Revista Velvet | Daniel Mansuy: “La izquierda está alimentando la derecha más dura”
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Daniel Mansuy: “La izquierda está alimentando la derecha más dura”

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Daniel Mansuy: “La izquierda está alimentando la derecha más dura”

POR equipo velvet | 01 julio 2022

El académico de la Universidad de los Andes, investigador asociado del IES, columnista de varios medios y panelista en Tele13Radio y CNN desmenuza el acontecer nacional. Rechaza el trabajo de la Convención Constitucional y considera urgente definir un camino claro para el 5 de septiembre. Porque en cualquier circunstancia, dice, será muy difícil gobernar Chile.

Por Paula Comandari Fotos Ronny Belmar

Daniel Mansuy está más pesimista que nunca. Dice que la izquierda se farreó la oportunidad de crear una Constitución para todos y que representara una salida a la crisis que atraviesa el país. Por eso, afirma, va a rechazar el 4 de septiembre, aunque lejos lo que más le preocupa es lo que va a ocurrir en Chile el día después: con Apruebo o Rechazo, dice, será muy difícil de gobernar.

Además, cuestiona el accionar de la izquierda. Según él, se dio el lujo de no convocar a una buena parte de la derecha que sí estaba disponible para dialogar, perdiéndose la oportunidad de quebrar a ese sector y llegar a acuerdos amplios. Eso, afirma, hubiese implicado tener hoy a la derecha llamando a los chilenos a votar Apruebo. Aquí, también, hace una clara advertencia: “la izquierda está echando agua a la piscina para que surja una derecha populista”.

–Hagamos un ejercicio: ponle nota a la Convención.

–Bueno, soy profesor, así es que tengo experiencia en esto. Con generosidad, le pongo un 3. Me parece que no cumplió con su pro- pósito de generar un texto que convocara a una mayoría amplia del país. Perdió mucho tiempo al principio, se quedó en discusiones muy absurdas, pero sobre todo no logró proponerle al país un camino de salida a la crisis. Mi impresión es que de ganar el Apruebo, vamos a entrar a una nueva y larga discusión constitucional respecto del sentido y del alcance del texto, que puede durar muchos años.

–Hace algunos meses decías que no eras optimista del resultado de la Convención y ahora pareces más pesimista. ¿En estas circunstancias vas a rechazar el 4 de septiembre?

–Sí, porque me parece que el texto tiene demasiados problemas. No veo cómo este texto nos va a ayudar a salir de la crisis objetiva en la que estamos, y me parece imposible pensar que haya un cambio de tal calado que me haga cambiar de opinión. Aquí, la izquierda tenía la oportunidad –si es que incluía a parte de la derecha que estaba por dialogar y entrar al pacto constitucional– de darnos una Constitución que diera estabilidad, aceptada por la gran mayoría del país. Imagínate el triunfo estratégico de eso: dividir a la derecha, porque había una derecha que no se iba a subir a ese tren.

–El Partido Republicano…

–Y parte de la UDI… Sin embargo, la izquierda prefirió un proyecto partisano arriesgando la derrota. Hoy el resultado del plebiscito es muy incierto. La izquierda pudo convocar a esa derecha que no obtuvo el tercio e incluirla sin aceptar todas sus condiciones. Pero la conclusión que sacaron fue la opuesta: “mejor excluirla como siempre soñamos”.

–Varios convencionales dicen que nunca la excluyeron de la discusión.

–Creo que eso no es verdad. Uno conversa con los convencionales, y allí sí hubo bullying. Fueron deliberadamente excluidos y cada vez que las propuestas provenían de la derecha las votaban en contra. Creo que el Partido Comunista logró articular un techo de bloqueo que permitió que los 2/3 se construyeran desde la extrema izquierda hacia la centroizquierda, cuando lo razonable, a mi juicio, era construirlo desde el centro hacia la izquierda. Hubiese sido más interesante para la izquierda que hoy la mitad de la derecha estuviera llamando al Apruebo, porque eso daría un resultado evidente del plebiscito. Pero no quisieron. Incluso más: hay sectores de la izquierda o de la Democracia Cristiana que hoy tienen dudas respecto de si aprueban o rechazan.

–Nunca quedó claro si habías votado a favor de diseñar una nueva constitución para Chile o no…

–El 15 de noviembre a mí me entusiasmó la opción de aprobar. Sin embargo, la actitud de la oposición de aquella época, que a los pocos días después del acuerdo presentó una acusación constitucional en contra del Presidente, me hizo cambiar de opinión. Al final voté en blanco. Ninguna de las dos alternativas me convenció. El Rechazo, porque nunca logró articular una alternativa viable. Y el Apruebo, porque nunca vi en la izquierda la disposición política de una discusión constitucional. El tiempo solo me lo ha confirmado, lo que lamento: me hubiera gustado haberme equivocado en esto.

–¿Cuál es tu apuesta: gana el Apruebo o el Rechazo?

–Creo que va a ser extraordinariamente estrecho. Tal como lo muestran las encuestas, el gobierno y el apruebo están muy atados, entonces todo va a depender de si el gobierno logra resolver los problemas más urgentes que tiene. Me puedo equivocar, pero el gobierno tiene problemas de tal calado en orden público, migración, seguridad y economía y tanta dificultad de tener un discurso coherente y unido –porque tiene tantas almas– que no veo cómo el gobierno puede sostener buenos números, durante tantos meses. El Presidente tiene mucho talento, mucho carisma, pero no basta. Cuando hablan sus ministros la cosa es más complicada. El escenario es muy incierto. La carrera no está ganada.

–La doble lectura: los que piensan que esto fue un veranito de San Juan, y los que creen que el aumento del Apruebo es el inicio del despegue.

–Obviamente está la posibilidad que esto se consolide, pero las alzas tan bruscas son sospechosas, y después pueden haber descensos igual de bruscos el día de mañana. Boric tiene mucho talento. La gente le cree, transmite honestidad y voluntad, pero habla en una frecuencia tan distinta a la de la Convención y a de su propia coalición, que eso se rompe. ¿Cuántas veces el Presidente va a poder reencantarnos y volver a hechizar? No le quedan tantas balas. De hecho, no hay otras cuentas públicas de aquí a septiembre. Entonces tiene esa dificultad: él habla en un tono conciliador, quiere hablarle a la historia de Chile, pero la Constitución tiene una faz muy fundacional. Entonces ¿cómo se juntan esas dos cosas?

–Hay algunos que insisten en que el Presidente debe permear esos atributos entre sus más cercanos. ¿Es posible?

–El problema es que el Presidente nunca ha sido un líder colectivo de su grupo. El mandatario siempre ha estado en un partido chico y escindido, donde él siempre ha andado por la propia. Ha tenido problemas, como el que tuvo con el alcalde Sharp (Valparaíso), y ni siquiera milita en el partido más importante del Frente Amplio. Por tanto, el Presidente tiene una conexión directa con la ciudadanía, pero su liderazgo sobre su partido es más bien un signo de interrogación. De hecho, la bancada de la Convención, en el Frente Amplio, nunca ha sido muy funcional al gobierno. El liderazgo propiamente político del Presidente está todavía por verse. No digo que no lo tenga, pero hasta ahora ha sido un liderazgo muy personal y solitario.

EL DÍA DESPUÉS

–¿Cuál es tu diagnóstico de lo que va a ocurrir el día después del plebiscito?

–Creo que el 5 de septiembre vamos a tener un país completamente polarizado y quebrado. Pase lo que pase, tenemos que seguir viviendo juntos. Hay que encontrar un acuerdo constitucional nuevo, gane el Apruebo o el Rechazo, y ver cómo se conduce ese camino. Mientras más se polariza el escenario pre plebiscito, más difícil va a ser encontrar ese camino de encuentro post plebiscito. Será muy difícil gobernar el 5 de septiembre. Eso me tiene preocupado: que la campaña rompa las confianzas y los vínculos necesarios para encontrar un acuerdo.

–¿Están dadas las condiciones para ese acuerdo? Al presidente de la UDI Javier Macaya lo dejaron bien solo en su idea de bajar quórums.

–Hay dificultades internas en los partidos. La derecha tampoco es monocorde en esto, pero me parece que las señales que se han dado hasta ahora son claras. De aquí al 4 de septiembre deberían haber todavía más señales. Creo que habría que avanzar en eso y proponer una vía alternativa si el Rechazo gana. ¿Una nueva Convención? ¿Le damos el poder constituyente al Congreso? ¿Se lo preguntamos a la ciudadanía nuevamente? Así como la derecha tiene que dar estas señales, la centroizquierda, que está por aprobar para reformar, debiera dar la señal equivalente: cuál es el camino que proponen en caso de ganar el Apruebo. Me parece que la responsabilidad de la clase política y del gobierno es elevadísima, porque si no encontramos ese camino el 5 de septiembre vamos a ir derechito a una nueva crisis, que no es buena para nadie.

–En ese sentido eres de los que piensa que fue apropiado que el Presidente dijera que estaba analizando el escenario en caso que ganara el Rechazo…

–Creo que lo natural es que el gobierno piense en todas la alternativas. Fue elegido por cuatro años, y si gana el Rechazo tiene que seguir gobernando y abrir las vías para seguir haciéndolo. Además, debe darle certeza al país de que el mundo no se acaba, pase lo que pase el 4 de septiembre. Eso va a requerir mucha conducción política y el gobierno va a tener mucha responsabilidad. Si el gobierno se juega el todo o nada y cierra esa puerta –porque el Presidente retrocede– sería muy dañino.

–Pero la puerta parece cerrada.

–Está cerrada, pero arriesga algo que a mi juicio es completamente delirante, que es jugar a la ruleta rusa. Porque si pierde, si gana el Rechazo, va a quedar sin ninguna iniciativa política y su gobierno va a quedar un poco terminado de facto. El riesgo que enfrentan ahora, primero es perder, y si ganan, va a ser una victoria tan pírrica que nos vamos a meter en una eterna discusión constitucional, de años o quizás décadas, y no vamos a resolver ninguna de las urgencias sociales. El problema más grande es la inflación de expectativas. La nueva Constitución por sí sola no va a resolver nada, y menos en el plazo de este gobierno.

–Lo que ha dicho el Presidente es que sin una nueva Constitución es imposible concretar sus promesas sociales.

–Esa es una manera de ejercer presión, pero sobre todo es un modo de esconder un hecho mucho más evidente, que tiene que ver con que no cuenta con mayoría parlamentaria, por lo tanto hay cambios que no puede hacer. Entonces la culpa no es de la Constitución. El ministro Giorgio Jackson debiera concentrarse en construir mayorías parlamentarias de cara a la reforma tributaria, que se presenta este mes, porque tiene un congreso más o menos hostil. Y la ciudadanía en Chile es sumamente impaciente. El primer aire, a Gabriel Boric le duró dos o tres semanas y luego cayó. Luego le dieron un nuevo aire. La pregunta es: ¿cuánto le va a durar? La ciudadanía es muy exigente respecto de los plazos y respecto de ciertas urgencias, como el orden público, por ejemplo. Hay que intentar construir una mayoría parlamentaria en el Congreso, porque este Congreso va a ser el encargado de implementar esta Constitución.

¿LÍDERES POPULISTAS EN CHILE?

–¿Qué riesgos percibes en el proceso que está viviendo el país?

–Me preocupa mucho, por ejemplo, la manera en que la izquierda –entiendo que es por un motivo electoral– niega la pertinencia de una tercera vía. Porque si gana el Rechazo, lo que está haciendo la izquierda es alimentar a la derecha más dura, que ganando el Rechazo va a querer decir: aquí no pasa nada, se rechazó la nueva Constitución, por tanto, seguimos con la Constitución de 1980 o de 2005, como quieran llamarla.

–¿Es un escenario factible?

–Es factible. Va a haber gente en la derecha en esa línea. Por tanto, la izquierda está impulsando a una derecha más dura, está echando agua en esa piscina: a la derecha más dura, dándole la espalda a la derecha moderada, con la cual va a poder negociar y conversar en caso de que ganen o pierdan. En Chile están presentes los elementos que hacen posible el surgimiento de una derecha populista: temas migratorios, de seguridad y económicos, las tres agendas típicas de la derecha. Si este gobierno de izquierda con todas las promesas que levantó no logra también hacerse cargo de estas materias, le estará dando en bandeja la oportunidad a esos sectores para levantar un liderazgo alternativo. Pasamos de Bachelet a Piñera, de Piñera a Bachelet. La gente ya no le creyó a la centroizquierda, tampoco a la derecha; le creyó a Gabriel Boric. Si Boric decepciona, la alternativa disponible es que surja una derecha populista, algo que la izquierda no toma lo suficientemente en cuenta.

–¿Estás hablando de la reaparición de Kast?

–Me parece que podrían ser nombres bien distintos. Aunque suene paradójico, si uno compara a la derecha de José Antonio Kast –a quien se le sindicó como de extrema derecha– con la de otros líderes de extrema derecha en el mundo, creo que hay que relativizar ese juicio. No estoy seguro que sean personajes como él, que llamó a felicitar a Gabriel Boric el día que ganó a las siete de la tarde. Creo que lo que aparecerá no es ese tipo de liderazgos, lo cual es lamentable. Estoy hablando de personajes como Bolsonaro en Brasil; Trump en Estados Unidos; la familia Le Pen en Francia o personajes como Javier Milei en Argentina; gente que no llama a felicitar al triunfador de una elección. Ese tipo de derecha surge cuando el sistema político no da respuestas a situaciones tan elementales como el orden público. Con una Constitución como la que se está proponien do aquí, estos personajes tienen muy pocos contrapesos para llevar a cabo todas sus voluntades. Eso es muy peligroso, porque estas figuras logran desestabilizar las instituciones y muchas veces la democracia.

 

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