Revista Velvet | Carrie Vik: “Si tienes la posibilidad de hacer con lo que sueñas, hazlo”
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Carrie Vik: “Si tienes la posibilidad de hacer con lo que sueñas, hazlo”

Carrie Vik: “Si tienes la posibilidad de hacer con lo que sueñas, hazlo”
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Carrie Vik: “Si tienes la posibilidad de hacer con lo que sueñas, hazlo”

POR equipo velvet | 14 noviembre 2025

Fundadora, junto a su marido, de la Viña VIK, está convencida de que el terroir es el ingrediente secreto para hacer buenos vinos. con hoteles en Chile, Uruguay y próximamente en Brasil, cree que Sudámerica es un continente extraordinario. “Me gusta aprender sobre nuevas culturas y ser parte de ellas en la medida en que pueda”, dice.

Por Pilar Hurtado

Socióloga de profesión, Carrie es la esposa del empresario Alexander Vik. Ambos son propietarios de la viña que lleva su apellido y de varios exclusivos hoteles en Sudamérica, incluido el que está al lado de su bodega, en Millahue. En ellos el arte, la naturaleza y la belleza son protagonistas, y eso se complementa con la premiada calidad de sus vinos: la idea es que la estancia en sus establecimientos sea una experiencia de lujo.

De paso por Chile y camino a supervisar las obras de su nuevo hotel en Sâo Paulo, que abrirá en un par de años, conversamos con ella en la biblioteca del hotel VIK, rodeadas de las esculturas de Patricia Ossa y un cuadro enorme de Samy Benmayor.

–¿Cuándo comenzó tu relación con el vino como bebida, como placer?

–Mi madre era griega y, como muchas personas del Mediterráneo, nos daba de chicos un poco de vino con agua los domingos, junto con platos griegos. Ella bebía poco, pero así entendí que el vino era parte de la comida, de la cultura de mi madre y del mundo. De estudiantes bebíamos mal vino, y eso no era agradable. Pero después, ya casada y viviendo en Nueva York, el vino se convirtió en parte de nuestra vida social. Entonces trabajaba en General Electric y a veces nos tocaba salir con clientes importantes. Recuerdo que en un almuerzo de esos alguien pidió un Bordeaux blanco y para mí fue como un despertar: “Wow, hay vinos increíbles en el mundo”. Al mudarnos a Connecticut, nuestros hijos eran pequeños y teníamos un grupo de vino con amigos. Uno de ellos, comerciante de vinos francés, elegía las etiquetas. Juntos viajamos a regiones vinícolas, visitando bodegas, probando vinos. Y comprendimos que el terroir es el ingrediente secreto para hacer vino. Ese concepto se volvió central para nosotros.

–¿Bebes vino todos los días?

–Me encanta su sabor, su complejidad, pero no puedo beber vino todos los días, nunca lo hice. Criando a nuestros hijos, estábamos en casa la mayoría de las noches y no tomábamos vino en la cena con ellos. Ya cuando se fueron, quizás con más frecuencia, siempre socialmente.

–¿Prefieres el tinto o el blanco?

–El tinto. Pero ahora soy muy exigente. Si no es mi vino tinto, prefiero no tomarlo. Entonces, en fiestas, suelo ir por el blanco.

–Ya han plantado variedades blancas aquí en Millahue, cuéntanos sobre eso.

–Sí, estamos muy emocionados. Nuestro objetivo aquí era producir tintos, pero cuando Cristián (Vallejo, el enólogo de VIK) encontró un área donde sentía que podía producir un gran blanco, le dijimos: “Adelante”. Confiamos plenamente en él, es extraordinario. Nos encanta esta nueva aventura.

–La idea original de VIK era producir los mejores tintos del mundo. Han pasado casi 20 años, poco tiempo para esta industria, y eso ya es una realidad. ¿Qué otros sueños tienen para VIK?

–Imagina este lugar hace 19 años, era puro campo. Teníamos la loca idea de hacer uno de los mejores vinos del mundo y partimos de cero. Lograr 100 puntos (del famoso crítico norteamericano James Suckling) para VIK 2021, 98 puntos para Stonevik la primera vez que lo presentamos, y todos nuestros vinos sacando tan buenas notas; conseguir el #2 (segundo mejor viñedo del mundo y primero en Sudamérica en la lista de los World’s Best Vineyards 2024) es una sensación enorme de logro y una gratitud profunda hacia cada persona que trabaja aquí. Todos tenían que estar en sintonía para que esto sucediera. Alex y yo somos solo una pequeña parte de esto (se emociona, se le aguan los ojos).

Su plan, para el futuro, es producir más vinos de 100 puntos y acercar todos a ese nivel. “Claro que nos encantaría ser número uno, es por lo que trabajamos, y eso lo hablamos con nuestro enólogo. Si él tiene la idea de Stonevik (un tinto que descansa en ánforas de greda de allí mismo, en medio de un círculo de árboles), le decimos sí, adelante. ¿Producir vino blanco? Adelante. Estas pasiones nos alimentan, porque siento que la vida es corta. Si tienes la posibilidad de hacer algo con lo que sueñas, hazlo. Me gusta decir que pasamos de cero a cien en 19 años, y es una experiencia extraordinaria haberlo vivido.

–La industria del vino está cambiando. Muchos jóvenes beben menos alcohol y eso está afectando al mercado. ¿Cómo ves el futuro de los vinos premium?

–Estoy muy agradecida de nuestra meta de producir los mejores vinos, pues creo que hacia allá va el tema. Ese mundo del vino de alta gama, donde la gente disfruta el vino por su complejidad, su belleza, su creatividad. Donde no se trata de beber en exceso, sino de aprender algo.

PROYECTOS DEL AMOR

Los Vik comenzaron a viajar a Uruguay por razones familiares (él es hijo de noruego y uruguaya) y se enamoraron del lugar. Tanto, que decidieron adquirir una casa allí. Pero usarla solo un par de veces en el año les pareció descabellado, así es que el proyecto comenzó a transformarse en un hotel pequeño, el primero en esas tierras: Estancia VIK.

Luego vinieron Playa VIK, Bahía VIK y Wanderlust. Antes de esto, Alexander trabajaba –y aún lo hace– en sus propios negocios y Carrie en el rubro inmobiliario. Fue gracias a los hoteles y al vino que comenzaron a hacer proyectos juntos.

–¿Cómo ha sido trabajar en pareja?

–Yo tomo la iniciativa en algunas cosas, él en otras; siempre ha sido así. Al principio fue difícil separar los negocios de la parte emocional de nuestra relación. Tienes que aprender a hacerlo; el 99% del tiempo lo hago, pero siempre hay un 1%. Y nos complementamos pues crecimos juntos. Nuestro amor por el arte, el diseño y la arquitectura creció junto con nosotros. Por supuesto, cada uno tiene sus gustos, pero compartimos mucho en esas tres áreas. Así que a estos él los llama ‘proyectos del amor’, y realmente lo son.

Un sello importante de los Vik es el arte. Sus hoteles están llenos de obras de artistas locales, con quienes les gusta relacionarse. Eso hicieron en Uruguay y en Chile: “No hay nada en nuestras propiedades que no haya sido encontrado por mí o por él, o que no hayamos decidido juntos. Alex es mucho más audaz en cuanto a lo que cree que podría ir en un hotel, y yo le debo decir que no puede poner eso en una habitación, porque quizá alguien podría ofenderse; tienes que ser muy consciente de eso cuando diriges un hotel”, explica la socióloga.

–Ustedes vinieron a Chile de luna de miel. ¿Eso influyó en su decisión de establecer una viña aquí?

–No directamente, pero fue un momento especial y teníamos cariño por Chile. Además, Chile es un país organizado, con Estado de derecho. Nos sentíamos cómodos para hacer esto aquí.

Hace dos años, la pareja trabaja en la arquitectura para su nuevo hotel en Sâo Paulo, que esperan esté terminado para fines de 2028. “Queda mucho por hacer y cada detalle es importante. Para mí es divertido, pero también es un desafío. Brasil es un desafío. Es un país diferente, muy proteccionista. No es solo el tema de la moneda, es todo el mundo que rodea eso, por lo que tenemos que respetarlo y encontrar la manera de trabajar allí. Es un lugar hermoso y nuestros socios son personas maravillosas, una familia muy fuerte, como la nuestra, y creo que eso hace que todo sea más fácil.

–Uruguay, Chile y ahora Brasil. ¿Qué les atrae tanto de América Latina?

–Para mí, Sudamérica se parece mucho a Norteamérica pues somos países de inmigrantes. Venimos de otro mundo y nos aventuramos en estas nuevas tierras. En mi caso, me gusta aprender sobre nuevas culturas y ser parte de ellas en la medida en que pueda. Como estadounidense, hay un sentimiento de asociación, de raíces similares. Además, la mayoría de norteamericanos y europeos no conoce Sudamérica y es un continente extraordinario. Chile, Uruguay y pronto Brasil son una parte muy importante de nuestras vidas. Conocer una cultura es algo maravilloso, y que eso también sea parte de la experiencia de mis hijos es muy importante.

–¿Crees que alguno de tus hijos seguirá tus pasos en este negocio, aquí en la bodega?

–Alex y yo tomamos una decisión desde el principio: que nuestros hijos siguieran sus propios intereses en la vida. Nunca los presionamos para que fueran parte de esto, pero veo que está ocurriendo. Vamos a abrir una sala de degustación de VIK en Nueva York y Camilla (su tercera hija) está trabajando en eso. Todos están involucrados de una u otra manera, así que es parte de su vida y de su futuro. Cómo decidan organizarse una vez que estén a cargo dependerá de ellos, pero sé que se quedará en la familia, y sé que están muy orgullosos de esto.

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