En medio de una gira nacional, con un tributo al famoso “La ley MTV Unplugged” de 2001, el cantante habla de sus inconformidades y de su vida en Los Angeles. Un lugar que, pese a la distancia, no lo desconecta de la realidad chilena. Con nuevo disco para agosto, establece que está en una linda etapa de la vida, una que –de acuerdo a las teorías de las matemáticas– otra vez lo tiene junto a Estela Mora bajo un mismo techo. ¿Existe el amor después del amor?
Por Alfredo López Fotos Bárbara San Martín
Regresó a Chile sin tiempo para pausas, con tres presentaciones a tableros vuelto en el Teatro Municipal de Santiago, más dos shows en Concepción y La Serena. Su reencuentro con el país habla de un fenómeno en que el tiempo pareciera no transcurrir. Prácticamente, los mismos peinados y chaquetas de cuero, desclasifican a un público que sigue sus canciones desde hace más de treinta años, cuando irrumpió al frente de La Ley con su estilo new romantic y sus canciones en español, inglés y francés.
Para Beto Cuevas Olmedo, que cumplirá 58 años el próximo 12 de septiembre, reeditar canciones como “Mentira”, junto a la mexicana Ely Guerra, habla de los nuevos caminos que toma su música en busca de una nueva dimensión, esta vez más íntima y poderosa.
“Ha sido una de las canciones más importantes de mi vida. Revisitarla después de tantos años y compartirla con Ely ha sido una experiencia increíble. Su voz le da una profundidad especial”, sostiene.
“Beto Cuevas acústico”, el nombre de su espectáculo, es también un tributo a la esencia del legendario “La Ley MTV Unplugged”, el álbum que consolidó a la banda como una de las más influyentes del rock en español. Esta vez, grabado en vivo en el Teatro Teletón, con arreglos de Charly Rey, Carlos Figueroa y la producción del legendario Humberto Gatica, también suma una versión especial de “El duelo” junto a Guerra y una participación de la chilena Javiera Flores.
“Volver a estas canciones no es solo un viaje al pasado, sino una forma de reencontrarme con mi historia y con quienes la han hecho parte de ella”, desliza en medio de los ensayos.
Lejos de toda convulsión, se da un respiro y dice que, durante esta entrevista, tiene el cerebro más fresco que nunca. “Vengo de estar en la cama de inversión. Una máquina que te toma de los pies y te pone al revés. Eso te permite estirar la espalda, más otros beneficios, gracias al flujo de sangre que llega a la cabeza. Te ayuda porque, con los años, se van apretando los discos de la columna y te encorvas y achicas…”.
–¿Le asusta el paso del tiempo, el deterioro?
–Todos estamos sujetos a eso. Ya tengo 57 años y se siente. Pero creo que tiene mucho que ver también con la actitud, con la aceptación. Aunque si eres una persona sana, te cuidas y te alimentas bien, tienes más posibilidades de tener mejor calidad de vida en la vejez. Al revés, si te revientas demasiado…
–¿Pasó alguna vez por muchos excesos?
–Evidentemente, tuve mis momentos –cuando era más joven– de experimentación. De tratar de pertenecer a grupos de gente y probar cosas, pero siempre tuve una conciencia sobre el daño que eso significaba. Siempre recuerdo que, cuando tenía catorce años, estaba en la escuela secundaria en Canadá y una vez el profesor de biología se acercó y me preguntó: ¿Quién es tu peor enemigo? Le respondí que nadie, que era una persona muy amistosa. Y él respondió: Claro que tienes un enemigo. Y ese es tu propio cuerpo. Todo lo que le hagas hoy a tu cuerpo, te lo va a cobrar hasta el último centavo en el futuro.
–Eso le quedó dando vueltas en la cabeza…
–Claro. Después pasó el tiempo, más de quince años, y me encontraba en situaciones donde había excesos, donde por inexperto me excedía con el alcohol, era torpe, daba la hora y, al otro día, pedía perdón. Entonces reflexionaba al respecto y decía: Si me hago adicto a cualquier sustancia, esto es un claustro para toda la vida. Yo no quería tener esa atadura. Entonces empecé a desarrollar el no. Me decían: Oye Betito, tengo esto, tengo lo otro. Y yo, ¡no! Muchas gracias. Me daba orgullo hacerlo. La gente me encontraba raro en un principio, pero a mí no me importaba porque ya era famoso (y lanza una carcajada).
–¿Era muy importante para usted el reconocimiento?
–En un principio, sí. Sobre todo, cuando era más joven porque la fama, en el fondo, es una respuesta a la inseguridad que uno tiene como ser humano. Necesitas ser validado de alguna manera. Pero es peligrosa, porque la fama no es objetiva y puede ser un impedimento. Cuando eres una persona famosa tienes gente que te sigue, más bien aduladora y que nunca te va a decir si estás haciendo algo mal, o si podrías mejorar. Tampoco puedes hacer una vida normal porque siempre tienes que estar como el candidato político, sonriendo y tomándote la foto.
LA LEY DA PARA UN LIBRO
Los incendios forestales en Los Angeles, que destruyeron más de 16 mil hectáreas de bosque, 12 mil casas y una cifra que superó los 20 muertos, fueron una pesadilla para Beto y su familia. “Tuvimos mucho miedo. Nosotros vivimos en Sherman Oaks, cerca de la montaña. Afortunadamente, los vientos soplaron hacia la costa, entonces no llegaron a cruzar. Estuvimos muy amenazados: el último bastión de protección que teníamos era la carretera 405, que te lleva al aeropuerto. Bomberos hizo un trabajo monumental”, relata para dejar entrever que, actualmente, una tragedia puede marcar el destino de cualquier nación.
Regresar a Chile, con todas sus maravillas y vulnerabilidades siempre es bueno. “Vuelvo a trabajar, a ver a mi familia. Aunque, cada vez que toco, confirmo también que el panorama artístico ha cambiado, se ha adaptado a una nueva generación y a otros estilos musicales. Hay cosas que me gustan y otras nada. Pero nunca hablo de lo que no me gusta”.
–Y usted, ¿cómo se siente en medio de esta nueva escena?
–Mi presencia como artista, en este caso solista, ha mutado con el tiempo. Me da gusto también ver cómo los fanáticos han ido evolucionando y creciendo. Mi público ya no son las quinceañeras de ayer. Por eso, este concierto es un homenaje al disco “La Ley MTV Unplugged” que hicimos en 2001 y que fue muy exitoso, no solamente a nivel de nuestro país, sino latinoamericano.
–Qué dicen los otros miembros de La Ley…
–Hemos logrado limar muchas asperezas. En este caso, las participaciones de algunas canciones que tengan mis compañeros de La Ley en este repertorio, por supuesto, serán honradas, reconocidas y les llegará lo que corresponde a sus cuentas. Hay buena onda entre nosotros. Cuando hemos vuelto a tocar es como si no hubiera pasado el tiempo.
–¿Cómo se gatillaron esas dificultades en algún momento?
–¿Sabes algo? Prefiero no hablar de eso. Quizás, en algún momento, más adelante podría llegar a indagar un poquito más de eso a través de un libro o algo así. Pero ahora no quiero, en realidad, revolver algo que entre todos hemos decidido dejar atrás. Lo cierto es que estamos concentrados en volver a querernos.
–Aparte de reeditar el pasado, también sabemos que se viene nuevo disco.
–Así es, un disco de rock entre agosto y septiembre que ya está listo. Son nueve canciones originales, también con producción de Humberto Gatica. Creo que es de los mejores discos en solitario que he hecho, porque tiene canciones súper personales. Pero no quiero adelantar más, tampoco quiero revelar su nombre aún.
ESTELA Y LAS MATEMÁTICAS
–En otro plano, su hijo Diego heredó sus dotes musicales. ¿Le enorgullece? ¿Le preocupa?
–Me fascina ver que mi hijo es un apasionado por las artes, por la música. Además, es muy bueno, un muy hábil multi instrumentista. Me enseña y me actualiza en algunas cosas. Compartimos un lenguaje. Como decimos en nuestro país, ¡chocho absoluto! Mi hija Martina, que está casada, vive muy cerca de nosotros, a siete minutos. Tenemos una linda relación con ellos y nos juntamos casi todos los fines de semana a compartir un asadito o una comida. Somos una familia chilena-argentina, así que a mi yerno estadounidense le hemos enseñado palabras y palabrotas nuestras. No podía ser de otra manera.
–Hace un tiempo, Estela Mora, la madre de sus hijos, dijo que habían vuelto a compartir el mismo techo después de quince años. ¿Cuál es la lección? ¿Existe el amor después del amor?
–Te voy a decir lo mismo que le he dicho a muchas personas. A mí no me gusta hablar de mi vida privada. Porque es una vida dinámica. Pero sí te puedo decir que estoy muy contento, me siento muy bien. Nosotros nunca dejamos de ser familia. A pesar de que durante un tiempo no vivimos bajo el mismo techo, nos seguíamos viendo y visitando. En esta etapa de la vida, uno comienza a darse cuenta de lo que realmente desea. Si quieres seguir hueveando o ir en busca de algo sustancial. Yo y Estela trabajamos juntos… Entonces, ahí tú haces las matemáticas, el balance de las cosas. Y, finalmente, te das cuenta de que la balanza siempre tira más para un lado que para el otro.