Por Alfredo López
Más que una royal, con formación de actriz y porte de modelo, la suizo-chilena es baronesa por nacimiento y princesa alemana después de su matrimonio con el príncipe Zu Oettingen-Spielberg. Con más de 121 mil seguidores en su cuenta de Instagram, vestida de Dior y con tres hijos, dice que aún extraña la comida chilena, sobre todo, las humitas.
Nació frágil y estuvo más de tres meses en una incubadora de una clínica de Berna, en Suiza. Fueron momentos de alarma para sus padres, el barón Louis von Adelsheim, cineasta y artista audiovisual suizo-germano y la chilena Lillian-Elena Baetting-Rodríguez (antes casada con el famoso siquiatra Claudio Naranjo), quienes con más fe que desesperación la rodeaban de pirámides como amuletos de fuerza y protección.
Aunque ella, 36 años después, no se refiere a esos momentos difíciles, ha tenido que escuchar mil historias sobre el origen de su nombre que, posiblemente, surgió de un viaje de enamorados de sus progenitores por Egipto. Evidentemente, y por partida doble, el nombre Cleopatra, monarca que cerró el período helenístico el año 30 a.C, apareció como una bendición para la pareja.
Al momento de cumplir dos años, sus padres se separaron y se trasladó a Chile, donde estudió en el Colegio Craighouse e hizo sus primeros amigos. Luego ingresó a un internado en Alemania, pasó a Inglaterra, hasta que siguió estudios de comunicación en París, cine en Barcelona y, finalmente, actuación en Madrid. Fue en esos años, en una fiesta de disfraces, cuando conoció al príncipe Franz Albrecht Oettingen-Oettingen y Oettingen-Spielberg, una de las casas reales más importantes de la antigua Confederación del Rin.
Se casaron en una ceremonia en la iglesia St. Jakobs en Oettingen, en julio de 2016, acompañados de figuras como el príncipe Harry de Inglaterra, el príncipe Lapo Elkann, Nicolas Niarchos, Pierre Casiraghi con su mujer Beatrice Borromeo, quien fue una de las damas de honor.
En una de las recepciones, en los jardines del palacio de Oettingen, no faltaron las empanadas y pisco sour a la hora del brindis.
Pese a los años alejada de Chile, mantiene a raya el acento y aún conserva dichos propios de nuestro país. “Es una niña encantadora, de muy buen gusto, intelectual y de conversación entretenida. En realidad, tiene muchas condiciones”, dice su padrino, el gran coleccionista nacional Juan Salinas Lyon, quien también estuvo en el matrimonio y ahora recuerda otra anécdota de los papás de la princesa: “Una vez estaban en una travesía por el desierto, acampando en una tienda… De pronto, apareció la figura de un hombre en medio del horizonte. Era un hombre árabe, completamente vestido de blanco, que se acercó y les dijo que les haría una predicción mediante la lectura de los caracoles. Fue ahí cuando les anunció que serían padres de una hija famosa y que sería princesa… Después sencillamente desapareció”.
Actualmente, Cleopatra Olivia Elena Natasha Beatrice Friederike Louisa von Adelsheim, su nombre de soltera, es mamá de tres niños, Matilda Galilea (6), Louis (4) y Milana Olympia, que pronto cumplirá un año.
Su vida familiar nunca ha detenido sus pasiones artísticas. De ahí que recuerda con especial cariño sus primeros pasos como actriz, cuando protagonizó con 21 años la película alemana “Prinzessin Maleen”, dirigida en 2015 por Matthias Steurer y que recoge un clásico de los hermanos Grimm. En la trama, es una princesa encerrada por su propio padre en una torre durante varios años por negarse a un matrimonio por conveniencia.
Lejos o cerca de las pantallas, la sangre azul pareciera estar siempre conectada a ella. Sin embargo, es algo que no la define.
“Yo me siento mucho más latina y artista que otra cosa. Lo de los títulos y ese rollo no me define para nada. Es tradición y lo respeto, pero soy mucho más bohemia que conservadora. Necesito un poco más de libertad. Hay gente a la que eso le encanta: vivir en ese tipo de castillos y enfrentarse a esas responsabilidades… Y hay otra gente, como yo o mi padre, que somos artistas y a quienes nos encanta viajar por el mundo”, cuenta desde España.
–En lo personal, ¿siente que las princesas en estos tiempos tienen un rol más innovador… o cree que es algo sencillamente del pasado?
–Depende dónde. En Oettingen, por ejemplo, para nosotros sí tiene relevancia y conlleva una serie de responsabilidades. Aunque la monarquía en Alemania ya no exista y el título sólo forme parte de un nombre.
–Cuando dice que se define como una mujer más bohemia, ¿cómo podemos advertir esa personalidad más libre y creativa?
–Me gusta escribir, actuar y, recientemente, empecé a coleccionar arte. Entre ellos, a artistas chilenos como Guillermo Lorca Garcia-Huidobro y Patrick Hamilton. Me encantan.
–La desaparecida princesa Diana de Gales rompió muchas costumbres al momento de ser una madre muy presente que iba, por ejemplo, a dejar a los niños al colegio y compartía mucho con ellos. ¿Cómo observa la figura de este personaje que, desde la esfera de la realeza, conquistó a todo el mundo?
–Diana fue –por lo que se sabe– una madre muy cercana y divertida. Hay muchas maneras y diferentes de ser una buena mamá, por lo que no me gusta juzgar a nadie. Cada persona lo hace lo mejor que puede y a su estilo.
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