantar más”, dice risueño.
Punto aparte le merece el papel de Álvaro Henríquez en la popularidad del tío Roberto y su música. “En el unplugged en MTV, Álvaro dio a conocer la cueca a todos los jóvenes. Eso permitió que la cueca traspasara fronteras generacionales. Y mucho antes, Andrés Pérez hizo lo mismo con el montaje ‘La Negra Ester’, que popularizó al tío Roberto, sus textos y su música”.
Daniel se da tiempo para hablar de los temas que le interesan. Es que, cuenta, está ordenando mejor sus tiempos gracias a las recomendaciones de su pareja, Bernardita. Así reparte su agenda entre el teatro, el cine y las series. Pero sin apuro, con la tranquilidad que le permite actuar y al mismo tiempo disfrutar con la familia.
–Después de años sin pisar un escenario, volviste con el “El violinista en el tejado”, de Darshan Teatro, en 2022.
–Me hicieron una oferta que no pude rehusar, me ofrecieron hacer a Tevye. Lo que me impedía hacer teatro era una opción familiar, porque las funciones te quitan el tiempo que uno dedica a la familia, que es el fin de semana. Pero cuando apareció esta oferta, llegamos a un acuerdo familiar.
Mi compañera, Bernardita, me dijo, “tú necesitas hacer teatro”. Le hice caso y fue una experiencia alucinante porque, obviamente, mordí el polvo. Yo era el mayor. Estaba a punto de renunciar, pero por suerte decidí sacarme la mugre. Entré en la onda de ellos y me cambió la vida.
–Fue un buen impulso porque ya llevas dos obras con el Ictus.
–La invitación a formar parte de la compañía para darle una nueva mirada a “Primavera con una esquina rota” llegó en 2023, con la dirección de Jesús Urqueta. Este año hice “Pedro, Juan y Diego”, con el mismo director, y nos fue muy bien. Estamos celebrando los 70 años de Ictus y estar en esta sala (pasea la mirada por el entorno) me tiene muy orgulloso.
–¿Has hecho más cine?
–Hace poquito terminé de filmar con Boris (Quercia) la película “Conejillo”. Hay otras producciones que están recorriendo festivales, como “Bloques erráticos”, ambientada en territorio kawésqar; “Mil pedazos”, inspirada en el ermitaño de Las Chilcas… También grabé un capítulo de la segunda temporada de “Baby bandito”, que se viene pronto.
–Y más cueca, imagino.
–(Se ríe). Claro, con Los Marujos estamos a punto de lanzar un disco antes de Fiestas Patrias, con cuecas e invitados especiales. Además, tengo un nuevo grupo que se llama Los Concho ‘e vino, de pequeño formato, con el que toco en escenarios más íntimos.
–¿Y la vida personal?
–Tranquila, bien. Con hijos grandes, la mayor productora, el segundo actor, como yo. Y la más chica, hija de mi pareja, en segundo de universidad. Disfruto de la familia, mis angelitos me cuidan mucho, la Berni me cuida mucho.
La despedida, afuera del teatro, es interrumpida por los fans que le piden fotos a Daniel. Él acepta con sencillez. La sorpresa llega cuando dos amigos veinteañeros se acercan. “Gracias a usted conocí la cueca”, dice uno de pelo largo. Mientras, el otro, con expansiones en las orejas, toma una selfie de los tres. A Daniel Muñoz le brillan los ojos.