Revista Velvet | Álvaro Rudolphy: “No me quiero volver a subir a la pelota”
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Álvaro Rudolphy: “No me quiero volver a subir a la pelota”

Álvaro Rudolphy: “No me quiero volver a subir a la pelota”
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Álvaro Rudolphy: “No me quiero volver a subir a la pelota”

POR equipo velvet | 10 septiembre 2024

Por Marietta Santi

Con 60 años cumplidos, el popular actor está dedicado a la escritura, el teatro y la radio. Tras rechazar una telenovela local y una serie, asegura que no volverá a la ficción televisiva: “No me voy a quedar pegado haciendo teleseries, porque ya fue. Lo pasé bien, me gustó, lo hice bien, pero ya fue. Listo”.

Hubo un tiempo en que Álvaro Rudolphy no podía caminar por las calles de la ciudad. El otrora protagonista de las teleseries más vistas de TVN y uno de los actores mejor pagados de la TV, hoy recorre las calles de Bellavista donde se concentran algunos canales de TV con calma y libertad. No pisa un set de telenovela hace casi cuatro años, tiempo que ha dedicado sus propios proyectos: guiones de cine y podcast, dramaturgia, actor de teatro y locutor radio son algunas de las facetas que ocupan su presente. Con 60 años cumplidos en mayo pasado, él tiene claro que está viviendo una nueva etapa.

A esta entrevista llega después de haber conducido el programa “Aire nuevo”, en Radio Imagina (9 a 11 AM). Se ve bien, tranquilo. Posa para las fotos con paciencia, y luego se instala en un café del barrio Bellavista frente a una taza de chocolate caliente dispuesto a conversar. Si bien es una persona más bien reservada, hace su mejor esfuerzo por abrirse a una conversación. La mesera, una veinteañera, sonríe cómplice cuando lo atiende.

Sin duda lo ubica como protagonista de algunas de las teleseries más vistas de la década pasada, como “Amores de mercado” (TVN), “Alguien te mira” (TVN), “El señor de la querencia” (TVN), “Pituca sin lucas” (Mega) y “Perdona nuestros pecados” (Mega). Pero él, hoy dice sentirse cada vez más lejano a ese oficio que le dio popularidad y pese a que aún se mantiene en pantalla con “Secretos de familia” (Canal 13), telenovela grabada durante la pandemia y que lo trajo de vuelta a la estación donde empezó su carrera televisiva 36 años atrás con “Matilde, dedos verdes” (Canal 13, 1988).

Cree que Martín, su último personaje hecho para TV, fue una buena despedida de ese género: “Es un personaje luminoso, un tipo noble. Yo venía de hacer personajes muy oscuros, venía con la carga de sordidez de personajes macabros, siniestros y truculentos”.

–¿Le agotó interpretar muchos malos seguidos?

–Me tocó “Perdona nuestros pecados”, que fue muy larga, y después vino “Juegos de poder”, donde era un presidente de una oscuridad absolu ta. Eso me fue desgastando, cansando. Me tocó, por suerte, cerrar el círculo en Canal 13 con un personaje diferente. Fue un buen cierre de ciclo televisivo, al menos en el tema teleseries. No digo que no vaya a volver a la televisión haciendo alguna otra cosa. Pero al menos en el tema de ficción, ya quedé pleno.

–¿Volvería a la TV animando o de jurado en un programa de talento, como ya hizo?

–No precisamente. Para animar hay que ser demasiado animado. Prefiero algo más equilibrado. Pero el interés por explorar nuevas facetas está latente.

Más pensativo agregará: “Tengo la sensación de que se han ido cumpliendo etapas, se han ido cerrando ciclos. Estoy en un momento en que hago cosas que me resuenan más, que me hacen más sentido y quizás tengan más que ver con mis inicios, con cuando escribía cosas mías y las montaba (en teatro). Puede tener que ver con eso. Espero que así sea…”, dice con una sonrisa. Y se abre a contar en qué está.

“Los remakes funcionan, pero se echan de menos nuevas propuestas”

Pese a que en su carrera hizo muchos roles de galán, el actor dice no sentirse así. Es más, agrega que las arrugas no le incomodan. “Nunca fui muy galán ni muy vanidoso… así es que las arrugas no me complican, al contrario, dan carácter para personajes mayores”, destaca. La conversación se extiende en el café de Bellavista y Álvaro pide otro chocolate caliente. Está concentrado en lo que habla, piensa cada palabra. Por momentos sus mejillas enrojecen un poco, y otros extiende sus largas piernas hacia un lado. Se acomoda.

–Cumplió 60 años, ¿este cambio se relaciona con la edad?

–Sí, ya tengo 60 años; en cinco minutos más voy a tener 70, y en siete minutos voy a tener 80. Así de rápido. No me voy a quedar pegado haciendo teleseries, porque ya fue. Lo pasé bien, me gustó, lo hice bien, pero ya fue. Listo. Ahora quiero volver un poco al origen. En eso estoy.

–Ser independiente es más difícil a estar en una casa televisiva.

–Por supuesto, durante muchos años yo era solicitado, requerido. Hace poco me llamaron para volver y les dije que no, muchas gracias. La verdad es que no tuve que pensarlo mucho para respon der. Entonces me pregunté ‘qué es lo que quiero hacer y no he hecho’, y me respondí que me encantaría hacer una serie para Netflix, donde fuese un policía. Curiosamente, me llamaron hace como una semana, precisamente para protagonizar una serie donde iba a ser un detective…

–¡Qué entretenido!

–Sí, pero lo pensé bien y me di cuenta de que me daba una lata horrenda, no tengo ganas. Quiero hacer otras cosas. Prefiero tener más tiempo. No me quiero volver a subir a la pelota. No quiero estar cuatro meses grabando una serie. No, no me resuena, pensé que era lo que necesitaba y, cuando me lo ofrecieron, me di cuenta de que no era lo que quería.

–¿Hoy prefiere el teatro?

–Pienso que en el teatro uno puede ahondar más en algo, sin necesariamente ser denso ni entrar en la profunda. La televisión es demasiado anecdótica y pueril, por decirlo de alguna manera.

–¿Cree que las teleseries se han homogeneizado?

–Eso pasa también con los actores y sus actuaciones: entras a un formato que funciona. Esta escena tiene que ser emotiva, y ya, llanto. Se empieza a homogenizar todo. En el teatro se particulariza, no son meses de lo mismo.

–Mega está haciendo remakes de teleseries que protagonizaste. ¿Es parte de esta homogeneidad?

–Quizás. Los remakes funcionan, aunque se echan de menos las nuevas propuestas. Pero sin duda es atractivo ver remakes de éxitos pasados, con nuevos actores. “

“Los viejos estamos siendo los progre”

Uno de los proyectos que apasionan por estos días a Rudolphy es la obra “El guionista del Presidente”, escrita por los uruguayos Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal, que ha estado a tablero vuelto desde que se estrenó el 11 de julio, y que en estos momentos vive su segundo alargue de temporada en el Teatro Mori Vitacura.

Se trata de una comedia que satiriza a la clase política y donde él interpreta al Presidente de un país ficticio, tan intenso como desconectado de la realidad. A punto de lanzar un paquete de medidas económicas draconianas, llama a un famoso guionista de TV para que invente una situación que desvíe la atención y lo deje como héroe nacional. “Él anhela que la gente lo quiera por un tema de ego, pero también sueña con ser como Harrison Ford, como el Presidente que vio en las películas. Está centrado en sí mismo y del resto no tiene idea, es un tipo bastante inculto, bastante ignorante. Quería ser arquero de fútbol y terminó siendo Presidente. No sabe ni cómo llegó ahí”, lo describe.

–¿Por qué cree que ha tenido tanto éxito?

–Es una comedia muy irreverente y políticamente incorrecta, que creo es lo que agradecen los espectadores. Básicamente decimos lo que ellos no pueden decir, amparados en estos personajes tan particulares, que son el guionista del Presidente, el Presidente y su edecán. Tocamos varios temas contingentes. Jugamos con lo que no se debe decir, y lo decimos. La gente hace catarsis. Además, es un humor un poco más inteligente, no es la puerilidad o el facilismo de hacer la maqueta del bobo, sino que lo hacemos en serio. Creo que estamos diciendo que hay temas que no son tan profundamente graves ni sensibles, sino que también podemos tomarlos con humor.

–La obra postula que todo lo que creemos espontáneo puede estar libreteado.

–Absolutamente, hay un discurso (dominante), y si te sales de ese discurso generas un ruido increíble. Si te parece atractivo algo de otro discurso o tienes un discurso propio, estás equivocado. Inmediatamente eres un paria y te conviertes en un ser que no pertenece; pero resulta que ese es precisamente el momento donde uno es libre. Hoy en día, las generaciones muy jóvenes, por lo que veo, están súper metidas en discursos, dogmas, en ideas preconcebidas de lo que está bien y lo que está mal, de lo que se debe decir y lo que no. Es contradictorio, porque los jóvenes debiesen ser todo lo contrario; mucho más abiertos, mucho más rupturistas.

–¿Entonces?

–Los viejos estamos siendo los progres y tenemos que lidiar con este discurso absolutista. ¡Oye!, la vida no es sólo blanco y negro, si los matices de gris existen.

Entre los múltiples proyectos a los que dedica su día adelanta una nueva obra de teatro que escribió y quiere estrenar pronto: una comedia muy negra que trata de unos tipos que están en una azotea y quieren suicidarse. También cuenta que escribió unos guiones de cine, pero afirma que por ahora ve difícil que puedan concretarse: “Son producciones más grandes y es difícil que alguien apueste, hay que meter muchas lucas. Además, yo no estoy metido en el circuito de los fondos, tú sabes que ahí siempre hay un circuito de privilegiados y es un cacho postular, es muy burocrático”.

“Las aplicaciones de citas me parecen casi freaks”

El año pasado fue movido para Álvaro: debutó como conductor en radio Imagina y estrenó dos creaciones suyas, el podcast “Viaje a Viña” y la obra “Match”: “La radio ha sido un descubrimiento, estoy feliz ahí. Tengo como un año, pensé que iba a ser más fácil y me ha costado un poco. Me ido soltando, relajando, he ido entendiendo el medio, he empatizado con los auditores y su feedback. Me gusta”, dice. Y agrega que no todas las nuevas plataformas son igual de cómodas para él. “Match” surgió de su mirada al mundo digital, a las RR.SS, las app de citas y todo lo que no es cara a cara, que lo inquieta no sólo como usuario, sino porque tiene dos hijos adolescentes (13 y 11 años): “Las aplicaciones de citas me parecen casi freaks. Sé que hay relaciones que han funcionado, pero yo soy de otra generación, donde estábamos acostumbrados a esperar días para poder hablar por teléfono fijo y que ojalá no contestará el papá. La inmediatez actual del encuentro pasional, sexual, amoroso o afectivo, me parece muy freak, pero interesante a la vez. Uno ve caras y no corazones”, comenta.

–¿Controlas las redes sociales de sus hijos?

–Somos muy rigurosos con el tema con mi señora, pero creemos que así debe ser, lo establecimos como matrimonio. Mantenemos lo más que podemos el control, dejando un cierto espacio de libertad, pero

estando atentos.

–¿Y cómo maneja sus propias redes?

–Solamente tengo Instagram, y me lo hice hace pocos años a petición de una marca que quería que yo fuera su embajador, lo que me pareció atractivo. La que me ayuda es mi hija porque yo no sé ni cómo hacerlo oficial. Lo uso básicamente para promover temas laborales. A veces subo alguna cosa, entrecomillas, familiar. A veces veo reels, pero no lo uso para nada más, no hago comentarios, no doy opiniones, no me peleo con nadie.

–¿Tiene desactivado los comentarios?

–No, los tengo activados, pero se me olvida verlos. Mi hijo el otro día me dijo, “pero papá, te están preguntado dónde están dando la obra”. Y yo no me había dado cuenta. Ellos me retan por nerd. Bueno, le dije, entonces, contéstales tú. Yo no tengo esa cercanía con lo digital que tiene tienen las generaciones más jóvenes. Yo no sé más que copiar y pegar.

–¿Mostrar a la familia en Instagram no le pone nervioso?

–Soy cuidadoso en eso. Ha sido muy esporádicamente y con la venia de ellos, obviamente. En realidad, subo muy pocas cosas y se me olvida; en una época me dijeron tienes que subir más cosas, sácate una foto o graba algo, y yo pensaba chuta, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿qué? Mis hijos me retan porque dicen que mi cámara es pésima, que mi teléfono es del año 20 y que me tengo que modernizar. Y no, no es necesario, para lo que necesito basta y sobra.

–Tiene dos hijos adolescentes, imagino que cuando estaba en la TV no había mucho tiempo.

–No había mucho tiempo. Estaba todo el día ahí y cuando llegaba a la casa ya estaban acostados, eran chiquititos. Ahora están en una etapa en que se están descubriendo ellos mismos y es compleja. Así es que es una buena cosa estar más ahí, con ellos.

–Para la familia, para los amigos.

–Sí, pero básicamente para la familia, los amigos me dan lo mismo (se ríe).

–En resumen, los 60 partieron bien.

–Llegué a un momento donde tengo todavía la posibilidad, la energía, la fuerza y el tiempo para poder hacer cosas que yo quiero hacer. Después de muchos años de trabajo he logrado una estabilidad que me permite poder buscar, pensar, crear… y no seguir llenando la alcancía… ¿Para qué?

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