El guionista y escritor habla de cómo enfrenta el avance de leyes conservadoras en estados unidos junto su esposo e hija. Quiso retratar a su familia en el libro infantil “Un día con papá y dada”, pero una ley del estado de Florida lo excluyó del catálogo público de lectura por visibilizar personajes gays.
Si la vida de “el chascas” fuera una de las exitosas series que escribe para plataformas como Netflix o HBO, estaríamos viviendo el final de una temporada. Y no existe seguridad de que la producción –o su protagonista– regrese por otra más.
A los 53 años, José Ignacio Valenzuela se conecta a Zoom para esta entrevista con voz ronca y una polera que, en inglés, lleva la leyenda “La censura nos deja en la oscuridad”. Explica que quedó disfónico luego de haber pasado unos días felices en Chile, por primera vez junto a su marido Tony y su hija, Leonora. Dice que desgastó sus cuerdas vocales entre las risas y relatos del clan. Luego, con el pasar de los minutos, terminará narrando escenas donde se imagina a sí mismo de vuelta en EE.UU. en un inminente riesgo vital.
Creador de recordadas comedias románticas (“Amor a domicilio”, 1995), melodramas (“Dama y obrero”, 2012) y exitosos thrillers (“Quien mató a Sara”, 2021), este guionista y escritor de una treintena de títulos bien sabe cómo contar historias que atrapan. Cuenta que lo trajo al país la presentación de su última novela de suspenso, “Cuando nadie te ve” (Ediciones B) y el dar por cumplida la meta que se había propuesto como activista de la comunidad LGBTI desde que junto a su esposo, el director teatral Anthony Ortega, fueron padres mediante gestación subrogada.
“Decidí que no iba a viajar a Chile con mi hija mientras allá no quisieran a mi hija”, declara. “Yo no la llevaría a la casa de un amigo que no la quiere, ¿no? Pues pensé eso cuando Leonora nació hace cuatro años y siete meses. En ese momento no había ley de matrimonio igualitario en Chile, el Estado chileno no reconocía su certificado de nacimiento, que dice ‘Progenitor 1’ y ‘Progenitor 2’. En Chile, mi hija tenía solo un papá, que era yo. Anthony no existía. Además, podríamos tener una complicación a la hora de salir del país: me podían pedir el un permiso notarial de la madre. Entonces, la decisión fue no viajar con mi familia hasta que eso cambiara”, cuenta. Y agrega: “Fue una decisión muy dolorosa, muy terrible, porque al poquito tiempo llegó la pandemia. Se murieron personas muy importantes en mi vida de Covid que no alcanzaron a conocer a Leonora”.
–¿Cómo fue el reencuentro?
–Tan emocionante que me quedé sin voz (ríe). Nos juntamos todos en la casa de una prima, éramos 30 personas que nos paramos de hablar y reírnos por seis horas. Al comienzo me quedé unos pasos más atrás, como para ser testigo del momento: entró Anthony con Leonora de la mano y todo el mundo pegó un grito. Corrían a abrazarnos, a tratar de ponerse al día, nos entregábamos regalos… Mira, no creo mucho en el zodíaco, pero dicen que los Tauro cuando nos proponemos algo insistimos hasta lograrlo; somos tercos. Yo me propuse regalarle un país a mi hija.
El Chascas –como es conocido– cuenta que, en esta temporada de su vida, su objetivo era celebrar la familia que ha formado con Ortega, puertorriqueño con quien se casó hace nueve años: “Siempre he querido lo mismo que tienen otros, porque no hay ninguna razón para que yo no tenga los mismos derechos que el resto. Por eso, apenas en Estados Unidos se aprobó el matrimonio igualitario en 2014, nosotros salimos corriendo a casarnos. Y, 24 horas después, empezamos en el camino de ser papás”. De ese ánimo también nace “Un día con papá y dada”, libro de cuentos infantil que en Chile y México será publicado en abril próximo.
“Es un libro que no habla sobre homosexualidad. No es un libro que explique nada”, define, y de paso marca una diferencia con “Nicolás tiene dos papás” (2014), editado en Chile por el Movilh y que hasta hoy ocasiona disputas en los tribunales por su distribución en jardines infantiles. “Esta es simplemente la historia de una niña, narrado en primera persona por ella, que cuenta lo distintas que son las dos personas que la quieren. Muestra cómo a la hora de irse a la cama esas dos personas que somos Anthony y yo, le damos un beso que a ella le parece igual pese a lo diferente que somos; porque yo soy más de poner reglas y Anthony es el de los juegos. Y en ese darse cuenta de que el beso es igual pese a las diferencias, ella se siente la niña más querida del mundo y que, finalmente, amor es amor”, resume.
–¿Quién te gustaría que leyera este libro?
–A mí me gustaría que lo leyera todo el mundo porque no es un libro que pretenda enseñar o adoctrinar, que es esa palabra tan temida, ¿no? Creo que la visibilidad es lo único que rompe los prejuicios. En el caso de la homosexualidad hay mucha gente que tiene prejuicios muy probablemente porque no se ha enfrentado a ella. Entonces, simplemente leer una historia, divertida, de amor, de cosas cotidianas basta para visibilizar. Yo uso mucho mis redes sociales para eso. Obviamente no pretendo que nadie haga lo mismo que hago o lo que yo quiero. Quiero que la gente se sienta feliz haciendo lo que quiera mientras no le haga daño al resto.
–¿Era para ti un anhelo todo esto?
Entonces, ante la pregunta, José Ignacio Valenzuela retoma su rol de guionista y propone un giro inesperado en lo que era una trama marcada por la felicidad: “¿Qué te puedo decir respecto de la sensación de ir cumpliendo sueños? Ha sido muy poderoso. Sí es muy poderosa la sensación de ver que de pronto el mundo jugaba a tu favor. Ha sido maravilloso. Y, por lo mismo, la sensación de que todo está en riesgo ahora. Es terrorífico también”, declara.
“Un día con papá y dada” fue publicado en Estados Unidos hace un mes. Sin embargo, el libro no está disponible en las bibliotecas ni escuelas públicas del estado de Florida, donde vive El Chascas. “Está prohibido, está censurado porque en Florida tenemos un gobernador de ultra ultraderecha que ha autorizado marchas pro nazi, con esvásticas por la calle a dos cuadras de mi casa, y el porte de armas cargadas. Él dictó una ley que se llama ‘Don’t say gay’, que impide que en universidades, colegios y bibliotecas públicos haya libros con una orientación sexual distinta a la heterosexual. O sea, acá en Florida es legal portar armas cargadas, lo que no es legal es ser gay”, afirma.
–¿Qué crees que pueda pasar?
–¿Qué puede pasar? Acá en Estados Unidos hay matanzas todos los días. No sería extraño que de pronto uno de estos locos nos vea en el supermercado de la mano a Anthony y a mí con Leonora, y nos pegue un grito o saque una pistola y nos mate. Y la ley lo favorecería más a él que a nosotros.
–¿Estás viviendo con miedo?
–Empezando a vivir con miedo, sí. Y con efectos directos y concretos, como por ejemplo tener un libro censurado. Si lo pongo fríamente hablando, esa censura afecta a mi presupuesto. Es un movimiento global de retroceso. O sea, no es solamente que están censurando libros, es que se quiere retroceder también en el matrimonio igualitario, es que se está prohibiendo nuevamente a las mujeres el aborto. Es más, hay una ley acá en Florida que es la ley “Don ‘t say period”, que hace que en los colegios y universidades públicas no se pueda enseñar sobre menstruación. Entonces, es un ataque directo contra minorías y contra las mujeres.
–¿Ves una salida?
–¿Qué opción hay cuando el retroceso en derechos y el avance conservador es tan grande? No sólo es Estados Unidos, es Italia, España, Argentina; y ahora observo el debate constitucional en Chile con preocupación. Esa pregunta que me tiene… Me desvela todas las noches. No sé muy bien qué hacer.
Así, desde la alegría del postergado reencuentro familiar hasta la incertidumbre del futuro, repasa este guionista la temporada 53 de su vida personal. Fin.