Hace algunos días Charlene de Mónaco en compañía del príncipe Alberto viajaron al Vaticano para asistir a una reunión privada con el Papa Francisco en un intimo encuentro que duró solo 25 minutos.

La instancia, aunque fue corta, incluso les permitió intercambiar algunos regalos. El Papa regaló a la pareja una representación en bronce de un niño que ayuda a otro a levantarse del suelo con las palabras «amor» y «ayuda» grabadas.

Mientras que Alberto, de 64 años, llegó hasta la la Biblioteca Apostólica, para regalarle al líder de la iglesia católica, un boceto artístico de la Capilla de San Juan Bautista, situada en el Palacio Real de Mónaco. 

Y a pesar del especial encuentro, uno de los detalles que llamó la atención de todos fue la elección de look de la princesa, quien asistió con un vestido negro de Terrence Bray, velo del mismo color, e incluso uñas a juego que rompió un poco el esquema de la visita.

Sobre todo por el hecho de que Charlene es una de las siete mujeres a las que se les ha concedido «el privilegio del blanco», una tradición especial que se extiende únicamente a las reinas y princesas católicas designadas y suele reservarse para eventos importantes en el Vaticano.

Dentro del reducido grupo se encuentran, además de Charlene: la Reina Sofía de España, la Reina Paola de Bélgica, la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo, la Reina Matilde de Bélgica, la Reina Letizia de España, y la Princesa Marina de Nápoles.