Revista Velvet | Alcalde de Rapa Nui: “Queremos demandar al Estado ante La Haya”
Entrevistas

Alcalde de Rapa Nui: “Queremos demandar al Estado ante La Haya”

Alcalde de Rapa Nui: “Queremos demandar al Estado ante La Haya”
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Alcalde de Rapa Nui: “Queremos demandar al Estado ante La Haya”

POR Claudia Guzmán | 26 mayo 2024

Tras siete periodos, Pedro Edmunds Paoa dejará de ser la máxima autoridad local de una comunidad que desde 2015 tramita su demanda por autonomía en la Comisión Interamericana de DD.HH. su plan de salida es llevar su lucha jurídica a tribunales como San José y La Haya.

Mientras en las oficinas del SERVEL de Chile Continental los partidos políticos y candidatos independientes apresuran, enfrentan y enredan para cumplir con los plazos de inscripción de primarias para las próximas elecciones municipales, en esta parte Chile insular la realidad es muy distinta.

Pedro Edmunds Paoa –con 62 años de edad, 2 como gobernador y 28 como alcalde de Rapa Nui– sabe que va de salida del cargo de edil. Su mirada está puesta en un futuro que va más allá de las fronteras de esta isla. Por ley, ya no puede ir a la reelección.

Es una tarde cálida, húmeda, de mediados de abril y el tavana (alcalde en lengua rapanui) acaba de tomar el micrófono de la sesión plenaria con que cierra la Primera Cumbre de Líderes del Pacífico para combatir la contaminación de plástico y microplástico que llega desde el continente: “Rapa Nui le dice SOS al mundo. Fiji le dice SOS al mundo. Hawai le dice SOS al mundo. Galápagos le dice SOS al mundo. Bora Bora…”, Paoa arenga por varios minutos, carismático, a los tavanas de los otros 22 gobiernos que han llegado hasta el ombligo del mundo para dar a conocer cómo lidian con las toneladasde desechos que trasladas las corrientes oceánicas.

Durante tres días ha sido el anfitrión de un evento internacional donde se han desplegado la cultura, historia y patrimonio de esta tierra elegida por Naciones Unidas como Territorio Espejo de su Agenda 2030 y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ( ODS) para mejorar la calidad de vida de la humanidad y proteger al planeta del cambio climático. Esos mismos días se encargó de calmar la inquietud de los asistentes frente a un incipiente brote de dengue: “Totalmente controlado”, aseguró.

La cita se celebró en La Aldea, nombre con que se conoce a la edificación que hoy alberga a la escuela secundaria de la isla. El espacio que cotidianamente pueblan los estudiantes que partirán a cursar la universidad al continente, se levanta en la parte más alta de la isla, justo sobre el terreno que a inicios del siglo XX ocupó un leprosario. Ahí eran aislados los contagiados con la enfermedad que habría llegado a Rapa Nui en 1888, a bordo de alguna de las naves de la Armada de Chile que ese año recalaron por primera vez en la isla que hoy es territorio anexado del país.

Desde este lugar, rodeado de pircas elaboradas con piedras ancestrales y vegetación majestuosa, la isla proyecta su futuro sobre los cimientos de los dolores del pasado. Una locación simbólica y a la vez paradójica. Como muchas de las cosas que suceden por acá.

 

–¿Cuándo empieza a tomar conciencia de la amenaza del plástico?

–Desde que asumí el 94. Ahí creé un equipo municipal voluntario para limpiar el plástico de la costa. Al principio llegaba macroplástico: restos de redes, partes de barcos pesqueros, boyas de plástico. No se veía mucho microplástico a principios de los años 90. Entonces recogíamos un camión de 6 metros cúbicos al año. Ahora es uno semanal. Y es lo que alcanzamos a sacar. Porque no tenemos muchos recursos como para estar en las tres costas. Somos una isla triangular. Y en los acantilados para qué decirle, ahí no llegamos.

–¿Qué se hace con ese camión semanal?

–Lo estamos acumulando en nuestro vertedero, y espero que de aquí a una década más se convierta en un ecoparque. Lo estamos guardando también para ver si hay compradores o si hay alguna manera de que podamos sacarlo de la isla vía barco hacia Chile continental para que se le dé otro uso, como reciclarlo para fabricar mobiliario.

Hace ya unos 12 años entablamos una relación con compradores de Pet 1, que es el plástico de las bebidas. Nosotros lo compactamos con todo, porque lo quieren todo, con tapa y todo, y se lo mandamos en bloques de 1 metro cúbico vía Latam. Latam nos pone el avión sin costo y nosotros sacamos en los aviones entre 3,5 a 5 toneladas.

–¿Es un ingreso significativo para la isla?

–No, no es tanto el ingreso, pero lo importante es darle un valor a esa acción, que se torne en una motivación. Porque esos ingresos mejoran los sueldos de los recolectores, de las personas que separan los plásticos. Nosotros tenemos una planta que se dedica al reciclaje y la comunidad misma colabora mucho con el reciclaje. Reciclamos cerca del 10% de lo que consumimos.

–Una mirada más liberal y capitalista diría que el plástico es una oportunidad.

–Sí, lo es. Es una oportunidad y, por lo mismo, estamos mandando a diseñar máquinas para que se aborde el plástico también como fuente de energía. Ya que lo tenemos, bueno, que genere algún uso virtuoso para la zona donde trabajamos nuestros desechos.

–¿Cómo se entiende entonces esta búsqueda para acabar con la contaminación?

–Viene de haber nacido en un lugar prístino, en un lugar sano, un lugar limpio, un lugar donde no existía nada de eso. Soy de la generación que vio cómo llegaron los primeros aviones a tirar paracaídas de equipamiento para construir la primera pista de aterrizaje, para hacer los primeros caminos. Tenemos en nuestra retina vívidamente como llegó el desarrollo a Rapa Nui y nuestra vida natural, poco a poco, se fue modificando. Entonces, tenemos el firme el compromiso de volver a esos tiempos para que deje de ser un cuento para nuestros hijos, queremos que para ellos también sea una realidad que sí es posible vivir en un entorno natural, en un entorno sano, sin contaminarlo.

–¿No es una paradoja valorar el progreso y querer recuperar el pasado?

–Pero es que es maravilloso. Yo no veo problemas, yo veo dilemas. Veo oportunidades. Y me vuelo diseñando soluciones a los dilemas. Acá los problemas son oportunidades.

–Alcalde, usted ya va de salida en el puesto después de casi 30 años…

–Sí, tengo fecha de muerte.

–¿Es este su gran legado?

–No. Este es un compromiso adquirido en Nueva York, en el hemiciclo de las Naciones Unidas, de convocar a los líderes del Pacífico y está cumplido. No es un legado.

–¿Es una plataforma política?

–No, para nada. No tengo ninguna aspiración de ser nada. No quiero ser senador ni diputado ni alcalde de Santiago, nada.

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