Antes de que comenzara la cuarentena, ella tenía otros planes. “Estaba a mil de felicidad por el matrimonio de Camila (Santa Ana), la primera hija que se me casaba, así que estaba muy contenta y entusiasmada porque venía mi hijo que estudia en Estados Unidos”, cuenta Aurora Conejero. Paralelamente preparaba el lanzamiento de la colección invierno de su marca homónima y estaba terminando de armar lo nuevo de Las Conejero, que es una marca más juvenil.
Y aunque todos esos planes se vieron afectados, esta emprendedora es capaz de ver lo positivo detrás de la gran crisis que esto significa para su negocio: “Durante toda mi vida he tenido que trabajar mucho, lo que implicaba que nunca estaba en la casa y, si estaba, me sentía culpable de no estar trabajando. Ahora pude estar sin culpa, obligada. No te niego que en un principio el tema económico me colapsó y me produjo mucha angustia, pero como yo digo siempre que estoy complicada ‘Dios provee’, y Dios proveyó, no mucho, pero tampoco se necesita tanto. Me di cuenta de que me gusta más de lo que pensaba la soledad y que me encanta estar conmigo, me siento cómoda, siento que tengo los espacios precisos para pensar”.
–¿Qué aprendizaje rescatas de estos últimos meses?
–Aprendí que uno necesita mucho menos de lo que cree necesitar, en todo orden de cosas; que en realidad lo único que uno realmente necesita es a la familia, a las verdaderas amigas y rodearse gente que no te perturbe, que te deje mantener tu vida con tranquilidad. Yo creo que esto ha sido una tremenda lección. Ver que muchos animales volvieron a lugares a los que ya no volvían, nos mostró que lo hemos hecho pésimo. Que llegamos hacernos dueños de muchos espacios que no nos corresponden. Aprendí que somos seres súper vulnerables, mucho más de lo que pensaba, que un virus nos puede dejar todo patas pa’arriba, y aprendí a disfrutar mucho más mi soledad. También esta cuarentena me enseñó a buscar alguna forma nueva de estar en contacto con mis clientes, y empecé hacer Live en mi Instagram de zapatos @zauroraconejero. Cuando lo pensamos me daba mucho nervio, pero ahora me creo una animadora, me encanta hacerlo y lo paso increíble. Igual todo lo que ha pasado me ha hecho replantearme muchas cosas, como darme cuenta que el trabajo presencial a lo mejor no es tan necesario, que puedo hacer la gran parte de las cosas vía remota, y que esto me abre una posibilidad de más adelante irme a vivir a la playa con mi manada.
–Hace poco protagonizaste también tu primera campaña.
–Pucha sí, fue por necesidad. La primera cuarentena nos pilló sin las fotos de la campaña hecha. Me puse a pensar y me di cuenta
de que tenía que echar mano a lo que tenía… y lo más cercano que tenía era yo. Antes me habían propuesto hacer una campaña así, pero me daba mucho pudor, pero ante la situación no había mucho que hacer, así que en un momento que se levantó la cuarentena vino a casa Carmen Cabezas, que es una fotógrafa seca y me maquilló la Maida de Soto, que además son dos de las #mujeresAurora, una comunidad que hicimos el año pasado. La escenografía fue un pozo de mi casa, el fondo blanco una sábana, y en varias fotos salen mis perros que estuvieron todo el rato encima. Fueron puras cosas buenas con esta campaña, y cuando la empezamos a subir la gente fue demasiado buena onda, súper cariñosa.
–¿Qué nos puede contar de la nueva colección?
–¡En verdad con todo esto ya no sé que es la nueva colección! Vamos a tener muchas complicaciones en los desarrollos de las colecciones. Pero habrá botines con tacones ancho y con elásticos en el empeine, las líneas vaqueras, las costuras western, sandalias con plantas deportivas, juego de materialidades, colores pasteles y cueros opacos. Pero, sobre todo, estamos buscando diseños que sean cómodos, por si tenemos que volver a quedarnos en la casa.
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