Revista Velvet | Ágatha Ruiz de la Prada: “Qué felicidad estar sola, porque no he tenido ni un minuto”
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Ágatha Ruiz de la Prada: “Qué felicidad estar sola, porque no he tenido ni un minuto”

Ágatha Ruiz de la Prada: “Qué felicidad estar sola, porque no he tenido ni un minuto”
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Ágatha Ruiz de la Prada: “Qué felicidad estar sola, porque no he tenido ni un minuto”

POR equipo velvet | 06 agosto 2025

Por Sofía Beuchat Fotos Bárbara San Martín y RFD

De paso por Chile para participar en Runway Fashion Design (RFD), la conocida diseñadora habla con el humor que la caracteriza sobre la adicción a las compras que tuvo su hijo, el valor poco comprendido de los títulos nobiliarios, su rechazo a la idea de jubilar, su libro “más cachondo” y la búsqueda del amor. “Chile no tiene por qué tener ni aceptar esa basura”, dice sobre los vertederos de ropa en el Desierto de Atacama.

Cada vez que a Ágatha Ruiz de la Prada le dicen “Señora Ruiz”, se le encrespa (aún más) el pelo. No no lo resiste. “¡Soy la diseñadora más famosa de España!”, se defiende, sin falsa modestia. Y cuenta, en el lobby de un hotel 5 estrellas en Santiago y vestida –como siempre– con su propia ropa, que es algo que le pasa a menudo en Latinoamérica. Un lugar donde, dice, “eso del apellido compuesto” no siempre se entiende bien. “Es tremendo, me pone enferma. No intentes nombrar mi nombre y decirlo mal, porque es que eso me jode mucho. Otra cosa sería que yo llegase aquí y me dijeran ‘señora marquesa’. Yo no pido eso, pero pensaría, caray, qué elegantes son estos. Si me dijeran ‘bienvenida Doña Ágatha, pues encantada, pero ¡no me molestes con eso de Señora Ruiz!”.

Hay que saberlo: Ágatha Ruiz de la Prada y Sentmenat (sus padres la llamaron Águeda, pero ella cambió su nombre) es la XIII marquesa de Castelldosríus, con grandeza de España (máxima dignidad en la jerarquía nobiliaria, entregada por el rey), y además es baronesa de Santa Pau.

Pero todo esto, ¿le importa a ella? La respuesta es que sí. Pero que no le gusta mucho hablar de ello. Al menos, no para medios de nuestras latitudes. Le parece que es una temática que no siempre se entiende bien en otros círculos.

“Es un tema difícil para Chile”, opina. “La gente del fútbol habla todo el día de fútbol, los ricos siempre hablan de los ricos, los guapos siempre hablan de los guapos, los políticos de política. Y la gente que tiene títulos, igual. Un día estaba en una comida en la embajada de Estados Unidos y Alicia Koplowitz (empresaria y aristócrata española) comentó que Cayetana creía que ser duquesa de Alba era lo más importante del mundo. Y yo le dije: la verdad, estoy completamente de acuerdo con Cayetana”.

Pero lo interesante es que tú diste una lucha de género ahí. Fuiste parte del grupo que impulsó la Ley de Igualdad en la sucesión de títulos nobiliarios (aprobada en España en 2006), gracias a la cual las mujeres pueden heredarlos en igualdad de condiciones que los hombres. Y esto te costó una pelea con tus tíos…

–En España hubo un momento en el que los cinco títulos más importantes los llevaban mujeres, pero viene una serie de señores y dicen que no, que las mujeres no están capacitadas para llevar los títulos. Y ahí ves tú que las reinas de Inglaterra han sido los mejores reyes…

–Una discusión que suena tan anacrónica hoy…

–Claro, y ahí me salió la cosa feminista y tuvimos suerte, porque fue muy difícil que saliera esa ley. Muchos no entienden qué importancia puede tener esto de tener o no tener un título, pero hay gente que es capaz de matar por este tema.

EL AMOR Y EL PODER

La vida de Ágatha ha sido contada en dos libros. En el primero de ellos, Mi Historia (2022), se autodescribe como “una de las musas de la movida” (refiriéndose a la apertura cultural pos Franco en Madrid) y ahonda en un tema que le apasiona: el poder. No tenerlo, sino más bien rodearse de él.

“Yo viví 30 años con un periodista, que era uno de los más poderosos de España (Pedro Ramírez, exdirector del diario El Mundo). Y siempre he tenido una relación intensa con el poder, toda mi vida, desde que nací. Cuando yo era pequeña, Jacqueline Kennedy iba donde mis vecinos. Mi abuelo era aristócrata catalán, el rey iba a su casa. Y yo llego acá a Santiago y el primer día me recibe el alcalde…”.

El tema le apasiona tanto que la diseñadora continúa en un espiral de name dropping que va desde el bailarín argentino Julio Boca y Rupert Murdoch hasta presidentes de bancos. Con inteligencia, desliza que era amiga de José Mujica, poco después de que llegaran algunos comentarios negativos en sus redes por haber posteado que era amiga de Javier Milei.

“Tú dices que hay un señor con poder en España, pues le conozco”, insiste.

–¿Y qué ha aprendido de todas estas personas poderosas?

–Muchísimo. Cuando estás con un tío que es brutalmente inteligente, aprendes. Mucho más que con un idiota (se ríe).

–¿Para qué te ha sido útil?

–Pues me ha ayudado a mí, pero estar en esos circuitos hubiera ayudado a cualquiera.

Estas redes, claro está, le han servido también para encontrar –o buscar– el amor. Tras su bullada separación de Ramírez en 2016, se emparejó con el empresario Luis Miguel Rodríguez; después con Luis Gasset, director de una conocida casa de subastas, y luego con el abogado José Manuel Díaz-Patón. Y si el primer libro sobre ella era –en sus palabras– “dramático” y relacionado con el poder, el segundo libro –Todo por un plan, de 2024– le parece más “tipo Bridget Jones, más cachondo, más divertido, más alegre”.

Hoy (o al menos, hasta el día de esta entrevista), Ágatha Ruiz de la Prada se declara como una soltera feliz. Pero la búsqueda de pareja no ha parado. De hecho, hace poco, la revista española Hola! publicó unas fotos de ella en traje de baño, en Mallorca, comentando su disponibilidad amorosa bajo el título “Espero que Hola! sea mi Tinder”. Así no más. “Eso fue idea mía. Un poco de humor para Hola, ¿no?”, confidencia.

–¿Y funcionó? ¿Llegó algún match?

–(Se ríe). Justamente dije eso y nada. Pero llego a mi casa y digo: qué felicidad estar sola, porque no he tenido un minuto, no he parado de trabajar.

Tampoco para un segundo de hablar cuando se le pregunta en qué proyectos está. Está en Chile invitada por la diseñadora chilena Johana Fernández, para participar en el Congreso Internacional de Moda Circular y Sostenible, en el marco de Runway Fashion Design (RFD), con el apoyo de Corfo Metropolitano. Y como si viajar no fuera suficiente, sacó hace poco una línea de alpargatas, una serie de chocolates, aceites de oliva, ropa y accesorios para perros, un proyecto de colaboración con un artista australiano y hasta productos de limpieza ecológicos que describe como “el sueño de mi vida”. Entremedio, celebró los 25 años de su colección de anteojos con forma de corazón, abrió una tienda nueva, remodeló su casa y se estrenó como abuela con Deva, la hija de su hijo Tristán, que cumplió un año en abril.

Tienes 65 recién cumplidos, la edad de jubilación para las mujeres en muchos países. ¿No te cansas de trabajar tanto? Claramente no es por un tema económico…

–Bueno, cuando trabajas por cuenta propia es distinto, ¿no? Y depende mucho también de si te gusta tu trabajo. Hay gente que está deseando jubilarse. Mi papá, por ejemplo, debía tener unos 40 años cuando empezó a hablar de jubilarse. Se obsesionó con eso, y lo hizo a los 50. Empezó a perder la cabeza de a poco, no tenía ninguna vida, dejó de tener entusiasmo, de ser creativo, de ser alguien. Se compró una finca que era de mi suegro, lo iba a ver y me decía: yo odio el campo. Fue una malísima decisión la que tomó mi padre.

–¿Pudo revertirla?

–No. No fue capaz. Y es que la primera semana dices qué maravilla, a la segunda te das vueltas a la manzana y cuando llevas en eso 20, 25 años, te has dado un tiro en el pie, ¿no?

–¿Tu plan es trabajar mientras puedas seguir haciéndolo?

–Claro, es que me divierte mi trabajo, y es una cosa que la gente no entiende, que a mí me divierte más trabajar que jugar a algo. Pienso en mi madre que llevaba 20 años acostada en la cama, y me decía: no he dormido toda la noche. ¿Y cómo iba a dormir por la noche si llevaba el día acostada? Es muy difícil. Por eso yo siempre he adorado el trabajo.

–¿Pero no te cansas a veces?

–Bueno, el que juega golf y hace los 18 hoyos con el carrito también se cansa (se ríe).

–¿Y cómo controlas el estrés, el burnout, todo eso de lo que tanto

habla la gente hoy?

–No me pasa. Cuando tengo abiertos 500 frentes, cierro uno y descanso. Pero me gusta hacer las cosas. A esta edad, ya sabes que puedes hacer lo que te dé la gana cuando quieras, y yo quería venir a Chile, es un país muy importante para mí. El tema del medioambiente ha sido una obsesión para mí desde siempre, y siento que puedo hacer un aporte viniendo aquí a hablar de eso.

LA ECOLOGÍA Y LA MODA

Ágatha siempre cuenta que su abuelo era ecologista y también su padre, en tiempos en los que esas temáticas estaban lejos de estar en la discusión pública. Por eso, las ideas de la moda sustentable se anclaron en su trabajo como diseñadora desde el principio, siendo pionera en el uso de técnicas como el zero waste o el upclying mucho antes de que seconocieran como tales.

El año pasado, estuvo en el norte con la diseñadora Johana Fernández, artífice de esta visita a Chile, visitando los vertederos de ropa de Atacama. Quedó impactada. Le preocupa, entre otros temas, que algún día se les prenda fuego y se produzca una contaminación tremenda.

“En esas montañas de ropa botada se ha hecho un centro de pobreza, de marginalidad, de mafia y tal. Por qué tienen que mandar toda esa mierda a un país como Chile, que es de los más puros del mundo y que ha conservado de una forma milagrosa su naturaleza. Es un país maravilloso, muy desarrollado, que tiene unos edificios que alucinas, sofisticadísimos, no tiene por qué tener ni aceptar esa basura”.

–Pero tú has celebrado la democratización de la moda.

–Hace 100 años no había basura textil. Esto de las montañas de basura textil es un tema bastante absurdo. La gente tenía apenas un traje en su vida y lo iba arreglando. La democratización de la moda, en el sentido de que ya no solamente los ricos puedan tener ropa buena, es una cosa muy positiva, pero el fast fashion es otra cosa. Destruye completamente. Y así tienes que la seda en Francia está desapareciendo, y las grandes fábricas textiles en España, fábricas de dos mil personas, cerradas. Todo cayendo.

–¿Qué habrías pensado si te hubieras encontrado en ese vertedero con una prenda de tu marca?

–No he visto. Es que tampoco tengo tanta cantidad de ropa, no tengo mucho stock. Igual algo habrá, podría haber. La suerte que yo tengo es que la gente que me compra a mí es muy fan y suele guardar sus cosas con cariño. Yo creo que la ropa hay que tratarla como el agua, como la luz, como la comida: con respeto y con cariño. Si tú te has comprado esa camisa, pues úsala. Lo que no puede ser es que cada semana te compres tres camisas.

–¿Por qué crees que tanta gente cae en la compra excesiva?

–Hay mucho de la industria, y de los anuncios que te dicen que tienes que tener y tener y tener. Pero por otro lado tienes mucha gente que está queriendo tener pocas cosas, hay un movimiento anticonsumo bastante grande. Y de consumo consciente, porque de eso se trata. Ágatha confidencia que el problema de la compra excesiva ha calado incluso dentro de su familia.

“Mi hijo (Tristán) que es el tío más austero que te puedas imaginar, que no es para nada marquista, tuvo unos años, serán 10, 12 o 14 años atrás, en los que cada diez minutos le llegaba un paquetito, tenía esta adicción a comprar por internet. Pero ya ha parado. Él no me ha dicho nada, pero ya no veo los paquetitos… Y bueno, tengo el caso de la hija de una amiga, que compraba, imagínate, cinco vaqueros, solo para probarse las tallas, y después los devolvía, a lo mejor los cinco pares. Las empresas los reciben de vuelta, pero ya no les compensa, porque esos envíos incluyeron un packaging, prendas que se doblaron en Bangladesh… y entonces lo tiran. (Las personas) no se dan cuenta de lo que están produciendo cuando andan por ahí haciéndose los modernos”.

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