Por @baltos y @pilimartinezn
María del Pilar Martínez (ingeniero comercial) y Baltazar Sánchez (arquitecto) son los socios de Basyco, estudio que se dedica a diversos proyectos relacionados con el mundo inmobiliario–. Desde esta edición, comenzarán a compartir su mirada con los lectores de Velvet, desde lo más básico del día a día, pasando por lo que muchas veces nos hace reír, al aporte que siempre se puede dar junto a la buena arquitectura.
La moda –y seguirla– no tiene nada de malo, el problema es que no siempre va acorde con nosotros, pero por pertenecer somos capaces de hacer las cosas más aberrantes.
¿En qué minuto creímos –los mayores de 40– que nos veíamos bien con botas blancas, pantalones amasados, y hoy con abrigos extra oversize y zapatillas chunkys tipo Balenciaga? En la década de los 90 nos dio por lo mexicano, nos llenamos de vasos y copas azules; mientras que el máximo panorama del fin de semana era ir al Santa Fe o al Tequila en el Paseo San Damián. De pronto se nos pasó el amor y nos enamoramos de la comida peruana, cambiamos las margaritas por los pisco sour, y el suspiro limeño se apoderó de todas las cartas de postres de los restaurantes de Chile.
Hoy el pádel le pone el gorro al clásico tenis, comemos pan de masa madre, hacemos la dieta keto, proliferan los intolerantes a la lactosa y veganos, le dijimos adiós al café instantáneo y cada vez somos más los que no podemos vivir sin las mejores mezclas en grano o cápsulas para Nespresso u otras cafeteras. Parte de nuevos básicos, con las ansiadas Thermomix, las aspiradoras robot o la Air Fry.
¿Cuántos lugares, comidas, ropas y objetos que fueron furor desaparecieron tan rápido como llegaron? Con la moda en la arquitectura pasa lo mismo. ¿Por qué queremos vivir en una casa con ventanas chicas, techos apretados, materiales feos –hay que decirlo– y llenos de decorados innecesarios, solo por estar “in”?
Este diagnóstico aplica para casi todas las casas de estilo que aparecieron como champiñones hace unas décadas en los barrios residenciales de Santiago, como olvidar la proliferación de las tipo georgian… Luego vino el boom de las casas “mediterráneas”, un concepto mal acuñado para definir las casas con techo plano y líneas geométricas. Lo correcto es llamarlas casas contemporáneas; por suerte este estilo es más armónico y clásico al tomar elementos de su contexto.
Lo que realmente valoramos de la moda actual en la arquitectura es el uso de materiales nobles como la madera, el hormigón, el metal y diseños arquitectónicos más elaborados de acuerdo al lugar, modo de vivir y tiempo. Esto no quiere decir que todo lo que se haga con ellos sea bueno, pero sí hay una tendencia más amable, armónica y estética en el ambiente.
Ojalá que esta nueva corriente sea un reflejo de una buena arquitectura en el sentido más profundo, que se entienda el lugar donde se encuentra y que resuelva de la mejor manera su programa. Eso nos va a dejar un buen legado para el futuro.
A nuestro parecer, ¿por qué en vez de copiar ideas de afuera por un tema de apariencia, no seguimos a tan buenos arquitectos que tenemos en Chile para . diseñar proyectos más honestos, cómodos, prácticos y más acordes a la realidad del lugar y tiempo? Esto sería una gran herencia para las nuevas generaciones.
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