Entre la pandemia y el aumento de las ciclovías, moverse en bicicleta se ha vuelta una alternativa de transporte. Cada vez son más las bicicletas que vemos en las calles, y la buena noticia es que no solo tiene beneficios físicos y mentales, sino también ecológicos y económicos.
En su uso cotidiano, no deportivo, la bicicleta cumple un rol de medio de transporte al trabajo, o bien, a clases cuando se puede. Y, actualmente, permite mantener el distanciamiento social sugerido por el Covid-19. Pero a esto debemos sumarle que ejercitarse al aire libre tiene múltiples beneficios, los que convierten el recorrido al trabajo en la mejor medicina en tiempos difíciles.
Al pedalear oxigenamos nuestro cerebro con más facilidad, esto genera una mayor fluidez de pensamiento. Además, secretamos hormonas que reducen el estrés y mejoran el estado de ánimo.
Diferentes estudios coinciden en que aquellos que practican deporte tiene menos tendencia a la ansiedad y la depresión. Y, en general, la actividad física sobre ruedas mejora la productividad durante el día, ya que se llega al trabajo más animado y concentrado.
Físicamente hablando, ponemos en movimiento músculos y articulaciones, que se fortalecen si practicamos deporte con frecuencia. Ahora bien, los expertos destacan la importancia de mantener una buena postura, ya que hacerlo mal puede provocarnos daño.
¿Cuál es la postura correcta?
En las bicicletas urbanas, donde el manubrio está más alto que el asiento, se debe mantener la espalda erguida, mientras que en las deportivas, la posición del asiento debe estar a la altura de la cadera (si uno se para al lado de la bicicleta), por lo que la posición es inclinada hacia adelante.
Y en cuanto a los pies, cuando los apoyamos en el pedal, no debe estar centrado en el, sino más bien apoyar solo la punta.
Más beneficios
El estudio Cycling & Health, de la Escuela Superior de Deportes de Alemania, revela que pedalear previene el dolor de espalda y protege las articulaciones. Además, tonifica las piernas rápidamente, trabajando cuádriceps e isquiotibiales. La zona lumbar también se fortalece, y con esto reducimos los dolores de espalda. Además, es una actividad con poco impacto en las rodillas.
Pedaleara también ayuda a nuestro sistema cardiovascular. Y según un estudio de la Universidad de Glasgow, en las personas que se desplazan en bicicleta a diario, el riesgo de padecer un infarto se reduce casi a la mitad. Esto, porque al hacer ejercicio, nuestro corazón bombea sangre con más fuerza para transportar el oxígeno a todo el cuerpo. De esta forma, el corazón se fortalece, los vasos sanguíneos se vuelven más flexibles, nuestra frecuencia cardíaca mejora y reducimos los niveles de colesterol LDL. Hasta nuestro sistema inmunológico se beneficia del ciclismo. Por lo que ya se estudia su efecto en problemas de salud más concretos.
Y es que el mismo informe arroja que las probabilidades de contraer cáncer también disminuyen en aquellos que iban al trabajo en bicicleta. Es más, es un ejercicio que se recomiendan a los pacientes en tratamiento, con supervisión médica, claro.
Por otra parte, científicos de la Universidad de Birmingham concluyeron que los ciclistas conservan mejor la masa muscular y la fuerza con el paso de los años. Lo que retrasa el envejecimiento.
Dejar el miedo…
Los expertos comprenden que el miedo a enfrentarse a los autos y el tráfico, puede ser un obstáculo a la hora de tomar la bicicleta. Por lo mismo, sugieren tres factores claves para dejar ese miedo atrás.
Lo primero, utilizar el equipamiento adecuado. Desde el casco, hasta las luces. En segundo lugar, conocer el reglamento. Y, por último, nuestra habilidad y destreza. Si no salimos, no podemos practicar, ni tampoco mejorar.